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Represión caracterizó a década de los sesenta

  • Los soldados fueron adoctrinados para hacerles saber que los estudiantes eran los enemigos: José González Sierra

 

Malik Tahar, Manuel Reyna, Martín Aguilar y José González

 

Paola Cortés Pérez

08/10/18, Xalapa, Ver.- En la década de los sesenta los jóvenes universitarios de México miraban más hacia el sur, estaban más enterados de las guerrillas y movimientos latinoamericanos; también fueron los años de la música electrónica y de las canciones de protesta, recordó Manuel Reyna Muñoz, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV) y participante en el Movimiento Estudiantil de 1968.

Durante el conversatorio “Sobrevivir al 68. Los testimonios de José González Sierra y Manuel Reyna”, organizado por el cuerpo académico (CA) Estudios Socio-Históricos Comparados del Cambio Político y la Maestría en Ciencias Sociales del IIH-S, Manuel Reyna dijo que México no estaba aislado de lo que sucedía en otras partes del mundo.

Sin embargo, un elemento que tuvo un impacto en toda Latinoamérica fue la Revolución Cubana, porque representaba un cambio de paradigma político después de décadas de experiencias políticas populares.

“El movimiento de 1968 fue un movimiento mundial que buscaba cambiar la vida y los modos de la vida misma.”

 

Soldados veían a los estudiantes como sus enemigos

José González sostuvo que desde antes de la marcha del 2 de octubre, el gobierno federal ya había tomado la decisión de resolver militarmente el movimiento estudiantil, prueba de ello fue la toma de Ciudad Universitaria (CU) el 18 de septiembre por el ejército mexicano y su constante presencia en las calles.

“Cuando los militares devolvieron CU, las instalaciones estaban terribles, defecaron en los aparatos del laboratorio, quemaron con gasolina los animales usados para experimentos, destrozaron los aparatos e instrumentos químicos.

”No se trató sólo de tomar las instalaciones y ya, fue un acto de adoctrinamiento para los soldados, para hacerles saber que los estudiantes eran los enemigos. Hubo la decisión –desde mi punto de vista– de resolver militarmente esta situación desde muchos días antes de lo sucedido el 2 de octubre.”

Reiteró que el movimiento no surgió de la nada, toda la década de los sesenta estuvo llena de represión constante a todos los movimientos sociales y disidentes, la lista de presos políticos creció de manera importante.

“Ingresé a la Universidad en 1966 a cursar Biología, pero me pasaba la mayor parte del tiempo en la cafetería de (la Facultad) Ciencias Políticas, donde había una increíble efervescencia e intercambio de análisis sobre la situación nacional e internacional. Era un mundo de mucha agitación adentro de la Universidad, mientras que afuera se vivía una represión constante.”

Recordó que en los espacios universitarios, los estudiantes podían manifestarse, realizar asambleas, círculos de estudio y demás acciones, había una intensa actividad política; por ejemplo, en 1967 un grupo de estudiantes entró en contacto con Demetrio Vallejo (líder de los ferrocarrileros), lo visitaban constantemente en la prisión de Lecumberri y en una ocasión les hizo saber que haría una huelga de hambre, así que los jóvenes decidieron hacer una de manera simultánea en la Facultad de Ciencia Políticas.

“También nos manifestamos por Mandela, por Vietnam, por Cuba, invariablemente salíamos correteados y golpeados por los granaderos, así que no es de extrañar que el movimiento de 1968 tuviera tal carga política.”

A decir del investigador del IIH-S, el pliego petitorio realizado a finales de julio de 1968 marcó el destino del movimiento, ya que había algunas peticiones imposibles de resolver favorablemente por el Estado: libertad a los presos políticos, así como la derogación de los artículos 145 y 145 Bis, las cuales habían utilizado para encarcelar a los disidentes y manifestantes políticos.

“Cuando se da a conocer el pliego petitorio, la mayor parte de las asambleas estudiantiles desconocían el contenido, sólo pensaban en la represión y reacción que debíamos tener como estudiantes, pero poco sabían sobre los presos políticos.”

Comentó que el movimiento no tuvo dirigentes, hubo representantes de asambleas; “el movimiento se dirigió solo, las brigadas se organizaba horizontalmente, era un movimiento de abajo hacia arriba”.

Destacó que los estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas tenían una posición diferente a lo que se aprobaba en el Consejo Nacional de Huelga: frenar la movilización y proponer una tregua política, acudir a las escuelas mientras duraban las olimpiadas y después volver a salir a las calles, de lo contrario se iría a un enfrentamiento donde se saldría destrozado.

“No nos hicieron caso y el éxito de la marcha silenciosa sirvió para decirnos que estábamos completamente equivocados, pero días después el ejército tomó CU y ese ciclo de movilización-represión-movilización-represión siguió hasta el final”, concluyó.

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