• “Lo pagaremos todos los próximos años, porque la sociedad catalana está fragmentada”, lamentó Jordi Canal
• Hacer política no significa gestionar un Estado sino hacer propuestas, hablar con la gente, buscar soluciones a los problemas, explicó

España vive una profunda crisis moral y de valores, señaló Jordi Canal

Karina de la Paz Reyes Díaz

25/10/2017, Xalapa, Ver.- Gane quien gane la disputa por Cataluña, heredará una sociedad en conflicto y profundamente fragmentada, advirtió el historiador e investigador del Centro de Investigaciones Históricas de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Francia, Jordi Canal.

El viernes 20 de octubre ofreció la conferencia “Una mirada a la disputa por Cataluña”, en el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV (IIH-S).

Planteó pensarla en tres círculos: el primero, que contemple desde finales del siglo XIX y principios del XX; uno más estrecho, que lleve a 1979-1980, con el estatuto de autonomía y el primer gobierno autónomo, respectivamente; el tercero, que comprende a partir de 2003, momento en que el nacionalismo moderado perdió el gobierno de Cataluña y fue tomado por independentistas, socialistas y antiguos comunistas.

Ese último círculo es inexplicable sin tres puntos: el proceso de nacionalización al que fue sometida la sociedad catalana entre 1980 y 2003; la crisis, de todo tipo, que ha vivido España desde 2007, sobre todo la gran recesión que inició en 2008; y la debilidad del Estado (central) desde el punto de vista político.

Acotó que España vive una profunda crisis moral y de valores, lo cual produjo una ventana de oportunidades que se aprovechó en momentos de crisis de Estado, para lanzar el órgano independentista.

Mientras que sobre la debilidad del Estado citó un ejemplo, la abdicación del rey Juan Carlos en 2014; “piensen que la monarquía, según la Constitución española, es la gran garante de la unidad de España, por lo tanto es otra ventana de oportunidad que ha sido bien aprovechada por el nacionalismo”.

Incluso, criticó que esa debilidad de las estructuras del Estado coincide con un gobierno español que se ha dedicado sólo a resolver los problemas económicos y no le está dando malos resultados, pero eso ha significado un olvido “absoluto” de hacer política.

“Hacer política no significa gestionar un Estado sino hacer propuestas, hablar con la gente, buscar soluciones a los problemas, tener una visión de hacia dónde vamos, y eso el gobierno lo ha olvidado totalmente.

”Ha dejado que el conflicto catalán vaya avanzando sin nunca poner nada encima de la mesa, puramente esperando que se cansen o que no termine en nada –lo ha hecho en muchos otros temas y le ha salido parcialmente bien, ha ido atajando cosas con las leyes–, pero ese silencio e incapacidad de hacer propuestas, de escuchar a la gente o tener un mínimo proyecto tan simple como ‘por qué es mejor vivir juntos que separados’, los vamos a pagar en los próximos años.”

Para él, los nacionalistas e independentistas son corresponsables, pues los silencios del gobierno central han sido interpretados como ánimo para ir más lejos.

Remarcó la total fragmentación de la sociedad catalana, lo cual no se reconstruirá ni en dos o tres años: “Ocurra lo que ocurra, independencia o no, salga lo que salga, vamos a tardar muchos años en reconstruir lo que se ha destruido en los últimos siete. Es imposible volver al pasado, los puentes se han roto y ahora la clave es el ejercicio de imaginación política para ver cómo se reconstruye una sociedad; ganen los que ganen, me da igual, los dos tendrán los mismos problemas y heredarán una sociedad totalmente fragmentada, en conflicto (interno) y en conflicto con sus vecinos”.

Esta actividad fue organizada por el IIH-S y el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación, en el marco de la visita del investigador, quien del 16 al 20 de octubre impartió el curso “La historia política a principios del siglo XXI: nuevos objetos, nuevas perspectivas”.