- Se trata de un proyecto desarrollado por Brandon Alberto Pulido para obtener el grado de Especialista en Promoción de la Lectura
- Lo aplicó en estudiantes en situación de rezago educativo, demostrando que la ciencia puede difundirse desde lo simbólico y lo narrativo

Brandon Alberto Pulido Hernández, egresado de la Especialización en Promoción de la Lectura
Paola Cortés Pérez
Fotos: Luis Fernando Fernández y cortesía Brandon Pulido
10/06/2025, Xalapa, Ver.- Con el proyecto “El fuego del tlacuache: una convergencia ciencia-literatura”, Brandon Alberto Pulido Hernández obtuvo el grado de Especialista en Promoción de la Lectura por el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) de la Universidad Veracruzana (UV), el cual destaca por fusionar saberes científicos y literarios en una apuesta transdisciplinaria que buscó democratizar el conocimiento.
En entrevista, el egresado comentó que el proyecto se aplicó en estudiantes en situación de rezago educativo, además demostró que la ciencia puede difundirse desde lo simbólico y lo narrativo, generándose aprendizajes significativos.
“Creo que los mecanismos que aparentemente separan a la ciencia y la literatura son ilusorios; en realidad, todo está interconectado”, señaló Pulido Hernández, quien cuenta con formación previa en química, con Licenciatura y Maestría en Ciencias Químicas.

El proyecto se aplicó a un grupo de secundaria nocturna, heterogéneo en edades
Esto lo llevó a tomar como eje narrativo la leyenda mesoamericana del tlacuache, animal que robó el fuego para entregarlo a la humanidad. En su intervención, ese fuego representa el conocimiento y el tlacuache es el mensajero o mediador que lo hace llegar a los marginados.
La investigación, detalló, se estructuró en cuatro etapas: mitología analógica, ciencia ficción, litera-ciencia y divulgación científica contextualizada. En cada fase se emplearon dinámicas como círculos de lectura, tertulias científicas dialógicas, ejercicios de escritura creativa y análisis de textos míticos y literarios.
“Utilizamos herramientas como los círculos dialógicos, lecturas gratuitas, ejercicios de escritura creativa, creación de cuentos de ciencia ficción, haikus, sci-fi, entre otros”, explicó el autor.
El grupo al que fue aplicado el proyecto estuvo conformado por 10 personas cuyas edades oscilaban entre los 15 y 72 años, pertenecientes a una escuela nocturna y que no habían concluido su educación básica
El resultado es sorprendente: “Fue grato ver su desempeño, ellos hicieron un proceso que llamo ‘traducción analógica’, al identificar elementos simbólicos de las lecturas y los extrapolaron a contextos actuales”.

El proyecto se tituló “El fuego del tlacuache: una convergencia ciencia-literatura”
Uno de los hallazgos más significativos, señaló, fue la capacidad del grupo para establecer conexiones entre mitos de distintas culturas y temas científicos; por ejemplo, al comparar la leyenda del tlacuache con el mito griego de Prometeo y el relato bíblico de Adán y Eva.
Los participantes discutieron sobre el control del conocimiento por parte de los grupos de poder: “Los estudiantes decían: ‘pareciera que hay un pequeño grupo que no quiere que la sociedad esté informada, que acceda a nuevas oportunidades y a mejores condiciones’”, relató.
Estas reflexiones se convirtieron en la puerta de entrada a conceptos científicos complejos: “Ese diálogo me permitió empezar a hablar sobre la teoría de la evolución, sobre el origen de la humanidad a partir de las relaciones filogenéticas, y también sobre los mitos mal concebidos de la evolución”, comentó Pulido Hernández.
Pese a los resultados positivos, el proyecto enfrentó múltiples limitaciones materiales: la escuela donde se llevó a cabo no contaba con instalaciones ni recursos propios, y muchos de los materiales utilizados fueron financiados personalmente por el propio promotor.

Se emplearon dinámicas como círculos de lectura, tertulias científicas dialógicas, ejercicios de escritura creativa, entre otros
Y añadió: “También se piensa que los promotores de lectura deben trabajar de manera gratuita, como si fuera una labor puramente social, pero somos profesionales y también es un trabajo que debe ser remunerado”.
En ese sentido, expresó su deseo de continuar con esta línea de trabajo, idealmente bajo un esquema más sostenible: “Me encantaría tener la oportunidad de continuar con este proyecto. Quisiera que ‘El fuego del tlacuache’ se volviera una marca identitaria, tal vez de un medio de divulgación del conocimiento”.
Finalmente, Brandon Alberto Pulido Hernández hizo un llamado a estudiantes y profesionales de la ciencia para romper con las barreras autoimpuestas entre disciplinas: “Creo firmemente que a veces caemos en ciertos dogmas o prejuicios en la comunidad científica, como pensar que la ciencia se hace solo en laboratorios o que únicamente consiste en publicar artículos científicos, cuando no es así, la ciencia también debe ser una herramienta para hacer transformaciones sociales”.
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