Cultura

En la infancia encontré ese germen del llamado vocacional: Lumbreras

  • El escritor y ensayista, Ernesto Lumbreras, habló sobre su más reciente obra Ábaco de granizo 
  • “Es la reconstrucción del jardín en ruinas de mi pasado, muy particularmente de mi infancia” 

Ernesto Lumbreras, escritor y ensayista, durante su visita a la FILU 2023

Claudia Peralta Vázquez 

Fotos: César Pisil Ramos 

25/05/2023, Xalapa, Ver.- En su visita a la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2023 de la Universidad Veracruzana (UV), el escritor y ensayista Ernesto Lumbreras habló sobre su más reciente libro Ábaco de granizo, así como de la experiencia de haber recurrido al pasado y a las memorias para crear esta historia personal que abarca parte de su infancia y adolescencia, época en la que surgió ese germen del llamado vocacional. 

Durante una entrevista realizada previo a la presentación de su obra, en la Galería de la Unidad de Artes, Ernesto Lumbreras compartió parte de su contenido. 

¿Qué temática aborda su obra? 

Es un libro de relatos, un cuaderno de regreso al país natal; para decirlo con otro título, es una reconstrucción de mi infancia, un museo de sombras como lo plantea el escritor italiano Gesualdo Bufalino. 

Es la reconstrucción del jardín en ruinas de mi pasado, muy particularmente de mi infancia, pero todavía, para ser más precisos, del fin de mi infancia. 

Lugares emblemáticos, personajes entrañables para una época de mi pueblo situado en la región Valles de Jalisco, llamado Ahualulco de Mercado, como un son jarocho muy conocido, no tanto como la bamba, pero le doy el segundo lugar, curiosamente este son está relacionado con mi pueblo. 

Ábaco de granizo atrae la memoria y la nostalgia para reconstruir esa tlapalería, esa estación del ferrocarril, esa panadería en particular, el rastro viejo, la cárcel vieja de nuestra comunidad, y el cine. 

Incluso, los barrios de las grandes ciudades tuvieron un cine, especie de educación sentimental de muchas generaciones; el nuestro se llamó Cine Lux, entonces también hago un homenaje a este lugar. 

Aparecen dos o tres locos, los locos del pueblo, que muchas veces son las personas más sensatas, más lúcidas de ver ciertos peligros. 

En mi libro cito a dos: una mujer a quien llamábamos la “mujer del veinte” y un loco que recorría las calles del pueblo, nunca se subía a las banquetas, andaba a la mitad de la calle vistiendo harapos, nunca aceptaba dinero, sólo comida, le llamábamos “El Tomazo”. 

En una época anterior, “El Tomazo” recorría las calles del pueblo acompañado de su mamá, apodada “La Tomasa”, quien según se decía fue violada por un hombre rico, uno de los potentados de nuestro pueblo que por supuesto no reconoció su pecado. 

Como venganza pública, primero la mamá embarazada hizo un recorrido por todas las calles del pueblo, y cuando nació el hijo, también. 

“En la infancia encontré ese germen del llamado vocacional”, expresó al referirse a su profesión actual

¿En esa etapa de su vida nació el interés o inquietud de ser escritor? 

Creo que sí, estamos hablando de finales de los años setenta y principios de los ochenta, son memorias muy personales. Aparece mi padre, mejor dicho, el fantasma de mi padre. 

Mi padre murió en 1976, cuando yo tenía 10 años, y es como el punto de partida de estas memorias. Es un libro de nostalgia, del pasado, y en este territorio de la infancia a la adolescencia se dan las inquietudes artísticas, ese germen del llamado vocacional, la búsqueda del maestro, porque no tuve un maestro como tal. 

Entonces, en este libro me invento un personaje que me hubiera gustado fuera el cronista de nuestro pueblo, y que viera en mí un ápice de curiosidad, de fascinación por las palabras y las historias. 

Me valgo de esta figura como recurso narrativo para crear el telón de fondo de esta historia jalisciense. 

¿Qué pasa por la mente de un escritor al querer recuperar y compartir estas memorias? 

Hay un sabor amargo, la lección de Ramón López Velarde que también regresó a su Jerez, avasallado por la revolución. Tiene un poema muy citado, muy estudiado, llamado “El retorno maléfico”, premisa velardiana de regresar a ese jardín, un regreso maléfico, una suerte de revisitar, de conversación con un fantasma, donde hubo dolor, pesadilla y devastación. 

Las promesas del progreso de la modernidad resultaron una estafa, lo poco que tenía nuestro pueblo de particular, esos empedrados fueron renovados por pavimento y concreto; casas de adobe, de dos techos de teja, la moda de nuestros paisanos que vieron en ese estilo llamado “colonial californiano”, también dieron al traste. 

Ahora se busca lo que llaman Pueblos Mágicos, y ése es el perfil de que contra viento y marea muchos pueblos resistieron al aluminio, concreto y asbesto, era la modernidad, si no estabas en estos parámetros eras anacrónico o chapado a la antigua. 

¿Cómo se sintió al participar en la FILU?  

Muy contento, el libro va en la búsqueda de sus lectores, he recorrido varias ferias de libros y he notado la correspondencia, porque finalmente son historias de mi pueblo, como cualquier persona puede tenerlas. 

Recordar esa tortillería, la zapatería, huarachería, tlapalería, el cine; las equivalencias finalmente son universales para alguien que vive en Juchitán, o en Fresnillo, Zacatecas.