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Necesario politizar a las poblaciones callejeras: Arturo Narváez

  • “Politizar es abrir un diálogo, un trabajo de formación y escucha entre grupos que han estados históricamente excluidos de otros sectores”, explicó el sociólogo y académico de la UV 

 

Narváez Aguilera realizó una investigación empírica desde una mirada sociológica, sobre las juventudes de la cultura callejera

 

De acuerdo con la investigación del académico de la UV, las personas callejeras generan un malestar social y político, porque en el neoliberalismo representan las vidas negativas, entiéndase: el fracaso en las trayectorias individuales, escolares, laborales y sociales, y sobre todo la exposición de las prácticas de violencia

 

Karina de la Paz Reyes Díaz 

Fotos: César Pisil y Arturo Narváez 

22/02/2022, Xalapa, Ver.- Cuatro jóvenes plantearon un acuerdo al sociólogo Arturo Narváez Aguilera, a cambio de participar en una investigación académica sobre los controles y tácticas de supervivencia de juventudes de la cultura callejera: “Te ayudamos, pero di realmente cómo vivimos y que no somos desechables, tenemos capacidades y habilidades”. 

“¿De qué sirve una tesis doctoral sobre la cultura callejera a las personas que pertenecen a ésta?”, plantea el académico de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana (UV). “Seguramente mi documento en las calles sirve de muy poco. Mi contribución, de lo que yo estoy discutiendo en el campo académico, es construir un espacio mensual de discusión y acompañamiento –ejercicio que a la fecha está en marcha”, afirmó. 

Con esta investigación obtuvo el grado de Doctor en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y se titula “Regulación social neoliberal: controles y tácticas en las experiencias de supervivencia de las juventudes de la cultura callejera en Xalapa, Veracruz, México”. 

La tesis –de casi 400 páginas– fue dirigida por el académico Antonio Fuentes Díaz y recibió en enero pasado el máximo reconocimiento, Cum Laude, dada su calidad y aportes. 

La idea del académico de la Facultad de Sociología de la UV es clara y el acuerdo que pactó con quienes se vinculó durante su investigación fue: “Politizar la exclusión desde quienes la viven”. 

Politizar es toda una labor de construir ciudadanía, aclaró, “es abrir un diálogo, un trabajo de formación y escucha entre grupos que han estado históricamente excluidos de otros sectores”. 

Se trata de una población con total invisibilidad social, nula participación política, en algunos casos incluso negación del derecho a la identidad –muchos de los jóvenes con los que se vinculó para su investigación tuvieron acta de nacimiento hasta los seis o siete años–, con un estigma social de ser criminales y propensa a integrarse con organizaciones delincuenciales. 

“Lo que necesitamos no es sólo un diálogo intergeneracional, sino entre diferentes sectores de la población, porque creo que esta condición de ‘ciudadanía degradada’ o de los ‘no ciudadanos’ no ayuda mucho a construir una sociedad más justa, equitativa y, sobre todo, incluyente.” 

Cabe añadir que su criterio espacial fue multilocalizado: con trabajo etnográfico en los cruceros –principalmente los de la Avenida Lázaro Cárdenas–, casas abandonadas y sus espacios de encuentro, a partir de la observación participante; así como conversaciones desestructuradas, grupos de discusión, registro hemerográfico y de datos cuantitativos. 

 

El trabajo etnográfico se hizo en cruceros, casas abandonadas y espacios de encuentro de las juventudes de la cultura callejera

 

“La banda”, una identidad colectiva 

Esta investigación es una suerte de etnografía que Arturo Narváez inició hace más de 15 años, dada su participación en el Movimiento de Apoyo a Niños Trabajadores y de la Calle (Matraca), A.C., con sede en esta ciudad. 

Eso le permitió aproximarse y conocer el modo de vida de las juventudes que trabajan y/o viven en las calles, y facilitó su acercamiento con los cuatro chicos que apoyaron el trabajo en campo citado anteriormente. 

Ellos le relataron al sociólogo qué sucedía en los espacios que habitan, por ejemplo, los cruceros, esos “microespacios sociales” con estructuras de relación e historia muy particulares. 

También, fueron el puente para que se relacionara –realizara “conversaciones desestructuradas”, en términos académicos– con alrededor de 88 jóvenes de entre 18 y 29 años, cuya identidad también es la acumulación de vida en calle. 

Cabe aclarar que en las calles hay diferentes grupos sociales, con identidades diferenciadas: uno, con quienes están ahí por una noción de subsistencia (trabajar); otro –que fue con el que trabajó Arturo Narváez–, además de reconocer su contexto de exclusión, toma a ésta como una posibilidad de sociabilidad. 

De acuerdo con él: “La cultura callejera, a partir de la noción de ‘la banda’ –como se autodenominan– genera un principio de identidad colectiva. Es decir, ‘hemos sido excluidos históricamente y nos encontramos en nuestro último anclaje de integración que es la banda’; que también tiene sus tensiones y reproduce formas de violencia, sistemas de jerarquía y poder, pero al mismo tiempo es una forma de solidaridad, de reciprocidad y autocuidado de los excluidos socialmente”. 

 

Controles y tácticas 

Es, también, una investigación empírica tratada de manera teórica desde una mirada sociológica que critica cómo se han regulado históricamente a las poblaciones que viven y/o trabajan en las calles. 

Tal perspectiva teórica involucró, sobre todo, planteamientos de pensadores como Michel Foucault, Gilles Deleuze y Philippe Bourgois. 

Desde el título de la investigación se plantea como una mirada que critica especialmente los controles sociales que se han generado hacia este sector, por parte de la racionalidad política; pero también, las tácticas y estrategias de supervivencia desde la calle, que generan identidad y una “cultura callejera”. 

De acuerdo con el académico, uno de los vacíos en la política pública enfocada a las intervenciones de estos grupos, son los estudios sobre la cultura callejera. 

“De pronto se generan programas y acciones de intervención sin haber estudiado y comprendido qué es la cultura callejera, qué significa para ellos la construcción de espacialidad en las calles, sus interacciones con diferentes actores, la noción de trabajo –ni siquiera se asumen como personas vendedoras ambulantes. 

”Incluso, no todos vienen de contextos precarizados familiares, hay jóvenes que vienen de clases más o menos acomodadas, pero la misma exclusión familiar los ha arrojado a la vida en la calle y encuentran en esta noción de ‘la banda’, un punto de identidad-articulación-integración.” 

Por ello, su pretensión fue reconstruir cuáles eran las formas de regulación social en un proceso histórico, porque las llamadas “personas de la calle” no aparecieron en el neoliberalismo, como podría creerse. 

Tal reconstrucción la remontó al siglo XIX, en aquel entonces, por ejemplo, la obra del periodista Henry Mayhew, London Labour and the London Poor, da cuenta de que ya había gente en las calles de Londres; después, documentó qué pasaba en México durante el Porfiriato, en el Estado liberal y en el neoliberalismo. 

Mientras en el siglo XIX estos grupos eran considerados un malestar social –por su noción de improductividad, degradación humana y desmoralización de las clases trabajadoras–, en el Porfiriato eran las personas “inciviles”, las que rompían la lógica del progreso de ese momento histórico, expuso el entrevistado. 

Tal documentación le permite decir que las personas de la calle han estado presentes desde la conformación de las ciudades, las sociedades industriales y la modernidad. 

En esa “historia de los pobres”, el académico de la UV rastreó la presencia de las personas en las calles y cómo experimentan la ciudad, lo cual es otra de las contribuciones de la tesis: la invisibilidad. 

“Han estado presentes pero están invisibilizados incluso de las discusiones y reconstrucciones históricas, porque cuando uno hace la revisión de la historia de la pobreza, ve que ha estado siempre pensada entre los pobres productivos y los improductivos, pero poco se destaca el tema de la gente de la calle.” 

En ese contexto, otra de las aportaciones de la tesis es que hay tres patrones históricos socioculturales de regulación y control de estos grupos: las segregaciones espacial y urbana, el internamiento y la reclusión, y el retiro forzado. 

 

La noción de derecho a la ciudad que viven estos grupos es una experiencia acotada

 

De la autogestión a la muerte 

En el contexto contemporáneo, añadió, la noción de derecho a la ciudad que viven estos grupos es una experiencia acotada, fragmentada, como una cuadrícula: los cruceros son sus espacios de trabajo y se conectan con las casas y terrenos en abandono, que son sus lugares de convivencia. 

“En conversaciones me decían: ‘los callejeros más bien son ustedes, que pueden moverse por toda la ciudad, nosotros nos movemos sólo en ciertos espacios porque hay muros invisibles’.” 

Trasladarse a otros puntos de la ciudad para esa población significa que se activen miradas de las personas que circulan por ahí, en las que leen: “tú no perteneces aquí, éste no es tu espacio”; además, cabe la posibilidad de que se presente el hostigamiento policiaco, al ser señalados como sospechosos de algún intento de delito. 

De acuerdo con la investigación del académico de la UV, las personas callejeras generan un malestar social y político, porque en el neoliberalismo representan las vidas negativas, entiéndase: el fracaso en las trayectorias individuales, escolares, laborales y sociales, y sobre todo la exposición de las prácticas de violencia. 

“La vida negativa representa un riesgo ante la vida positiva, representa también una sospecha de riesgo futuro, no sólo en la lógica de la inseguridad, sino por sus prácticas y modo de vida.” 

En algún momento de la historia fue pensado incorporarlos productivamente, pero en el contexto neoliberal no, ésa es otra de las evidencias de esta investigación. 

“Lo que se está generando es la autogestión de la acumulación histórica de exclusiones, incertidumbres y violencias. Si antes se buscaba integrarlos de manera subordinada, ahora se trata de que estos mismos sectores autogestionen su fracaso de ‘vida negativa’. 

”Poco a poco su incertidumbre, su consumo de drogas, van generando que mueran por sí solos, sin cobertura. La desprotección genera autogestión y esto la muerte paulatina.” 

Ante tal panorama, Arturo Narváez insiste en cuestionar: “¿Es posible pensar en nuevas formas de politización hacia sectores que están excluidos de la participación política?, ¿cómo construir ciudadanía con jóvenes a los que se les ha negado la ciudadanía?”, en ello sigue su trabajo de investigación. 

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