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Mensajes íntegros en la Disculpa Pública

 

Discurso del rector Martín Aguilar Sánchez 

Sala de Juntas de Rectoría de la Universidad Veracruzana 

Xalapa, Ver., 24 de noviembre de 2021 

 

Disculpa pública a la Dra. Remedios Álvarez Santos 

Sean bienvenidos y bienvenidas. Sean también bienvenidos quienes nos siguen a través de los medios de comunicación universitaria y de las redes sociales. 

Estamos aquí reunidos para ofrecer una disculpa pública a la doctora Remedios Álvarez Santos, académica de la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana, quien fue víctima de violación a su integridad personal, en su modalidad psíquica, y de violencia laboral por parte de algunos de sus compañeros de trabajo, violación a sus derechos humanos que le causó daños a su honor y reputación y que implicó la transgresión a sus derechos a una vida libre de violencia, a la igualdad y a la no discriminación; por ello, Dra. Remedios Álvarez Santos, en nombre de la Universidad Veracruzana, le ofrezco una disculpa por tales hechos.  

Esta disculpa pública es un acto de reconocimiento de la comisión de hechos que nunca debieron darse en nuestra casa de estudios, pues constituyeron conductas que hunden sus raíces en una cultura de menosprecio y maltrato a la mujer, una cultura que las instituciones de educación superior estamos llamadas a combatir a través del cultivo de la inteligencia y de la promoción del respeto a los derechos, la dignidad e integridad de las mujeres. 

Este acto también tiene como finalidad que la comunidad universitaria evite, en todo momento y en todos los espacios institucionales, la repetición de actos similares a aquellos que dieron origen a la recomendación 50/2019 de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y a la recomendación 61/2021 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. 

En atención a criterios jurisprudenciales nacionales e internacionales, esta administración universitaria, cuyos ejes transversales de trabajo son los derechos humanos y la sustentabilidad, llevó a cabo un acercamiento con la doctora Remedios Álvarez Santos los días 27 de octubre y 11 de noviembre del año en curso, con el propósito de definir los alcances de esta disculpa pública. En este sentido, la actual administración rectoral reconoce que diversas autoridades universitarias incurrieron en responsabilidad por los hechos acreditados en las recomendaciones de la comisión nacional y de su homóloga local.  

Compañeras, compañeros: Eleanor Roosevelt, una de las más importantes impulsoras de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, decía que los derechos humanos comienzan “en pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. Son el mundo de cada persona: el barrio en el que vive, la escuela o la universidad en la que estudia; la fábrica, la granja o la oficina en la que trabaja. Estos son los lugares en los que cada hombre, mujer y niño buscan justicia, igualdad de oportunidades, dignidad sin discriminación. Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano”. 

Estas palabras de Eleanor Roosevelt tienen plena vigencia y nos convocan, en el marco del respeto a la autonomía universitaria y del pleno cumplimiento de la responsabilidad social universitaria, a seguir esforzándonos para construir una cultura de los derechos humanos, una cultura para la paz y un ethos institucional que garantice a todas y todos los universitarios una vida libre de violencia y acorde a la igual dignidad de todas las personas. 

 

“Lis de Veracruz: Arte, Ciencia, Luz” 

 


 

 

 

 

Mensaje en respuesta a la disculpa pública 

Dra. Remedios Álvarez Santos 

Sala de Juntas de Rectoría de la Universidad Veracruzana 

Xalapa, Ver., 24 de noviembre de 2021 

 

 

Para las mujeres que han labrado las condiciones que coadyuvan a derrocar tiranías y para mis estudiantes, quienes con pasión me alientan a luchar por la materialización de espacios que contribuyan a enaltecer nuestro ethos.   

 

 

Buen día a todas y todos. Muchas gracias Dr. Martín Aguilar Sánchez, Rector de la Universidad Veracruzana. Quiero agradecer, de manera independiente de usted, a la Dra. Namiko Matzumoto Benítez, Presidenta de la CEDH y a todo su profesional y cálido equipo. También mi agradecimiento a la Mtra. María del Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la CNDH; a la Dra. Marisol Luna Leal, Abogada General de la Universidad Veracruzana; a mi hermano elegido, el Arquitecto Omar Mojica Cabrera y a mi madre Ruth Santos Tiburcio, quienes me alimentan con su amor y respeto. Finalmente, agradezco a las personas que me acompañaron durante este proceso, brindándome su cariño y apoyo. No revelaré sus nombres, pues les debo secrecía.  

Dr. Martín Aguilar Sánchez, acepto con beneplácito la disculpa que tuvo a bien expresar. No correspondía a usted hacerlo, en tanto el daño infligido hacía mí se suscitó durante la pasada rectoría a cargo de Sara Ladrón de Guevara y de sus funcionarios. Un considerable número de mujeres, que integramos la comunidad universitaria, estamos viviendo aún, los remanentes de ocho años de colusión y omisión al interior de nuestra institución en cuanto a violencia se refiere. Sin duda, la tarea que usted ha emprendido no es fácil, pero este acto, permeado de solidaridad y empatía, me llevan a vislumbrar una nueva Era para nuestra Alma mater.   

Le agradezco,  porque este suceso insufla mi espíritu de esperanza y de confianza. Creer en nuestra institución educativa es toral para su óptimo funcionamiento. Pero debemos reconocer que ello nos concierne a todas y todos, pues somos corresponsables de lo que en ella acaece. El silencio es cómplice de las execrables prácticas que laceran a nuestro entorno laboral. La neutralidad es una ficción amoral, pues cada acción, nos evidencia como agentes morales o inmorales. Esto me lleva a recordar a Simone de Beauvoir quien dijo: “El opresor no sería tan fuerte, si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.   

Cuando emprendí este camino, un doctor en filosofía me expresó lo siguiente: “¡Estás emprendiendo una lucha quijotesca!”. Traducción: “¡Remedios, estás loca!”. Tiempo después, en un evento público, esa misma persona aseveró: “¡La CNDH, se banaliza al tomar un caso particular como el de Lydia Cacho, quien se quejó por el paseíto que le dieron. La SCJN, evidentemente, deliberó que el delito no era mayor!”. No emitiré un juicio de valor. Espero, ustedes sí.   

Evadir la violencia que se ejerce y que experimentamos muchas personas en nuestro ámbito laboral, lejos de atenuar la problemática, la exacerba. Nadie tiene por qué vivir vejaciones. Es competencia de todas y todos generar las condiciones para erradicar estas abominables prácticas. La resignación tampoco es la solución y aquí la deontología arroja luz, pues es evidente que la violencia existe, pero no deberíamos permitir que se siga perpetuando.  

Nuestro ejercicio profesional guarda en sí un compromiso social. La filosofía, la docencia y la investigación, justifican en gran medida mi existencia. Por lo anterior, mi gratitud y amor hacia la Universidad Veracruzana es inconmensurable. Y justo por esto, me niego a que el poder la corrompa. Debemos resguardarla de este, pues ella no merece ser mancillada, al ser el seno del cual hemos abrevado.  

Debemos trabajar para edificar una Universidad sin condición, tal como la delinea Derrida, en la que podamos practicar la Parrasía sin el temor a ser castigadas o castigados por ello. La libre expresión es un derecho humano, característica inherente de un Estado democrático y, por ende, de instituciones democráticas; de tal manera que es apremiante resistir a la seducción de ser un mero eco de quienes se ostentan como dueñas o dueños de nuestras instituciones educativas. La corrupción y la impunidad nos cuesta a todas y a todos.  

La ética, rama de la filosofía, tendría que ser el antídoto precisamente para no ser brazos del poder que envilece. El aforismo de Píndaro que reza: “Llega a ser el que eres”, tiene sentido a la luz de la ética, pues ella nos cincela como “Personas”. Ante esto, cabe preguntar ¿Qué poca valía siente alguien que considera más valioso al poder y a los bienes extrínsecos que a sí mismo? Quien procede de esa manera, traiciona a la filosofía. Y en general, se traiciona a toda profesión, cuyo cometido es ofrecer un bien a la sociedad.  

La filosofía, per se, es inmune a los grilletes que la burocracia le quiere imponer.  Es transformadora de existencias bajo la luz de la ética. Ella es libertaria. Por tal motivo, nos enseña a sospechar de cualquier orden establecido. Orden en el que cohabita la violencia en sus distintas manifestaciones y a la que no debemos adaptarnos ni normalizar. Orden que beneficia a una pequeña élite que osa considerar que nuestras vidas les pertenecen. Mi profesión es mi armadura, mi brújula y mi leal compañera. Es la palestra contra todo despotismo. No hay instante en el que no le corresponda con amor, pues es mi obligación moral. Duele cuando se le pretende corromper y digo “pretende” porque la filosofía es inmune al perverso uso que de ella se haga.  

Sin duda, han sido años aciagos pero hoy, tomo aliento, después de haber recorrido  derroteros escarpados. Y la esperanza, que es la que me impulsa a seguir creyendo en mí, en las y los estudiantes, en la Universidad Veracruzana, continuará acompañándome en la loable tarea docente. De nuevo, la esperanza de no ver más el miedo reflejado en los cuerpos de aquellas y aquellos a quienes se les ha hecho creer que son débiles.   

En este mensaje, yacen las voces de mujeres que me han expresado cruentos relatos de violencia que están viviendo. Ellas, que me recuerdan la invisibilización de la que hemos sido objeto. Pero también están presentes las mujeres a las que el miedo ha paralizado, es decir, las que tienen introyectada la creencia de que carecen de voz y a quienes les digo que: “vivir sin miedo, es vivir en libertad”.  

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