Universidad Veracruzana

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Detrás de la adicción hay una necesidad cerebral

Expresó miembro del Instituto Nacional de Psiquiatría

  • Hugo González Cantú, coordinador de la Clínica  de Trastornos Adictivos del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la  Fuente Muñiz”, impartió la conferencia “Neurobiología de las adicciones”
Hugo González Cantú

Hugo González Cantú

Del Instituto Nacional de Psiquiatría  “Ramón de la Fuente Muñiz”.

 David Sandoval

Para comprender cómo funcionan las adicciones es necesario  considerar el aspecto relevante de la neurobiología, afirmó Hugo González Cantú,  coordinador de la Clínica de Trastornos Adictivos del Instituto Nacional de  Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, al participar en el Primer Foro  Académico de Investigación-Acción en la Prevención del Consumo de Drogas de la  Universidad Veracruzana (UV).

“La importancia de esta variable,  la neurobiología, en el desarrollo de las adicciones permite entender que a las  personas que sufren adicciones no es que se les haya metido un duende, un  demonio o un espíritu maligno que los transforma y hace que consuman, sino que  detrás de ello hay toda una cuestión biológica y cerebral muy importante que  apenas se está dilucidando realmente”, expuso Hugo González.

Al participar en el evento  organizado por la Maestría en Prevención Integral del Consumo de Drogas del  Instituto de Ciencias de la Salud de la UV, el especialista refirió que de  acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) los problemas derivados  del abuso de sustancias “tienen en común el consumo de una o varias y los  estados clínicos clásicos son: la intoxicación aguda, el uso perjudicial, el  síndrome de abstinencia y el síndrome de dependencia; cada uno de ellos tiene  mecanismos neurobiológicos muy peculiares”.

Explicó que si la persona repite  el consumo durante un determinado número de veces se genera el fenómeno llamado  tolerancia y “es básicamente la adaptación que hace el cerebro ante el estímulo  externo; por otro lado, cuando la sustancia se suspende, después de usarla por  cierto tiempo las neuronas que se habían adaptado a recibir la sustancia se  desadaptan, provocando una respuesta neuronal a la ausencia”.

La biología, el medio ambiente y  las sustancias se combinan en mecanismos cerebrales que tenemos todos, añadió,  y que pueden producir una adicción; empero, advirtió, “no quiero ser reduccionista,  desde luego que la parte social y la parte de la sustancia en sí son  importantísimas, pero también si no consideramos al cerebro, no nos haríamos  adictos, es un componente básico”.

En ese sentido, comentó que Nora  Volkow, psiquiatra egresada de la UNAM, quien actualmente ocupa la dirección  del Instituto Nacional sobre el Abuso de las Drogas de Estados Unidos, sostiene  que “la adicción a las drogas es una enfermedad cerebral que puede ser tratada,  y a lo largo de su carrera se ha dedicado a estudiar las imágenes cerebrales  que están dando una pauta para conocer los mecanismos del cerebro, tan  intrincados, que hacen a una persona adicta”.

González Cantú hizo notar que “tenemos  esta noción mediática que en el tema de las sustancias es el todo o nada: o  eres sobrio, sano y saludable, o eres adicto, consumidor, etcétera; en realidad  lo que vemos en la práctica clínica es que esto es un continuum que  inicia en el no uso, pasa por un uso inicial, donde a no todos les gusta, eso  también es una realidad, a algunos sí les gusta y seguirán consumiendo, en la  mayoría de los casos en un contexto social, cuando haya oportunidad; luego  habrá personas que les guste más y procurará más ocasiones de consumo”.

La adicción se conceptualiza como  “un ciclo donde se va incrementando de manera progresiva una disregulación de  los mecanismos cerebrales relacionados con la recompensa y la antirrecompensa  que resulta de un estado emocional negativo, es decir, una persona consumidora  siempre va a oscilar entre el efecto positivo cuando consume la sustancia, pero  tarde o temprano tendrá un efecto negativo cuando baje su efecto”, detalló el  ponente.

“La persona adicta comienza a  tener una visión escotomizada, como si viera a través de un tubo, es una etapa  en la que su atención cerebral está enfocada a buscar y usar la droga y sus  mecanismos cerebrales se van alterando de tal manera que se registra una baja  función de los lóbulos frontales, que son como una especie de freno, baja  también un receptor llamado D2, que es receptor de dopamina e incluso hay  estudios que mencionan una disminución de la sustancia gris”.

El especialista reconoció también  que “las sustancias tienen un efecto mucho más potente, se calcula que entre  dos y tres veces más potente que los estímulos naturales, y es posible verlo en  la práctica clínica, el consumidor prefiere estar consumiendo a hacer otras  cosas, incluso tener relaciones sexuales, que son de los estímulos más  placenteros para el ser humano”.

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Última actualización

Fecha: 10 abril, 2024 Responsable: Maestría en Prevención Integral del Consumo de Drogas Contacto: prevencion@uv.mx