Universidad Veracruzana

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La ciencia, distante del público en general

Paola Cortés Pérez

En la actualidad, los problemas ambientales, sociales, económicos e incluso culturales se han vuelto tan complejos que dificultan voltear a ver a la ciencia como la piedra angular para dar solución a todos ellos, convirtiéndose en un ente distante e incomprensible para la sociedad en general, expuso Susana Herrera Lima, profesora del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).

La académica participó en el Primer Encuentro Académico de Comunicación de la Ciencia “Divulgación entre divulgadores, principios y estrategias”, organizado por la Dirección General del Área Académica de Ciencias Biológico-Agropecuarias de la Universidad Veracruzana (UV), que tuvo como sede la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información.

En su conferencia “Comunicación pública de la ciencia. Necesidad social y opción profesional”, habló sobre lo complicado que resulta hoy en día convencer y persuadir de alguna manera con el conocimiento científico, porque “ya no es visto públicamente como la panacea para la solución de todos problemas del mundo, entonces la tarea de los divulgadores se vuelve más compleja”.

Recordó que a finales del siglo XIX y principios del XX, al presentarse un auge en la investigación científica, la sociedad tenía una percepción positiva de ella porque resolvería todos sus problemas con ayuda de la tecnología.

Ante este panorama, dijo que es menester buscar una forma de integrar el desarrollo científico y la forma de comunicar la ciencia, a fin de tener un efecto positivo entre la opinión pública. Por ello hizo una breve y profunda explicación sobre dos modelos que pueden ser considerados para la comunicación de la ciencia.

El primer modelo es el propuesto por Martín W. Bauer, quien divide en tres periodos la comunicación científica: el primero comprende de 1960 a 1980, denominado “Alfabetización científica”, en el que detecta un déficit de conocimiento por parte del público y la estrategia aplicada fue realizar mediciones o encuestas para saber el grado de conocimiento sobre el quehacer científico.

En el segundo periodo, de 1985 a 1990 que fue el de “Comprensión”, hubo un problema de actitud entre las personas; esto es, no hubo mucho interés en estos temas porque la gente no los entendía, por lo que la estrategia educativa tuvo como fin hacer un cambio en las actitudes, y esto sólo podía hacerse desde las escuelas con la organización de ferias de la ciencia, la creación de museos científicos o con ciencia callejera.

El último periodo inició en 1990 y aún continúa, es llamado “Ciencia en la sociedad” y se caracteriza por un déficit de confianza en la ciencia y en los expertos al considerar que más que ayudar ha ocasionado grandes problemas mundiales, de ahí que se busque vincular el trabajo científico con la sociedad, que incida en la vida cotidiana de las personas al resolver problemáticas específicas.

La segunda tendencia comunicativa es la planteada por Bucci y Trunch, quienes también dividen la historia de la comunicación de la ciencia en tres periodos. El primero es la popularización de transferencia, pues la comunicación sólo era de un sentido: de los científicos para la gente.

El segundo, de la negociación de consulta de dos vías. Fue el momento en que surgió la responsabilidad social, es decir, cómo los conocimientos científicos pueden ayudar en la vida cotidiana. Y en el tercero, conocimiento co-producción –el que transitamos actualmente–, el conocimiento se construye con ayuda de la sociedad y de los científicos y la ciencia termina por democratizarse.

Herrera Lima puntualizó que el tipo de comunicación que se hace en el mundo dependerá del estatus que tenga la ciencia en la sociedad; por ejemplo, si la ciencia es percibida favorablemente, entonces la comunicación tendrá un sentido y objetivo que dar a conocer.

Entre las consideraciones que el profesional de la comunicación pública de la ciencia debe tomar en cuenta, está, fundamentalmente, tener un conocimiento profundo del contexto socio-histórico en que se va hacer la interlocución con los destinatarios; conocer las diferentes dimensiones de los medios de comunicación y las dinámicas sociales de la práctica científica.

“Una competencia indispensable, que no sólo es el conocimiento científico, es la capacidad de transformar lenguajes especializados en lenguajes mediáticos, literarios o simples, no es una capacidad menor”, subrayó.

La ex Coordinadora de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del ITESO, puntualizó que los objetivos deben ser: contribuir a la formación de una ciudadanía participativa e informada; tener una mayor comprensión de la problemática compleja de la vida cotidiana; proporcionar elementos para poder formular más interrogantes a los científicos.

“La ciencia no sólo debe ser puesta para el conocimiento, gusto o aptitudes de la sociedad, sino para su uso, para que se la puedan apropiar y hacer algo con el conocimiento científico, para comprender su realidad cotidiana y poder incidir en ella”, finalizó.

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