Martha Lidia Morales Bernal (marzo 2 de 1961- finales de febrero de 2016).
Bailarina, maestra y coreógrafa xalapeña, en 1977 ingresó a la Facultad de Danza de la UV donde estudió con destacados maestros nacionales y extranjeros. Obtuvo la Licenciatura en Artes (opción Danza) en abril de 1993 con el Reporte de Trabajo titulado “La siesta del fauno”, siendo aprobada por unanimidad por un jurado integrado por Alejandro Schwartz (Presidente), Leticia Bravo (Secretaria) y Ramiro Sotelo (Vocal). Aún siendo alumna de la Facultad ingresó a la Compañía de Danza de la Universidad Veracruzana bajo la dirección de Rossana Filomarino donde llegó a ser bailarina principal, interpretando papeles importantes en obras dancísticas de destacados coreógrafos de nivel nacional e internacional como la propia Filomarino, Federico Castro, Ana Sokolow, David Wood y Judith Hoogan.
En esa compañía compartió créditos con otros destacados profesionales como: Tonio Torres, Jorge Marcos, Esteban Toscano, Isandra Reyes, Marcela Aguilar (Costa Rica), Ruth Murphy (USA), Javier Romero, Teresa Favela, Patricia Otamendi y Patricia Ladrón de Guevara e intervino en las coreografías del repertorio: Encuentros e imágenes, de Federico Castro con música de J. A. Alcaraz; Turbulencias, también de Federico Castro con música de Iannis Xenakis y Tomasso Albinoni; Acto de amor, de Guillermina Bravo con música de Antonio Vivaldi; Mural de Anna Sokolow con música de Carlos Chávez; Su teléfono no contesta, de David Wood con música de efecto de timbre de teléfono; Soñadores, de Judith Hogan con música de Colin McPhee; y en las de Rossana Filomarino: Estudios, con música de Guillermo Cuevas, Llama de amor viva, con música de Gesualdo da Venosa e indígena Huave, Lugar común, con música popular y de Penderecki, y Fausto, con música de Manuel de Elías. También interpretó obras de Guillermo Palomares durante la época de éste como director de dicha compañía y en Los treinta, espectáculo dancístico teatral con libreto de Josué Morales “Cheché”, dirección de Germán Castillo, coreografía de Alejandro Schwartz, con música popular interpretada por la Orquesta de Música Popular de la UV, bajo la dirección del maestro Mateo Oliva.
Invitada por la maestra Guillermina Bravo, cursó una especialidad en Técnica Graham por espacio de dos años con el Ballet Nacional de México, en México DF., aunque su formación incluyó también otras técnicas de danza como: Limón, Nikolais y Humphrey además de jazz y en áreas como: Danza para la comunidad universitaria, Danza terapia y Técnicas corporales para elactor.
Inició su actividad docente impartiendo clases en los Talleres Libres de Danza de la Facultad de Danza a cambio de una beca-trabajo, y desde finales de los años ochenta hasta el año 2014 fue maestra de las asignaturas de Corporales y Danza en la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana, donde realizó infinidad de montajes con sus alumnos al término de cada ciclo escolar.
Como creadora realizó trabajos coreográficos para directores teatrales como: Martha Verduzco, Enrique Pineda, Martha Luna, Luis de Tavira, Ludwig Margules y Rogelio Luévano, siempre con la Compañía de Teatro de la Universidad Veracruzana (ORTEUV). Fundó y dirigió el Grupo independiente Escencia y movimiento, con el cual creó varios montajes: La siesta del fauno, Delirium, Tango para tres, Soñadores, Ilusión de un hombre solo, Reencuentro, entre muchas otras. Con ese grupo también montó obras de teatro: Sotoba komashi (de Yukio Mishima), Un día de viento (de Esther Hernández Palacios), las cuales fueron presentadas en diferentes ciudades y foros del estado de Veracruz.
Martha Lidia Morales Bernal, mujer guerrera, de carácter sólido que le llevó a enfrentar con entereza y decisión muy difíciles pruebas a través de su corta vida. Impulsora ferviente del arte, la danza y la cultura, fue como ser humano cálida, sólida y directa en la amistad, dulce en el trato, magnánima en el afecto, pero intensa, exigente, apasionada y disciplinada en el trabajo.
Su última aparición escénica constituye un hecho histórico, emotivo y ejemplar de lo que implica ser un profesional en toda la extensión de la palabra. Fue durante la función de graduación de su hija Maciel –quien siguió sus pasos- como Licenciada en Danza Contemporánea, a la cual dirigió y asesoró en su proyecto de titulación, aportando -además- coreografía y ejecución.
El momento especial, mágico se dio al finalizar el espacio académico-artístico, cuando en compañía de su partner de siempre Jorge Marcos, interpretó un dúo que dejo al público con el corazón en la boca y el alma en vilo por la impecable demostración técnica, artística e interpretativa, que sólo tienen los elegidos, los tocados por la mano mágica de los duendes y las hadas de la escena, que dejó en claro la férrea disciplina y el inmenso trabajo, pasión y dedicación de toda una vida a la actividad que se ama: la danza.
El que escribe la conoció durante sus años de ingreso a la Facultad de Danza (una adolescente alegre, llena de vida), y conservó el privilegio de su amistad por todos los años siguientes, hasta la fecha.
Descansa en paz, querida e inolvidable, frágil y dulce Martha, maestra, bailarina, creadora pero ante todo: amiga. Tu recuerdo permanece en quienes te conocimos, para siempre.
