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La pospornografía lucha en contra de la sobreerotización: Rosío Córdova

  • La historiadora del IIHS-UV dijo que se trata de un movimiento contrahegemónico que critica la genitalización de los cuerpos
  • Dictó la ponencia “De la vida sexual de los salvajes a la pospornografía” donde expuso el papel actual de la sexualidad, observada como definitoria de quienes somos

 

La investigadora Rosío Córdova dictó la ponencia “De la vida sexual de los salvajes a la pospornografía”

La investigadora Rosío Córdova dictó la ponencia “De la vida sexual de los salvajes a la pospornografía”

 

Claudia Peralta Vázquez

Foto: César Pisil Ramos

24/08/2022, Xalapa, Ver.- La pospornografía rechaza la idea de la pornografía de dividir, fragmentar, genitalizar y sobreerotizar la sexualidad, de la cosificación del otro, de los estereotipos físicos y la distorsión del deseo femenino por parte de la mirada masculina del sexo, planteó Rosío Córdova Plaza, investigadora del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIHS) de la Universidad Veracruzana (UV).

El martes 23 de agosto, la historiadora dictó la ponencia “De la vida sexual de los salvajes a la pospornografía”, como parte de las actividades que el IIHS desarrolla a través de los doctorados en Ciencias Sociales, y en Historia y Estudios Regionales; la Maestría en Ciencias Sociales; y el Premio al Decano en Humanidades 2021.

Durante la transmisión en modalidad híbrida, desde el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del IIHS, Córdova Plaza hizo una recopilación de estudios antropológicos con base en la sexualidad y sus transformaciones a lo largo del tiempo, aproximaciones teóricas y constructos.

Sin embargo, expuso el papel actual de la sexualidad, observada como definitoria de quienes somos, al racionalizar y sexualizar el cuerpo.

“Lo sexual se constituye como lugar de prácticas de dominación y de repetición de construcciones simbólicas y referenciales sobre el cuerpo.”

También, es un espacio de afirmación política de los sujetos jóvenes y de los movimientos sociales, como las luchas a favor del aborto.

“Constituye este espacio de poder, de dominación, nos dice qué tipo de cuerpo somos, desechables, usables e indistintos.”

Afirmó que la pornografía hoy en día transmite a las y los adolescentes que ese tipo de conductas son normales, pues homogeneizan los ideales de belleza, sexo y se apropia del cuerpo que es fragmentado, utilizado como una mercancía o espectáculo para su consumo.

Por su parte, la pospornografía fue un término usado por el fotógrafo erótico Win van Kempen, quien también lo llamó “género visual ecléctico”, el cual combinaba el sexo y la política.

“Lo que quería era irrumpir en esta normalización de lo considerado decente, bueno y normal.”

Por tanto, tiene la intención de criticar esas posturas de manera humorística, rechaza la idea de la pornografía de dividir los cuerpos, fragmentarlos y genitalizar la sexualidad.

Es un movimiento político y artístico en contra de la sobreerotización. “La pospornografía lucha contra eso y se apropia de las transgresiones desde los cuerpos o sexualidades abyectos”, subrayó.

En el marco de la conferencia, expuso el interés y la larga tradición antropológica por documentar prácticas sexuales de pueblos y comunidades de África y Nueva Guinea, tales como comportamientos homosexuales.

Compartió con los asistentes que atendieron la plática –de forma virtual y presencial– algunos estudios de la antropología evolucionista, del funcionalismo y culturalismo, relativismo cultural y antropología simbólica.

Al referirse a la conformación cultural de la sexualidad, explicó que está determinada por sistemas de género, parentesco y familiares, organización social, económica, política, normatividades sociales, tanto formales como informales, y de movimientos políticos y de resistencia que se oponen a los controles sociales y morales.

Precisamente, de la parte social de la sexualidad se desprende la acción ética del sujeto, es decir, cómo la sociedad conduce y canaliza un tipo de comportamiento.

“Qué cosa nos produce placer, cómo debemos procrear, cuáles son las formas particulares de cortejo, matrimonio, patrones de parentesco, y están entrelazados con la sexualidad.”

La investigadora comentó algunos estudios sobre la transformación en términos morales de la sexualidad, de constructos de las mujeres frígidas y castas.

Uno, precisamente, refiere que entre los siglos XVI y mediados del XVII en Europa se creía que las mujeres necesitaban tener orgasmos para quedar embarazadas, pero conforme avanzó la fisiología y se descubrió que no hay necesidad de eso, las mujeres se convierten en frígidas y castas.

“A las mujeres les daba horror la sexualidad, esto resultado del cambio en la concepción de la fisiología femenina de estar necesitada de placer y de pronto no necesitar sexo para nada.”

Con dicho ejemplo quedó claro cómo la moral y los juicios de la sociedad impactan en las conductas sexuales.

“Toda cultura involucra concepciones sobre la naturaleza del cuerpo y del deseo, y sobre la fisiología del placer y la procreación.”

Es decir, la sexualidad del sujeto se controla apelando a su moral, movilizando el temor o repulsión y los comportamientos sexuales no permitidos exhiben cargas negativas.

Por tanto, la sanción a las transgresiones cobra la forma de nociones culturales sobre decencia, pureza, suciedad, repugnancia y contaminación.