- La llegada de José Vasconcelos como primer secretario de Educación Pública, fue decisiva para consolidar un proyecto muralista
- Artistas como Roberto Montenegro, Jorge Enciso y Diego Rivera abrieron el camino hacia un arte monumental de carácter social
- Señaló Carla Zurián, profesora-investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al impartir ponencia en la Universidad Veracruzana
Paola Cortés Pérez
Fotos: Luis Fernando Fernández (1 y 2) y Omar Portilla Palacios (3)
04/09/2025, Xalapa, Ver.- Las conmemoraciones de 1921, correspondientes al primer centenario de la consumación de la Independencia de México, sentaron las bases para el surgimiento del muralismo como proyecto artístico y político de la posrevolución, apuntó Carla Zurián de la Fuente, profesora-investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Lo anterior, en el marco del Seminario de Historia Intelectual/Historia Cultural, al impartir la conferencia “La gestación del muralismo mexicano en las fiestas del centenario de la Independencia (1910-1921)”, en el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV). La moderación corrió a cargo de Elissa Rashkin, investigadora del Centro de Estudios de Cultura y Comunicación (CECC).
Zurián de la Fuente contó que los festejos de 1921 no fueron simples conmemoraciones: “40 días de celebraciones ininterrumpidas con eventos diplomáticos, populares y artísticos, que marcaron el inicio de la reconstrucción nacional”.
Entre los hitos de ese año figuran la creación de la Secretaría de Educación Pública, la efervescencia de movimientos estudiantiles y la publicación del manifiesto “Los tres llamamientos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación americana” –escritos por David Alfaro Siqueiros en 1921–, texto que influyó en los artistas mexicanos.
Para comprender el muralismo, dijo que es necesario mirar los ejercicios previos que se realizaron en espacios de gran valor cultural. En la Escuela Nacional Preparatoria y en el Antiguo Colegio de San Ildefonso se dieron los primeros intentos de pintura monumental, impulsados por la Sociedad de Pintores y Escultores de México en 1910, entre quienes estaban José Clemente Orozco, Saturnino Herrán, Jorge Enciso y Roberto Montenegro.
Pese a que la Revolución Mexicana interrumpió varios proyectos, algunos artistas continuaron explorando el gran formato en iglesias, casas particulares o edificios públicos, aunque fueron trabajos aislados “lograron apercibirse como los ensayos de una labor plástica de cara a 1921”, señaló Carla Zurián.
Los murales en San Pedro y San Pablo
La conferencista destacó que uno de los escenarios fundamentales fue el Antiguo Colegio de San Pedro y San Pablo –actualmente Museo de las Constituciones–, donde Roberto Montenegro, Jorge Enciso y Javier Guerrero participaron en las labores de rehabilitación bajo encargo de José Vasconcelos, quien fue el primer secretario de Educación Pública.
Roberto Montenegro pintó el mural El árbol de la ciencia (o El árbol de la vida), una alegoría donde doce mujeres danzan alrededor de un caballero armado, rodeados de una fauna simbólica. Es considera la obra que marca el inicio del muralismo mexicano.
Reiteró que, aunque no existía aún un discurso claramente revolucionario, estos ensayos constituyen el antecedente inmediato del muralismo: “Nunca hay primeras obras y segundas obras, sino una pintura pionera que demoró mucho en ser concluida”.
Además, en este recinto también se emplomó el vitral del escudo universitario diseñado por Jorge Enciso, en el que apareció por primera vez el lema “Por mi raza hablará el espíritu” propuesto por Vasconcelos.
San Ildefonso: el laboratorio del muralismo
El Antiguo Colegio de San Ildefonso fue otro espacio decisivo. A partir de 1922, en su anfiteatro y muros se concretaron las primeras comisiones formales, cuando el secretario de Educación Pública José Vasconcelos convocó a Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Fernando Leal y Fermín Revueltas.
Carla Zurián subrayó que bajo la dirección del titular de la SEP “esta labor mural se convertiría en un verdadero laboratorio estético e ideológico”. Obras como La creación, de Diego Rivera, o La fiesta del Señor de Chalma, de Fernando Leal, marcaron el inicio de una estética que vinculó la tradición prehispánica, el mestizaje y los ideales de la Revolución Mexicana.
Finalmente, la investigadora del INAH recalcó que el muralismo no surgió de manera espontánea, sino como resultado de ese ambiente cultural y político que detonaron las fiestas de 1921.
“Fue la simiente que conformó a este otro cúmulo de pintores que en un México posrevolucionario buscaban plasmar una visión nacional en obras de gran formato”, destacó.
El movimiento muralista, añadió, consolidó un arte público de alcance social que convirtió a México en referente mundial y que tuvo en las fiestas del centenario su punto de arranque.
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