- El director del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad puntualizó la importancia de distinguir entre ciudadanía y empresariado en el mundo digital
- Al ingresar a las redes sociales, nuestros datos son utilizados para los fines de las empresas informáticas

John Ackerman, director del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la UNAM
Texto y fotos: David Sandoval Rodríguez
13/06/2025, Xalapa, Ver.- Las redes sociales son entendidas como espacios abiertos de comunicación entre personas, sin embargo, en realidad son plataformas digitales de empresas que establecen sus propias reglas pero no se apegan a la legislación vigente en México en materia de protección de datos y de los derechos ciudadanos, planteó en entrevista John Ackerman, director del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
¿Qué impacto tienen las redes sociales en el momento actual de nuestro país?
Mira, aquí hay una distinción muy importante entre las redes sociales, que son las que vivimos todos los días, y las plataformas digitales. Estas últimas son empresas, son aplicaciones, casi siempre trasnacionales, que sí generan un espacio para nuestro intercambio de información y de comunicación, pero cuyo interés es lucrar, muchas veces también influir políticamente.
¿Cómo es que estas plataformas digitales nos influencian?
Por ejemplo, cuando yo abro mi cuenta de X, de Instagram o de Facebook, tengo que firmar un contrato que casi nadie lee, pero das clic y ya estás dentro porque quieres estar en ese ámbito. Pero al aceptar estas reglas para estar ahí, estás aceptando que tus datos personales están siendo utilizados para fines empresariales, corporativos y políticos.
Ahora en lugar de estar en un espacio abierto de comunicación, estamos dentro de espacios privativos, donde sus reglas predominan y controlan lo que estamos haciendo.
¿Cómo es que nos controlan sin darnos cuenta?
Por ejemplo: yo debería poder entrar a mi cuenta de Instagram o de Facebook y cambiar mi algoritmo; ya no quiero que me sigan dando los mismos videos de perritos y gatos, ya me interesan los dinosaurios, o pueden ser cosas más trascendentes, pero yo debería poder hacer mi propia curaduría de esta información que me va llegando, no ser simplemente un consumidor pasivo de lo que me van sirviendo estas empresas que, obviamente operan por mis propios intereses, pero también por el dinero que reciben por sus intereses.

El entrevistado destacó la necesidad de regular a las empresas que poseen las plataformas digitales en materia de derechos humanos
Tenemos la idea de que se cae WhatsApp y uno asume que ya no hay formas de comunicarse, se confunde la empresa con el medio…
¿Se cayó WhatsApp y qué hago? Pues una llamada, ¿verdad? Es poderosa esa percepción que se nos queda, de que ya no hay Facebook, ya no hay Twitter, y bueno, ¿qué hacemos ahora? Pero estamos en manos de un señor, Mark Zuckerberg, el dueño de Facebook.
La verdad es que sí es muy extrema la situación que estamos viendo. No nos damos cuenta cuando las cosas fluyen, pero apenas hay algún problema y sí nos damos cuenta de lo vulnerables que somos.
Justamente esas mismas tecnologías que nos tienen que fortalecer como humanos, nos tienen que generar, por ejemplo, una posibilidad de improvisación y uno imaginaba que las redes sociales eran como muy espontáneas.
Hablamos de intereses muy poderosos, ¿cómo es que el PUEDJS busca incidir en este escenario?
Publicamos recientemente un Decálogo de los Derechos Digitales en Redes Sociales (https://puedjs.unam.mx/decalogo-digital/) y cuando lo presentamos inmediatamente gritaron, y mucho: “¡Censura!”, y que queremos controlar estas plataformas digitales.
Nosotros decimos: no; más bien estas plataformas digitales no quieren tener nada que ver con la soberanía ni el Estado de derecho. No es censura proteger a las infancias, no es censura obligar a esas empresas a que paguen impuestos o a que transparenten sus algoritmos.
Esa es la “censura” a la que se refieren: aplicar el interés público, la ley, la constitución, la soberanía y los derechos humanos a ese ámbito de las redes sociales. No es censura, es simplemente generar un ambiente más sano para el desarrollo del individuo.
Tampoco queremos que cualquier burócrata pueda censurar alguna expresión que no le gusta, pero sí es importante tener los intereses ciudadanos por encima de los intereses privados de sus plataformas.
¿Hay posibilidades de que se respeten los derechos digitales?
Sí, por ejemplo, en México tenemos un sistema avanzado de regulación de la esfera electoral. Está prohibida la contratación de anuncios en radio y televisión. Tiene que ser financiamiento público, tiene que haber cierta equidad entre los diferentes partidos políticos.
Pero esto es solamente radio y televisión, en las redes sociales es la ley de la selva porque se hacen guerras sucias, se hacen campañas sin absolutamente ningún control sobre quién las está financiando, puede ser el narco, puede ser internacionalmente lo que quieras, es otro ámbito muy importante.
¿Podría contarnos cómo desarrolla su labor el PUEDJS?
Nuestro programa sobre democracia, justicia y sociedad tiene muchas aristas y una de las áreas que más nos interesa es precisamente la democracia digital.
Hace unos años creamos el Tlatelolco Lab porque nos encontramos en la Torre de Tlatelolco, en el centro de la Ciudad de México; es el Laboratorio Digital por la Democracia que integra a un equipo de muchos jóvenes de manera muy disciplinaria; son historiadores, antropólogos, economistas, filósofos, programadores, físicos. Es de los únicos laboratorios de su tipo en México y en América Latina.
Hacemos un trabajo cuantitativo y cualitativo, también de litigio estratégico a favor de los derechos de las audiencias y de los ciudadanos en las redes sociodigitales.
Hay que recordar que Elon Musk no solo es un empresario, es un político con un proyecto muy específico. Entonces, este laboratorio justamente busca navegar este océano tan complejo de las plataformas digitales para entender hasta qué punto fortalece, hasta qué punto debilita nuestra democracia y cómo podemos, como ciudadanos, ir generando diferentes herramientas para navegar por ahí, para defender nuestra humanidad y nuestro sistema político-democrático y la soberanía nacional.
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