Entrevista

Tesista abordó violencia en Chiapas

  • La universitaria trabajó el tema de la violencia en niños y mujeres de comunidades zapatistas

 

Norma Angélica Rico, egresada del Doctorado en Investigación Educativa

 

Paola Cortés Pérez

06/02/2018, Xalapa, Ver.- Norma Angélica Rico Montoya se graduó del Doctorado en Investigación Educativa con la tesis “Infancias y maternidades zapatistas: subjetividades políticas emergentes en las prácticas educativas y de resistencia-rebelde frente a la contrainsurgencia en Chiapas”, dirigida por Bruno Baronnet y Guadalupe Mendoza Zuany, investigadores del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la Universidad Veracruzana (UV).

El pasado 26 de enero, Rico Montoya defendió frente a los sinodales que las mujeres-madres, así como los niños y niñas, son fundamentales dentro del movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y de las comunidades zapatistas, porque con su presencia y participación política han transformado las prácticas educativas, los roles de género y las relaciones comunitarias y familiares.

En entrevista posterior al examen profesional, la nueva doctora narró que desde 1995 ha trabajado en las comunidades zapatistas, primero como corresponsal de guerra y posteriormente desde el ámbito de los derechos humanos y la intervención comunitaria en proyectos socioculturales y de educación autónoma.

Destacó que a raíz de la masacre de Acteal, Chiapas, en 1997, ha convivido y trabajado principalmente con niños y niñas de las comunidades indígenas zapatistas.

“Una de las preguntas que surgió cuando realicé mi trabajo de investigación de mi maestría –sobre niños y niñas en resistencia, autonomía y guerra de baja intensidad– fue qué pasaba en las prácticas educativas o de crianza.”

Aunque tenía una respuesta, consideró oportuno investigar las prácticas educativas y cómo influyen en el comportamiento de los niños y las niñas zapatistas; fue así que decidió analizar las relaciones que se establecen entre madres e hijos zapatistas en un contexto de guerra.

Explicó que aborda el tema desde la microhistoria, es decir, a través de relatos biográficos, entrevistas, charlas y dibujos, de las mujeres, los niños y las niñas.

 

Mujeres-madres transformaron el movimiento

Las participantes en el proyecto de investigación fueron: Gabriela y Manuela (por cuestiones de seguridad, los nombres son pseudónimos), de 43 años de edad, vivieron la conformación de la organización clandestina y luego el levantamiento armado. Una de ellas fue insurgente y también parte del levantamiento armado de 1994.

Luego están dos mujeres más, Mariana de 23 años y Ana María de 28, esta última creció durante el levantamiento armado y ahora es autoridad autónoma. Finalmente, Amalia, compañera de 53 años, nació en una finca cafetalera, pero frente a la violencia y sometimiento del que fue objeto su familia, tuvieron que abandonar su comunidad y colonizar la selva, todo esto durante su niñez.

Y por último, 15 niños y niñas, los hijos de ellas, quienes van de los seis a los 12 años de edad, todos han crecido en el proceso autonómico zapatista.

Ante la pregunta si estas mujeres tienen sentimientos de rencor por la violencia y desplazamiento vivido, Norma Angélica respondió que no, debido a que su educación y formación zapatista ha sido de resistencia rebelde y desde esa misma perspectiva han educado a sus hijos.

“Hablan que el verdadero resiliente no es el que se adapta a cualquier cosa, por el contrario, es aquel que no se resigna a generar y reproducir las condiciones de violencia, de hambre y de marginación.

”Para ellas, lo más importante es que sus hijos no vivan lo mismo, que no vivan un desplazamiento forzado, que no pasen hambre, que puedan tener educación, que crezcan de otra manera y con más oportunidades. Esto es lo que han transmitido de generación en generación.”

Resaltó que las mujeres-madres son fundamentales dentro del movimiento y las comunidades zapatistas, porque han transformado completamente las prácticas educativas, las interrelaciones, los roles de género; ahora las mujeres tienen mayor participación política.

Además, han impulsado las leyes revolucionarias, la igualdad y el “caminar juntos” hombres y mujeres –lo cual es muy difícil–, entre otros cambios que han sido para bien, agregó.

Por otro lado, dijo que durante el desarrollo de la investigación se pudo comprobar que los infantes y las mujeres-madres no se reproducen ni constituyen a sí mismos como víctimas pasivas de la contrainsurgencia, sino actores y sujetos sociales.

Aunque la maternidad y la niñez han sido usadas por la contrainsurgencia como una manera de aterrorizar a la gente, ejemplo de ello es el caso de Acteal (1997), donde cuatro mujeres embarazadas fueron masacradas junto con niños y niñas por considerar que son quienes pueden dar continuidad al pueblo y la organización.

Aclaró que la contrainsurgencia no sólo busca acabar con el enemigo físicamente, sino que pretende atemorizarlo, aislarlo, socavarlo y generar el terror entre la población que apoya de alguna manera a estas comunidades.

“Es lo mismo que pasa ahora con las decenas de desplazadas en Chiapas, son mujeres embarazadas y de edad avanzada, acompañadas de niños y niñas. Siguen siendo el grupo estratégico para aterrorizar a los demás.”

 

Niños y niñas zapatistas no reproducen la violencia

Desde que Norma Angélica trabajaba con niños y niñas, hubo una situación que le fue interesante, a ella como a diversas personas: la población infantil no reproduce la violencia en su contexto cotidiano.

Durante el estudio, dijo que el factor principal es que el EZLN es un movimiento de familias y comunidades, esto permite que los niños no experimenten la violencia y la guerra de manera individual como sucede en otras situaciones, por ejemplo en Colombia donde tienen que desplazarse solos o son vinculados a los grupos guerrilleros.

En este caso, apuntó, los niños viven junto a su familia el dolor, la impotencia, la angustia, pero también el valor y la dignidad, motivo por el que las mujeres-madres juegan un papel fundamental. Si ellas, ante la violencia, reaccionan de una manera organizada y tranquila, contribuirán a eliminar la tensión que sienten sus hijos y les ayudan a asimilar las pérdidas.

“Al esposo de Manuela lo mataron en una emboscada frente a su hijo de ocho años de edad, sólo por ser zapatista. Al niño lo dejaron vivo para que fuera el encargado de avisar a la comunidad y a su mamá. Ella junto con su familia salieron de su comunidad y un municipio autónomo los acogió, fueron cuidados y protegidos por los promotores, el concejo autónomo y las otras familias, esto genera compañerismo y lazos fraternos al saber que no estaban solos.”

Las mujeres-madres zapatistas, dijo, han desarrollado actitudes y acciones para eliminar la tensión y el miedo que produce la violencia en sus hijos. Los niños y niñas relataron que cuando pasan por un retén militar, sus mamás y hermanos mayores les hacen cosquillas, los abrazan, les cantan o simplemente les dicen “no pasa nada, perro que ladra no muerde”.

También los promotores educativos tienen un papel significativo en la formación de los pequeños, al reproducir la cultura, la resistencia, la rebeldía, el gusto por ser comunidad y pueblo indígena.

“Es difícil hablar de la infancia zapatista, porque no sólo es una, por eso hablo de las infancias y maternidades zapatistas porque son varias generaciones que cuando llegan a la edad adulta pasan la estafeta para seguir construyendo, organizando, hablando de la resistencia rebelde, hacer fiesta y celebrar que están organizados y pueden hacer algo mejor para las nuevas generaciones.”

 

Una investigación interdisciplinaria

Sobre su trabajo de investigación, Richard Stahler-Sholk, profesor de la Eastern Michigan University y quien fungió como lector de la tesis, dijo que ofrece una visión de la vida al interior de las comunidades, de la cotidianidad, presenta a los actores sociales, visibiliza a los sujetos y personas en su realidad. Es un trabajo muy valioso.

“Una de las cosas importantes del trabajo de Angélica es que no sólo es una tesis, es realmente un compromiso, es un trabajo de investigación comprometido; muchas veces desde la academia manejamos que toda investigación debe ser objetiva, pero eso sólo es un pretexto para no meternos a fondo en la cuestión.”

Finalmente, el director de la tesis y académico del IIE, Bruno Baronnet, dijo que se trata de una investigación interdisciplinaria, al utilizar herramientas metodológicas y conceptuales de distintas áreas del conocimiento como psicología social, sociología, antropología, estudios rurales, estudios de género, entre otros.

“Es el primer trabajo que conocemos en la literatura científica sobre Chiapas que aborda el tema de la subjetividad social desde la óptica de las mujeres-madres y la niñez indígenas, estoy orgulloso de que haya surgido en la Universidad Veracruzana, esto indica que estamos a la vanguardia en estudios sociales.”

 

Richard Stahler-Sholk, Angélica Rico y Bruno Baronnet

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