Cultura

Petrograbados en Cerro de los Otates remiten a relación tiempo-espacio

  • Javier Bonilla Palmeros habló de una práctica de campo que en 2008 se llevó a cabo en el sitio

 

Javier Bonilla Palmeros, investigador del Instituto de Antropología

 

Karina de la Paz Reyes Díaz

06/12/18, Xalapa.- El profesor-investigador del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV), Jesús Javier Bonilla Palmeros, planteó una visión general de los petrograbados del Cerro de los Otates, y su referencia a las concepciones tiempo-espacio que en su momento desarrolló la sociedad que habitó este sitio.

Bonilla Palmeros expuso el 6 de diciembre “Un acercamiento a los petrograbados del Cerro de los Otates”, en el Coloquio Internacional “Arte rupestre: estudio y diálogo con las comunidades”, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México y la UV, y cuya sede fue el Museo de Antropología de Xalapa. Participación que es resultado de una práctica de campo que se llevó a cabo en 2008 en el sitio de los Otates, ubicado en el municipio de Actopan.

Explicó que se le conoce como Cerro de los Otates porque muy cerca está la comunidad que se originó en 1830, cuando la dueña de la hacienda de Almolonga dio tierras a labriegos de la región y fundaron tal comunidad. Al tiempo que remarcó que “desde ese momento podríamos suponer que la gente que habitó los Otates recorrió el territorio y empezó a aprovechar algunos de los materiales, ya sea rocosos o bien las piedras careadas que formaron parte del sistema constructivo de la región”.

En otras palabras, sería a mediados del siglo XIX que empezó el saqueo de los materiales en el sitio, cuyo desarrollo está ubicado temporalmente en el Posclásico temprano y tardío. Incluso, se construyó una capilla con los materiales de las edificaciones prehispánicas; tal templo católico se inició en 1905 y fue dedicado a San José, lo que implicó que por muchos años se realizara una festividad en lo alto del cerro, lo cual también contribuyó notoriamente en el deterioro de los basamentos, aunado al fuerte saqueo del momento.

“Podemos ver en las paredes (de aquella capilla hoy abandonada) esos bloques que muestran algunas espirales, líneas ondulantes de estos petrograbados que debieron caracterizar esas construcciones”, dijo. “Aunque está muy deteriorado y saqueado, todavía en esta práctica de campo se observaron algunos materiales muy interesantes: se ubicaron dos representaciones simbólicas de cerro con escalinatas al centro, junto de una unidad habitacional, podríamos suponer que nos está remitiendo a esa configuración simbólica del cerro”, añadió.

Asimismo, encontraron una esquematización alusiva a Ehécatl-Quetzalcóatl, representaciones zoomorfas (como la de un conejo), pero las formas más elaboradas que ubicaron en el Cerro de los Otates son las maquetas, donde se configura simbólicamente el espacio (como las estribaciones de la Sierra de Chiconquiaco), pero también el tiempo.

“Aquí tenemos un ejemplo de lo que denominamos ‘el patolli del camino’, porque una parte de la piedra donde fue tallado forma parte de la vereda que sube al cerro y donde, después de una pronunciada subida, la gente se para a descansar. Entonces, esa fricción con los zapatos originó que una parte se fuera deteriorando y casi se ha borrado”, explicó mientras mostraba una imagen.

“Todo nos está remitiendo a una interrelación tiempo-espacio sustentada en una concepción cíclica del tiempo, y más si tenemos presente que en muchos de los petrograbados del Cerro de los Otates aparecen las aves, y la cuenca de Actopan está ubicada dentro de una importante ruta migratoria donde anualmente las aves se desplazan hacia la costa.”

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