Cultura

Lingüistas indígenas dialogaron sobre tradiciones de Día de Muertos 

 

  • En Chicontepec los altares incluyen patzcalli, platillo típico de la región elaborado a base de pipián y chile guajillo 
  • En las ofrendas zoques sobresalen frutas como camote, naranja, plátano y caña 
  • En Abasolo del Valle el altar de muertos se sahúma con incienso y copal para santificarlo 

 

Sabina Cruz mostró algunos elementos del altar de muertos en Chicontepec

 

Carlos Hugo Hermida Rosales 

19/10/2021, Xalapa, Ver.- Investigadores hablantes de diversas lenguas originarias dialogaron el 15 de octubre sobre las características particulares que el Día de Muertos tiene en distintas localidades indígenas de la entidad, dentro de la mesa de diálogo “La celebración del Día de Muertos en comunidades indígenas de Veracruz”. 

Este foro ocurrió dentro del evento anual de Todos Santos, realizado por el Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV).  

Sabina Cruz de la Cruz, del Instituto de Docencia e Investigación Etnológica de Zacatecas, compartió que en Chicontepec las festividades del Día de Muertos comienzan el 29 de septiembre, fecha en la que se celebra a San Miguel Arcángel y se cree que llegan las almas de los difuntos.  

Relató que en algunas comunidades de este municipio realizan un tianguis grande la semana anterior a los días 1 y 2 de noviembre, en el que las personas compran las cosas principales que van en el altar como el copal, las velas, el copalero y las canastas.  

El 31 de octubre se montan los altares de muertos, que entre otras cosas contienen diversos tipos de tamales, flor de cempasúchil y patzcalli, platillo típico de la región que está elaborado a base de pipián y chile guajillo. 

 

Inocencio Flores Mina

 

Además, en los patios de las casas se coloca una cruz elaborada con flores, que incluye un morral con comida y bebidas destinado a los difuntos que no los espera nadie. 

Inocencio Flores Mina, investigador en la Academia Veracruzana de Lenguas Indígenas (Aveli), afirmó que para el pueblo tepehua la celebración del Día de Muertos tiene una importancia fundamental, y compartió que en los días que ocurre la vida se detiene, ya que todos buscan la forma de participar en esta festividad.  

Los días previos en la milpa ya se habla de la importancia de la fiesta grande, y la gente visita a los panaderos para hacer sus pedidos, acarrea leña con la que se cocinará el mole y se preparará el café.  

Los niños acostumbran recorrer las casas mientras las señoras preparan tamales para los días fuertes de la celebración, que al final serán compartidos entre amigos y familiares.  

 

María de los Ángeles Mondragón Domínguez

 

Esta festividad permite a los tepehuas no olvidarse del saber de los difuntos, pero sobre todo de su palabra y pensamiento.  

María de los Ángeles Mondragón Domínguez, lingüista zoque, compartió que los hablantes es esta lengua indígena comienzan a montar los altares de muertos el día 30 de octubre, y comentó que en ellos sobresale una gran cantidad de fruta de la región como camote, naranja, plátano y caña.  

Declaró que los zoques tienen la creencia de que los muertos llegan con el viento y arriban sedientos, por lo que los altares siempre incluyen agua y un poco de aguardiente, además de platillos típicos como tamales de arroz, yuca y frijol, y un caldo blanco de pollo que contiene pocos condimentos. 

Enunció que lo hermoso de esta festividad es que reúne a las familias en casa de los abuelos para recordar a aquellos que ya partieron. 

Bernardo Galindo Sánchez, investigador del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, mencionó que en la localidad de Abasolo del Valle desde un mes antes se preparan con leña para recibir a los difuntos, a quienes se les monta el altar a partir del 31 de octubre. 

 

Bernardo Galindo Sánchez

 

En este pueblo los altares de Día de Muertos se santifican sahumándolos con incienso y copal; los platillos más preciados que contienen son la torta de huevo acompañada de frijoles refritos y los tamales de hoja de maíz con carne de gallina de rancho.  

Durante los festejos no se pone la música con volumen alto, además se evita discutir ya que los familiares fallecidos están de visita.  

Dionicia Márquez Pascual, investigadora de la Aveli, comentó que en San Pedro Soteapan desde el 29 de octubre las mujeres matan pollos y los lavan en el río, mientras los hombres acarrean la leña con la que se cocinarán los tamales.  

Las abuelitas tienen un papel fundamental en estos festejos ya que ellas son las encargadas de poner el café y hacer las tortillas, y de dar de comer y beber a los familiares de los difuntos.  

 

Dionicia Márquez Pascual

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