Te quiero con todo mi cerebro.

Te quiero con todo mi cerebro.

Bernardino Isaac Cerda Cristerna

 

¿Por qué me levanto a las tres de la mañana mientras todos duermen?

¿Mi corazón sonámbulo se pone a andar sobre las azoteas detectando los crímenes, investigando el amor?

 Jaime Sabines

Estar enamorado provoca maravillosas sensaciones emocionales y físicas. Por el contrario, una ruptura amorosa causa graves malestares. En ambas situaciones, el imaginario popular culpa al corazón. La ciencia muestra que tal órgano bombea sangre a nuestro cuerpo, mientras que el romanticismo lo considera el lugar donde nace o muere el amor. La frase “te quiero con todo mi corazón” expresa la idea del origen cardíaco del amor, per se indescriptible. Sin embargo, las emociones causadas durante el enamoramiento vienen de otro órgano, irónicamente relacionado con la racionalidad: el cerebro.

Para llegar al origen real del amor, antes habría que definirlo. Para evitar los aspectos filosóficos que esto implica, mejor hacerlo de forma simple con el diccionario, y según el de la Lengua Española, amor es:

  1. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
  2. Tendencia a la unión sexual.
  3. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

De las tres, la última llama la atención por hacer mención de la atracción natural. Para ahondar un poco, veamos la definición de naturalmente “sin duda, consecuentemente, por naturaleza, de conformidad con las leyes de la naturaleza.” Si el amor viene de una atracción natural, quizá las ciencias de la vida y sus ramas puedan explicar su origen. Comprender los mecanismos del amor es tan importante como salvar a la humanidad de malignas enfermedades.

El amor es un tema de estudio complicado porque implica múltiples procesos. Dębiec describe que el amor no es un concepto científico y es imposible investigarlo empíricamente con un solo método debido a la variedad de eventos relacionados con el mismo (J. Dębiec., From affiliative behaviors to romantic feelings: A role of nanopeptides.). Por lo tanto, para estudiarlo es importante definirlo científicamente. En un ensayo publicado por el investigador Larry J. Young, en Nature, el autor menciona que el amor es una propiedad que se origina por un cóctel de neuro-péptidos y neuro-transmisores (Larry J. Young. Being human: Love: Neuroscience reveals all.). No estoy seguro que sea la respuesta que uno espera escuchar cuando peguntas –“¿Por qué me amas?–, –Pues por mis neuronas y lo que transmiten–. Responder incluso “por tendencia a la unión sexual” suena más romántico.

El sistema del “amor romántico” es un concepto científico para el estudio de los sentimientos durante el enamoramiento. Éste es un fenómeno universal que involucra comportamientos psicológicos y fisiológicos tales como incremento de energía, euforia, ansiedad, intensa atención y pensamientos obsesivos sobre una persona, dependencia emocional, ansiedad por permanecer unido al amado y proteccionismo de la relación (A. Aron y cols. Reward, motivation, and emotion systems associated with early-stage intense romantic love.). El concepto distingue el sistema del amor romántico de otros tipos de amor. Por ejemplo, el sistema del instinto sexual desarrollado para la gratificación sexual es regulado por estrógenos y andrógenos y se activa por decirlo de forma simple, cuando quieres pasarla bien sin compromisos sentimentales. Otro sistema de amor biológico es el que promueve la unión entre adultos, y se regula por la hormona oxitocina y la hormona vasopresina. En ese caso se perciben sensaciones de tranquilidad, seguridad, calma social y unión emocional. Por ejemplo, en mamíferos y aves, estimula la unión para construir un lugar para vivir en pareja, “hacer un nidito de amor” y favorecer la alimentación de ambos. Las dos hormonas entonces participan en la decisión de vivir en pareja, casarse, o lo que suene bonito a cada quien. Cada diferente sistema de amor puede actuar al mismo tiempo que otro, o bien, activarse de forma individual. Por ejemplo, en hombres y mujeres a los cuales se administran dosis de testosterona, se observa incremento en el deseo y actividad sexual. Sin embargo, no muestran aumento en el amor romántico ni tampoco incremento en un sentimiento de unión a la pareja sexual. La activación individual o en conjunto de los sistemas puede llevar a situaciones particulares, tales como tener un sentimiento profundo de unión a una pareja mientras hay atracción por otro persona, o bien, tener un deseo sexual en respuesta a un estímulo visual, verbal o mental por otra persona que no sea la pareja. Además, puede ocurrir la acción de tener relaciones sexuales con quien no se esta enamorado. O bien se puede estar enamorado de alguien con quien no se tiene contacto sexual, o incluos también puede tenerse un sentimiento profundo de unión por alguien de quien no se siente deseo sexual o amor romántico (H. Fisher y cols. Defining the Brain Systems of Lust, Romantic Attraction, and Attachment). 

Aquí viene el punto interesante a reflexionar, las sensaciones en las relaciones hermosas de cuento de hadas o en las dolorosas historias de novela mexicana tienen un origen en común: el cerebro. El órgano gris posee un sistema regulador llamado “de recompensa”, de forma simple, su papel es liberar sustancias para hacerte sentir bien. En íntima relación con este sistema, dentro de la corteza y subcorteza cerebral, se encuentran las zonas donde se regulan las sensaciones del enamoramiento. Ellas se estimulan por neuro-moduladores tales como la dopamina, vasopresina y oxitocina. La primera influye en el sistema nervioso y en el sistema endocrino como estimulante de deseo y estados eufóricos. Se libera durante relaciones personales satisfactorias y en la actividad sexual llevando hacia una sensación de bienestar. Al incrementarse la dopamina se disminuye la serotonina, bajando a concentraciones similares a las presentes en pacientes con trastornos obsesivos- compulsivos. Por esto, en el enamoramiento se fija la atención y se piensa obsesivamente en un solo individuo. Algunas de las sensaciones de bienestar de la dopamina son también reproducidas por drogas opiáceas como la cocaína. Y como tales, el amor puede causar sensación de adicción. (S. Zeki. The neurobiology of love.). También existe un aumento de energía física, disminución del apetito y del sueño. Todas estas situaciones provocan cambios en el comportamiento y vida diaria. (H. Fisher y cols. Romantic love: a mammalian brain system for mate choice. ). Y esta cadena de eventos podría explicar por qué se hacen cosas anormales a consecuencia del amor. Desde los cambios simples como una visita al peluquero, echarse un poco de perfume, salir a la calle con ropa planchada y zapatos limpios, o los extremos a lo Romeo y Julieta con suicidios, y claro, la nota roja del periódico “lo acuchilla por amor”.

El grupo de rock El Tri dice en una una de sus canciones que el amor es nocivo para la salud y con toda razón, sobre todo es nocivo cuando es mal correspondido. Pero si el amor tiene un origen biológico, entonces en teoría, también habría una cura para el amor. La hipótesis del tratamiento para sanar el dolor amoroso se basa en el uso de hormonas que bloquean las acciones de la dopamina las cuales podrían disminuir las sensaciones del amor romántico (M. Shoja y cols. A cure for infatuation?: The potential ‘therapeutic’ role of pineal gland products such as melatonin and vasotocin in attenuating romantic love). Tal cura ayudaría mucho a evitar las terribles horas de angustia y sufrimiento de un rompimiento. O quizá sea necesario sufrir para aprender a amar. Y quizá las palabras de Leonard Cohen sean las justas en honor al amor: “There ain´t no cure for love”.

Sin duda la psicología, la teología o la sociología tendrán sus explicaciones para mostrar el origen de los sentimientos en el enamoramiento. El alma como fuente de vida, de amor; esa cosa intangible que distingue al ser humano de otras especies. Quizá los expertos en esas áreas podrán debatir a la neurobiología. Mientras eso sucede, la siguiente vez al declarar mi amor diré: “te quiero con todo mi cerebro».