La segunda sesión de miércoles de literatura y música continuó con la vida de Chaikovski y la baronesa Nadiezhda Von Meck, tomando como referencia la novela biográfica del francés Henri Troyat, escritor nacido en Rusia.
Gracias a que el autor recopiló las más de 1400 cartas que Chaikovski y Von Meck intercambiaron, fue como esta historia pudo ser reconstruida. Troyat añadió sus comentarios y deducciones sobre esta relación, pero fue debido a la forma de narrar del Maestro Cuevas que la ponencia se convirtió en un intenso relato.
Se profundizó más sobre la vida de Von Meck, mujer que se casó a los 17 años, tuvo 11 hijos y luego quedó viuda. Su fortuna provenía de la inversión que hizo junto a su esposo en los ferrocarriles. En palabras del Maestro, durante ese tiempo, poner tu dinero en los ferrocarriles era como si en la actualidad se invirtiera en empresas de alta tecnología como Facebook, Apple, etc. Era lo más innovador y una apuesta casi segura.
De tal modo, la magnitud de su fortuna era abrumadora; tanto que para viajar contaba con un vagón privado que enganchaba a la compañía ferrocarrilera de su antojo, y para sus estancias no dormía en hoteles, sino en casas y palacios que tenía a su disposición por toda Europa.
La baronesa tenía finos gustos; fue una viciosa de la música, conocedora y pianista aficionada, razón por la que se enganchó con este músico. Sin embargo, por más atraída que se sentía y a pesar de su inmensa fortuna, siempre mantuvo distancia, debido entre otras razones a que no se sentía lo suficientemente atractiva. Aun así, tras escuchar su Sinfonía n° 4 Op. 36, no pudo hacer otra cosa que confesar el gran amor (o enamoramiento) que sentía hacia él. Nadiezhda, intensa y apasioanda, recibió de Chaikovski, de quien ya muchos sospechaban de su homosexualidad, una carta fría que intentaba no herir sus sentimientos. A pesar de la gran desilusión, la baronesa continuó patrocinándolo.
Aunque Chaikovski jamás dejó de ser su protegido, Nadiezhda también auspició a otros músicos. En su momento, su grupo contó con la presencia de un joven talento llamado Claude Debussy. Cuando Chaikovski escuchó su Danza Bohemia, según lo narra el Maestro Cuevas, lo consideró sin exacerbarse, un chico de futuro prometedor.
Otros temas que se tocaron fueron la obra de trío para piano: Op. 50, que el músico ruso dedicó a su fallecido amigo y compositor, Nikolái Rubinstein, así como las sospechas de Nadiezhda sobre la homosexualidad de Chaikovski. Cabe decir que en esta época e incluso hoy en día, en Rusia es tabú hablar de este tema.
Cuando Chaikovski se ganó un lugar destacado ante el Zar, la baronesa creyó que prescindiría de sus gastos, pero no fue así. La cada vez más frágil y distante relación tuvo su declive tiempo después, cuando compuso su ópera: La dama de Picas, Op. 68, donde describía a un hombre en busca de tres cartas que poseía una mujer, y con las cuales él podría hacerse de inmensas riquezas. La baronesa se sintió identificada, ofendida y traicionada, por lo cual terminó su relación.
Aunque pudiera parecer extraño, Chaikovski se sintió ofendido, al menos en su orgullo. Finalmente, ante lo evidente de sus preferencias sexuales, un círculo de nobles decidió juzgarlo. Para lamento o fortuna de ellos, durante esa época el cólera invadió su país. Se dice que el músico bebió agua contaminada y murió, aunque el Maestro Cuevas siembra la duda, ¿habrá sido acaso obra de algún mal intencionado que desdeñaba al músico?
La próxima sesión de miércoles de literatura y música será el 11 de marzo, en la sala Carlos Fuentes de la USBI, Xalapa. Recuerden asistir.
