Universidad Veracruzana

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El segundo sexo – Simone de Beauvoir

“La mujer se pierde. ¿Dónde están las mujeres? Las mujeres de hoy no son mujeres”; ya se ha visto cuál era el sentido de esos misteriosos slogans. A ojos de los hombres —y de la legión de mujeres que ven por esos ojos— no basta tener un cuerpo de mujer, ni asumir la función de hembra como amante o como madre para ser una “verdadera mujer”; a través de la sexualidad y la maternidad el sujeto puede reivindicar su autonomía; la ‘Verdadera mujer” es la que se acepta como Otro. En la actitud de los hombres actuales hay una duplicidad que crea en la mujer un desgarramiento doloroso; aceptan en medida bastante considerable que la mujer sea una semejante, una igual, y sin embargo le continúan exigiendo que permanezca como lo inesencial. Para la mujer, esos dos destinos no son conciliables, y vacila entre uno y otro sin adaptarse exactamente a ninguno, de donde proviene su falta de equilibrio.

Entre la vida pública y la privada del hombre no hay hiato alguno; cuanto más afirma en la acción y el trabajo su aprehensión del mundo, más viril aparece; en él se confunden los valores humanos y los valores vitales, en tanto que los éxitos autónomos de la mujer están en contradicción con su femineidad, puesto que se pide a la “verdadera mujer” que se haga objeto, quesea el Otro.

Es muy posible que en este punto se modifique la sensibilidad, la sexualidad misma de los hombres. Ya ha nacido una nueva estética. Si la moda del pecho tabla y las magras caderas de la mujer efebo sólo tuvo corta vida, no por ello se volvió al opulento ideal de los siglos pasados. Al cuerpo femenino se le pide que sea carne, pero con discreción; debe ser delgado, Con poca grasa, musculoso, flexible y robusto, es preciso que señale la trascendencia; ya no se le prefiere blanco como una planta de invernadero, sino lleno de sol universal y curtido como el torso de un trabajador. Y al volverse práctico, el vestido de la mujer no la ha hecho aparecer como asexuada, pues las faldas cortas, por el contrario, han valorizado mucho más que antes las piernas y los muslos. No se ve por qué el trabajo la privaría de su atracción erótica. Tomar a la mujer como personaje social y presa carnal a la vez puede ser turbador. Acaba de aparecer una serie de dibujos de Peynet en los que se ve a un joven novio abandonar a su prometida porque le seduce la joven alcaldesa que se dispone a celebrar el matrimonio. El que una mujer ejerza un “oficio viril” y sea al mismo tiempo deseable, ha sido durante mucho tiempo el tema de bromas más o menos obscenas, pero el escándalo y la ironía se han atenuado poco a poco y parece que está por nacer una nueva forma de erotismo, que tal vez engendre nuevos mitos.

Lo cierto es que hoy día les es muy difícil a las mujeres asumir a la vez su condición de individuo autónomo y su destino femenino, y ése es el origen de las torpezas y malestares que las hacen considerar a veces como un “sexo perdido”. Y es más cómodo, sin duda, sufrir una ciega esclavitud que trabajar para liberarse; también los muertos están mejor adaptados a la tierra que los vivos. De todos modos, no es posible ni deseable un retorno al pasado. Lo que hay que esperar es que los hombres asuman sisimone-de-beauvoirn reservas la situación que está por crearse, pues sólo entonces la mujer podrá vivirla sin desgarramientos. Entonces podrá ser escuchado favorablemente el voto de Laforgue: “Oh, jóvenes, ¿cuándo seréis nuestras hermanas, nuestras hermanas íntimas, sin reservas  mentales?

¿Cuándo nos daremos el verdadero apretón de manos?” Entonces, “Mélusine, libre del peso de la fatalidad desencadenada sobre ella por el hombre solo, Mélusine liberada…”, encontrará su “base humana”.*

Entonces será plenamente un ser humano, “cuando sea destruida la infinita servidumbre de la mujer, cuando viva por ella y para ella, una vez que el hombre —hasta ahora abominable— le haya devuelto su libertad”.

Tomado de: Simone de Beauvoir, El segundo sexo, Ed. Alianza siglo veinte. 1949

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Fecha: 21 octubre, 2021 Responsable: Lectores y Lecturas – Programa Universitario Contacto: mirimorales@uv.mx