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JOSÉ LUIS CUEVAS |
BESTIARIO IMPURO |
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La reforma de los medios de comunicación, para
acabar con los cuasi-monopolios que controlan la
televisión y la radio, sin mencionar las comunica
ciones en general. Sin mayor competencia y sin
regulación efectiva, los medios podrían decidir
apoyar a ciertos candidatos independientes, dán
doles una gran ventaja sobre los demás, a cambio
de ventajas operativas. Asimismo, podrían tener
una influencia decisiva en referéndums y propues
tas populares de ley.
- La reforma de la rendición de cuentas. Mientras
los gobernadores y presidentes municipales no rindan cuentas, tendrán condiciones favorables para
emplear los fondos públicos para apoyar a sus candidatos, como de hecho lo vienen haciendo ya. La
reelección en este contexto les dará la posibilidad
de colocar a sus incondicionales y construir un
grupo político transexenal. Para evitar este riesgo es preciso garantizar la autonomía política y la
seriedad profesional de los órganos superiores defiscalización de los estados, y acelerar la aplicación
de la Ley Nacional de Cuentas Públicas, que determina ya la homogeneidad de los sistemas de cuentas públicas a nivel nacional y la obligatoriedad de
que los estados y municipios rindan cuentas de los
fondos federales que reciben, y que a la fecha es
débil o francamente inexistente.
- La reforma del servicio profesional de carrera. Un
gobierno moderno y operativo requiere de una
burocracia profesional pequeña y permanente,
no sujeta a los vaivenes de los cambios de funcionarios electos. De esta manera lo fundamental de
funcionamiento del Estado estaría garantizado,
haya o no reelección. Además, se evitaría el reparto de puestos como pago de servicios electorales.
- La reforma del Poder Legislativo. Es el poder más
opaco y menos profesional. ¿Para qué reelegir legisladores que no rinden cuentas de sus gastos,
ni de su desempeño, ni hacen nada por sus supuestos representados? El Poder Legislativo también
requiere de un servicio profesional de carrera.
Debe contar con una burocracia profesional especializada, como en todos los parlamentos del
mundo. Deben reducirse las comisiones y garantizar su trabajo profesional y no ser, como ahora
pretextos para el reparto de dinero y prebendas.
- La reforma del municipio. El formato actual del
ayuntamiento es premoderno. México es hoy un
país urbano con más del 70% de la población viviendo en ciudades grandes y medias. El poder
municipal requiere de la elección de un cabildo
por secciones electorales y la constitución de un
minipoder legislativo local que controle al alcalde. Aquí el método de listas abiertas que Calderón propone para elegir senadores sería aplicable
e innovador. Obviamente, se necesita también un
servicio civil de carrera para crear un gobierno
local eficiente.
- La autonomía real, con mecanismos efectivos de
transparencia y rendición de cuentas, así como
formas democráticas de selección de sus directivos, de los órganos autónomos de Estado: IFE e
institutos electorales de los estados, Comisiones
de Derechos Humanos, Institutos de Acceso a la
Información Pública, Auditoría Superior de la Federación y Órganos Superiores de Fiscalización.
Estos órganos públicos autónomos deben cumplir
su función de proteger y garantizar los derechos
de ciudadanía.
En conclusión, no servirá de mucho hacer una reforma política que ignore la necesidad de reformar al Estado. Cambiar las formas sin cambiar los contenidos
sólo nos llevará a darle una nueva cara a las prácticas
de siempre.
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