Corre, lee y dile
Por Germán Martínez Aceves
Entre el 11 y el 13 de mayo de 1911 se vivió en Torreón uno de los episodios más crueles en la historia de México: la matanza de 303 chinos a manos de revolucionarios por el simple hecho de ser de la raza asiática. Niños, mujeres, jóvenes, ancianos, sin discriminación alguna para condenarlos a muerte, cayeron ante las balas de quienes veían en ellos a un extraño enemigo que profanaba la “pureza” de la raza mestiza y obtenía grandes ganancias a costa de los mexicanos.
Esta historia que muchos han querido meter bajo la alfombra del olvido es ahora traída a nuestros días por el escritor Carlos Pascual a través de su obra Dragón de sangre, ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido 2022 que organizan la Universidad Autónoma de Nuevo León y la Universidad Veracruzana (UV).
Carlos Pascual (Ciudad de México, 1964) es guionista, director de escena, actor y cantante. Alumno de Juan José Arreola, Jorge López Páez, Hugo Argüelles y Robert McKee, obtuvo el Premio Nacional de Periodismo 2001 y en 2010 ganó el Premio Grijalbo de Novela por La insurgenta, novela histórica sobre Leona Vicario.
La obra que se publica ahora en la colección Ficción de la Editorial UV fue elegida por el jurado formado por Elvira Popova, Hernán Galindo y Luis Mario Moncada quienes consideraron que es “una pieza de gran teatro épico” que se desarrolla en un solo acto en veinte cuadros con “realismo crítico dialéctico”, en el que participan 47 personajes en escena de los cuales diez son chinos que hablan en su propio idioma y cuando sus argumentos son en español no son caricaturizados como suele suceder por su manera de pronuncias la letra r.
Si bien es conocida la hospitalidad mexicana con los visitantes extranjeros, Carlos Pascual nos pone el espejo en donde también podemos vernos profundamente racistas movidos por un odio inconmensurable.
La historia tiene un personaje central: Altagracia Rivera, mujer mestiza de 29 años nacida en Guaymas, Sonora, descendiente de indios yaquis y de familia española, quien se casa con Shong Chung y tiene una hija de nombre Méi.
La historia se enmarca entre los años 1911 y 1931 y el periplo de los personajes se desarrolla en: la playa del Pacífico, Torreón, Hermosillo, Mazatlán, Puerto de Shanghái, el Malecón de Guaymas y la colonia penal de las Islas Marías.
El contexto que desemboca en los hechos trágicos de mayo de 1911 proviene principalmente a finales del siglo XIX, cuando Porfirio Díaz, entonces presidente de México, firmó un Tratado de Amistad y Comercio con el Imperio chino para alentar la inversión extranjera e impulsar la economía mexicana.
La migración china vino principalmente de Cantón y trajo aproximadamente a 13 mil ciudadanos chinos que se expandieron en los estados de Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila y Yucatán. Su actividad principal fue el comercio.
Torreón fue una de las ciudades en la que se asentó un núcleo considerable de chinos que en poco tiempo tuvieron el recelo de los empresarios y comerciantes locales. Ante la disciplina y la habilidad para los negocios de los orientales aparecieron los rechazos a su presencia acusándolos de promotores de vicios como el opio y la prostitución, creadores de insalubridad y de todos los males que aparecieran. Por lo tanto, los mexicanos tenían que defender la “pureza” de la raza.
En uno de los actos de la obra en los que se reúnen empresarios y profesionistas redactan un comunicado que se publica en El Mestizo Culto en el que se llama a “prohibir la inmigración china y expulsar a los chinos del país por ser extranjeros perniciosos, violentos, mafiosos y corruptores de nuestros funcionarios públicos, tan honrados que en su ingenuidad, se dejan corromper por los chinos (sic)”.
El llamado es para boicotearlos y segregarlos; evitar tener relaciones sexuales pues “la mezcla de la raza china con la india, tan jodida una como la otra”, sería fatal.
La Revolución de 1910 que derrocó a Porfirio Díaz y las fuertes incursiones rebeldes en el norte del país fueron el pretexto para que algunos fomentaran su odio y empezaron la persecución y matanza de chinos como sucedió a la llegada de los maderistas a Torreón.
Ese día Shong Chung huye con su hija y Altagracia se queda para iniciar un camino sin fin al infierno. Sufre del escarnio público a quien la tachan de “mujer cloaca que se amanceba con hombre perro que se embriaga y fuma opio”. Embarazada por segunda ocasión la hacen abortar.
Cuando logra viajar a Shanghái para encontrarse con su esposo Shong y su hija Méi se entera que él es casado y de acuerdo con las leyes chinas ella sería una concubina. Ni las leyes chinas (la Revolución china de 1911 derrocó a la dinastía Qing) ni las leyes mexicanas protegen a Altagracia y cae en un pozo profundo de soledad, de desarraigo, sin patria.
Carlos Pascual estructura muy bien una dramaturgia histórica que nos revela actitudes del ser mexicano que aparentemente no existen, pero que se encuentran latentes y salen a flote ante la menor provocación como el odio, la xenofobia, la repugnancia, el racismo ante una supuesta superioridad que demuestra más debilidades que fortalezas. El dragón de sangre vuela, deja una estela que nos desnuda y nos exhibe como una sociedad cruel. A veces sucede.
Dragón de sangre, de Carlos Pascual, colección Ficción, es una coedición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y la Universidad Veracruzana, 100 páginas, 2023. Para adquirir este libro consulta www.uv.mx/editorial/puntos-de-venta-11