Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



José Emilio Pacheco: tiempo y memoria

JEP: tiempo y memoria
Por José Woldenberg

El tiempo pasa y todo lo corroe, todo lo destruye. No sólo transforma, sino aniquila, convierte a las personas y a las cosas en su contrario, en algo irreconocible, y en el largo plazo, en humo. Ésa parece ser una de las contantes de los cuentos de José Emilio Pacheco reunidos en El principio del placer (Joaquín Mortiz, México, 1972).

Zenobia, por fin, puede festejar que su amiga Rosalba y ella son iguales. La vejez las ha hecho más que similares. Una larga vida marcada por la envidia pone las cosas en su lugar. Rosalba fue la mejor alumna, «la que llevaba la bandera, la que salía bailando». Leer más…



Influido por su confesor, tira a las llamas sus Almas muertas

Juan José Flores Nava

A 200 años del natalicio de Nikolai Gogol. (1/abril/1809)

Nuestro escritor no tenía ninguna ambición literaria cuando publicó sus primeras líneas. Había dejado atrás su natal Ucrania para probar suerte en San Petersburgo. Y ésta, la suerte, parecía estar en contra suya. Entonces decidió escribir y publicar unas líneas. Tuvo éxito. Hoy, a 200 años de su nacimiento, el mundo celebra a Nikolai Gogol.

Como todo gran artista, Nikolai Gogol también tiene tras de sí una leyenda que comenzó a fraguarse cuando él aún vivía, pero que fue creciendo con los años. Adjetivos no le faltan. Se habla de él (o de su leyenda) como delirante, demente, sátiro, mordaz, irónico, loco, radical, excéntrico, fantástico. Exactamente los mismos adjetivos que se han empleado para referirse a sus cuentos, novelas y teatro. A su obra. Leer más…



Leer en tiempos de crisis

Ilustracion de Fernando Vicente http://www.elboomeran.com/blog-post/11/3659/vicente-verdu/novelas-anacronicas/TRIBUNA: MANUEL FERNÁNDEZ-CUESTA

Los libros gozan de buena salud en plena recesión. Pero ¿deben limitarse a ofrecer una forma barata de ocio y evasión privados? No. Leer es el paso del yo al nosotros, clave en la forja de una identidad colectiva

 Confiemos, por una vez, en las estadísticas. En nuestro país ha crecido, repiten los datos oficiales, la comunidad lectora. Esta afirmación, por sí sola, debería ser motivo de satisfacción tanto para la industria del libro, necesitada de ampliar su cuota de mercado, como para los diferentes poderes públicos, deseosos de contar, sin duda, con una ciudadanía atenta, sensible y consciente.

Las reiteradas campañas de fomento de la lectura pretenden que lo hagamos de manera alegre y gozosa, divertida y espontánea, dando por sentado que el hecho físico e intelectual de leer, con independencia de la calidad, es un valor esencial de la democracia, un nuevo activo ciudadano comparable a la igualdad o a la tolerancia ante la diversidad. Leer más…



Un lector llamado Adolf Hitler

Jacinto Anton

 

Hitler quemaba libros, pero también los leía. Que hiciera ambas cosas -además de desatar la II Guerra Mundial y ordenar el exterminio de los judíos- lo convierte en un lector muy especial. Su relación con los libros, incluso con los que no quemaba, no era amable. Hitler, incapaz de relaciones profundas y sinceras de amor o amistad -hasta las que sentía por Eva Braun y por su perra alsaciana Blondie eran afectos envenenados, y valga la palabra-, tampoco iba a tener ese cariño por los libros, que es el sello de los bibliófilos decentes. Leer más…



Sobre la Colección Biblioteca del Universitario

Por Agustín del Moral

I

¿Qué hay en un acto fundacional? ¿Se funda con y por el solo hecho de fundar? ¿Se funda de una vez y para siempre? ¿Qué condiciones debe reunir todo acto fundacional para que, dejando atrás el hecho inaugural en sí, lo que instaura permanezca, deje huella, se convierta en un legado?

En 1957, Sergio Galindo fundó y pasó a dirigir lo que en aquel entonces comenzó siendo el Departamento de Publicaciones y hoy en día es la Dirección General Editorial de la Universidad Veracruzana. Creo que nunca estará por demás traer a la memoria este acto fundacional. Sergio Galindo no sólo fundó; fundó, además, con esa carga de humanidad que anima a las grandes empresas, a las que adquieren carta de naturalidad como instituciones en el mejor y más sano sentido de la palabra, a las que, como en este caso, terminan convertidas en instancias emblemáticas de una institución mayor: nuestra casa de estudios.

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