Universidad Veracruzana

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El sentido más sentido: El misterio de la muerte

La santidad era de otro orden que la inteligencia;
y las cosas humanas no tenían nada que ver con la religión.
Así relegué a Dios fuera del mundo.

Simón de Beauvoir, Mémories d´une jeune fille rangé

Por Pio Daniel

Si para algunos la muerte nulifica el sentido de la vida, para otros el vivir valida la muerte a través de las aportaciones que el ser realizó durante su existencia. La muerte pertenece al orden participativo de la democracia, pone a un ser humano a reflexionar quizás lo más importante y el fin mismo de su existencia: la vida. Jala parejo con cada individuo que pulula por la tierra. Hay muchos tipos de muerte, la muerte en vida ronda en la desesperanza que cohabita en el mundo moderno. Desde la perspectiva más escolástica a la panteísta, la muerte es un misterio que se integra al orden material y energético en los distintos niveles de existencia. Me gusta evocar los versos que plasma José Gorostiza en el poema muerte sin fin, suelo recordarme esa última estrofa, cada vez que la repito causa un estremecimiento que recorre mi ser aunada a una sensación de paz : “Desde mis ojos insomnes/ mi muerte me está acechando, / me acecha, sí, me enamora / con su ojo lánguido. /¡Anda putilla del rubor helado, / anda, vámonos al diablo!.” La muerte baila vida, quizás para encubrir sus límites, lo sagrado de ambas, ¿pero qué hay en medio de lo que ocultan los sentidos de ambas? …el pasado queda en tu nacimiento, el futuro que será tu muerte: el presente donde debieras tener bien prestos, alterados tus sentidos par percibir el amor, ¿qué estas haciendo ahora? maravillosa y divina contradicción.

Aquella vez en la cantina Sergio Rascon, pintor del desierto con genial trazo expresionista, me reveló: el pasado es odio, el presente amor y el futuro miedo; fue vital a partir de ese momento dejar de preocuparme por el pasado y el futuro para poder realizarme con todos mis sentidos en el presente. Quizás como escribió José Alfredo Jiménez : “…la vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba” . La muerte por antonomasia es deducible de impuestos, libre y gratuita. La muerte es una gesta gratuita por vivificarse. El sistema social sólo facilita una muerte en serie casi burocratizada, como proceso kafkiano. La naturaleza se establece en el orden del caos y ahonda el misterio de la muerte, coronando el absurdo como el estado más natural del drama, no por nada ya Aristóteles garantizaba la supremacía de la tragedia sobre la comedia.

La vida antecede a la muerte de la que no sabemos que le precede. (¡Ya basta! 1994) en su trasfondo, no aparente, se acumula una fuente de justicia que revierte la injusticia de un mundo al revés.. Evitando las típicas reflexiones que se vierten sobre la muerte, hablemos de la muerte como liberación, de un miedo a no morir, porque quizás la muerte ni muerte sea. Es sin duda un motor que agiliza la inteligencia. Dice la canción “sólo se vive una vez” o parafraseando a Heráclito: “ningún humano puede bañarse dos veces en el mismo río”, para mi descubre lo sagrado que reside en lo irrepetible del suceso. Nunca la muerte a causa de su misterio debe ser tabú, ningún tema debe ser tabú para el espíritu sano que busca en el conocimiento acrecentar la conciencia, insisto la conciencia podría ser el sentido más sentido.

Enterrar los cadáveres para reducir así la angustia, por el detalle de que en cada muerte se nos recuerda la propia. Incinerarlos, desaparecerlos, que no estén más en este mundo para no poder ver su pudrición; ante eso los rítmicos versos con los que denuncia y propone Jaime Sabines: “¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos! ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir …/ Habría de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.” Me supone el final del poema, el milagro como magia como la muerte presupone en una resurrección.

De esa magia, el erotismo situado entre la vida y la muerte, también aplica al momento orgásmico, según George Bataille, al orgasmo también se le conoce como «la muerte chiquita», porque morimos un poco. Pero además el orgasmo anuncia un incisión, una pérdida, también muere con el orgasmo la fantasía de estar con el otro completado, lo misma explicación de Aristófanes en el mito del Andrógino , ¿diríamos que con el orgasmo se vive un poco la castración?, de cierta forma, aunque de una manera bastante más dulce y conciliatoria, sin olvidar el principio reproductivo que subyace al acto del coito. Ante la muerte el amor. El amor irreverente ante los tabúes modernos que alejan la muerte de vivir su misterio, de acercarnos a nivel conciente a vivir y a morir en paz. Hay que evitar que se controlen las conciencias con el sentimiento de culpa o miedo; la búsqueda solidaria para encontrar medios para mejorar la convivencia humana en las grandes urbes y comunidades rurales deben ser objetivos para que al final, sea lo que sea, pase lo que pase, espero con fe que el anhelo del corazón se suscite.

Tomado de www.estepais.com