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Lucero Mercedes Cruz Porras.- Los episodios fugaces y la fascinación por los extraños noctámbulos han estado siempre presentes en el arte de lo onírico. A decir de Julio Cortázar, poeta, escritor y efervescente seguidor de la música –aquella que surge en libertad, que nace de madrugada–, el jazz “era una música que permitía todas las imaginaciones”; es por ello que, preso de una obsesión por hallar la raíz creativa de lo improvisado, logró una labor “jazzística” en su literatura.