Diario filosófico

Las Confesiones de San Agustín es un bello libro que muestra lo frágil y el estado de caída en que se muestra la condición humana. San Agustín nos muestra un hombre débil, pecaminoso, pero asistido y conducido por la gracia. A diferencia de algunos filósofos y teólogos de la escolástica que muestran una visión angelical del hombre, Agustín nos recuerda el mal del hombre desde su raíz más profunda, la voluntad. El santo de Hipona denuncia un mal, el del hombre singular y concreto con todas sus vivencias y sufrimientos. Una posición antropológica cuyos existenciarios nos vuelven fraternos, pues nos sensibilizan ante el dolor del otro, su pecado y debilidad. Hoy que muchos nos volvemos jueves del mal de los demás (fariseos y hombres infatuados) debiéramos atender a un hombre que reconociendo el mal de su tiempo quiso extirparlo comenzando por él mismo, y no como aquellos que denunciando un mal del otro se olvidan del mal propio. Agustín un hombre para todos los tiempos.
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El libro X de las Confesiones de San Agustín de Hipona, se relaciona con el tema de la gracia, sin la cual sería imposible la luminosidad y el recuerdo. El libro X funciona a manera de bisagra entre los libros del I al IX en donde se narra el aspecto autobiográfico de Agustín, y los libros XI al XIII donde se muestra lo eterno de Dios y su creación.
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Dilige et quod vis fac. San Agustín no se refiere al amor egoísta, sino al amor oblativo y generoso (dilecto), pues amando de este modo no podemos sino hacer el bien (Dilige, et non potes nisi bene facere). Por eso «ama y haz lo que quieras».
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La existencia humana es una constante inquietud, una especie de deriva perenne, llena de infortunios y breves victorias. El hallazgo más significativo de Agustín ha sido el modelo de la inquietud humana, inquietud que muestra su origen en el querer divino. Un querer del Otro que lo mueve de manera constante a despertar del sueño del mundo, del error, del proyecto que lo ha llevado a donde él no quería ya estar. Agustín experimenta la fuerza de los apetitos, el conflicto interno de las voluntades, pues si bien la vigilia es el estado preferencial del hombre, lo cierto es que se quiere seguir durmiendo, y el tiempo pasa, y el fardo del mundo le oprime. Este deseo deseoso de Dios muestra la trama existencial en que los hombres narran sus historias y se realizan, no alineados como el sujeto de la modernidad, sino en relaciones dramáticas donde se puede encontrar un propósito: el deseo del Otro como nuestro, nuestra verdad y auténtica felicidad.
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Viernes 21 de Julio 2019: El filósofo opera con una suerte de saber no-sabido. De Sócrates hasta Hegel, la filosofía en relación con el saber sostiene una docta ignorancia que mueve a la ciencia a engendrar caminos de investigación. La filosofía entonces da cuenta de una falta, de algo que todos buscan pero que no saben qué buscan y que buscan. Por eso el filósofo sigue siendo pertinente en la actualidad con su preguntar, porque sabe que no sabe, y con esto despierta conciencias y mueve a la reforma del pensamiento.
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Lunes 9 de Septiembre de 2019:

El filósofo es colocado con respecto de su saber en un no-lugar, posición que ejerce como subversión en relación a las ideas en común asumidas por la comunidad o sociedad de la cual él mismo es miembro, pero de las cuales debe operar una suerte de inversión dialéctica o crítica para poder ser colocado en el no-lugar, esto es, en el de la diferencia, en el espacio y tiempo otro que funda con su reflexión, a diferencia del espacio y tiempos comunes. El espacio y tiempos que funda se constituyen a partir de su pensar reflexivo y crítico, esto es trascendiendo la esfera cotidiana, esfera de la que él mismo participa, pero de la cual ya no es parte.