Universidad Veracruzana

Blog de la Multimodalidad Educativa del SEA

Publicación de textos académicos, reseñas e informaciones diversas del Sistema de Enseñanza Abierta sobre educación abierta, a distancia y multimodal, transmedia educativa y redes de conocimiento y aprendizaje en multiplataforma. Editor General: Rodolfo Calderón Vivar



Dos puntos de vista sobre la evaluación de ensayos escolares por medio de computadoras

PUNTOS DE VISTA ENCONTRADOS
¿PUEDEN LOS COMPUTADORES CALIFICAR ENSAYOS?

Steve Tafee ha sido docente de Inglés en grados de Bachillerato, profesor de educación, desarrollador de software educativo, ejecutivo de alta tecnología (high-tech) y director de Tecnología (TIC) en los grado 6° a 11°. En la actualidad es consultor en áreas de planeación estratégica, desarrollo del cuerpo docente e integración de las TIC. Consulte su blog en: Blogg-Ed Indetermination.

Evi Wusk, EdD, es profesor de educación asistente en el “College” estatal Perú en Nebraska, USA, donde da cursos de tecnología educativa (TIC) y es codirectora de la comunidad virtual de iPads para el aprendizaje. Síguela en Twitter@eviwusk.

Es importante que los estudiantes escriban y que escriban con frecuencia, pero no hay nada que diga que los docentes son los únicos lectores y árbitros de lo que escriben los estudiantes. Los docentes sabios entienden que reescribir es una herramienta enormemente útil para ayudar a los estudiantes a mejorar sus habilidades como escritores. Así como el procesador de texto ha facilitado el proceso de reescribir, la tecnología (TIC) puede también facilitar la lectura, la valoración (calificación) y el volver a leer.

Los computadores son expertos y rápidos para encontrar errores de ortografía, puntuación y gramática. También pueden ayudar a encontrar plagios, asegurar que las fuentes estén correctamente citadas y evaluar los sesgos que pueda tener un texto. Lo anterior no solo ahorra tiempo valioso del docente sino que beneficia a los estudiantes ofreciendo una valoración de su trabajo objetiva y en tiempo real.

Si los docentes son honestos, reconocerán que leer los 10 primeros ensayos sobre un tema específico es subjetivamente diferente a leer los 10 últimos. Es muy difícil mantener el mismo nivel de atención e imparcialidad a medida que se trabaja en esto durante horas. Con solo leer en el ensayo el nombre de un estudiante particular, puede predisponer en el docente a un contexto mental particular que puede afectar la calificación.

Más aún, los docentes pueden dedicar el tiempo que ahorran para otros usos productivos, como aprendizaje por proyectos, creación multimedia y ayudar a los que necesitan apoyo individual, lo que puede contribuir grandemente en la experiencia educativa de sus estudiantes.

Además, los estudiantes pueden usar el software para evaluación de textos, para publicar sus trabajos en sus redes sociales, expandiendo así su lectura a audiencias “auténticas”. Estas pueden incluir a otros estudiantes o adultos de su entorno cercano o aún una audiencia global. Escribir para alguien diferente al docentes aporta un elemento adicional de orgullo de autoría que ayudará a los estudiantes a volverse más expertos, reflexivos y sobresalientes como autores.

La tecnología debe liberar a los docentes para que puedan enseñar; esto es, realizar lo que no pueden hacer los computadores, al menos por ahora, como ayudar a los estudiantes a desarrollar sus propias voces; expresar belleza, admiración y humor; o usar la palabra precisa para expresar una opinión o sentimiento. Los docentes pueden contribuir a que los estudiantes se comprometan en  hacer una auto-reflexión sobre sus escritos y esto se logra no solo calificando, sino también con las opiniones de otros lectores para retroalimentar el proceso de escritura. Ellos pueden ofrecer guía o ayuda de maneras que no la pueden suministrar los computadores y es eso a lo que deben dedicar su tiempo. Olvide el lápiz rojo y en su lugar siéntese con los jóvenes escritores y hable con ellos para ayudarles a encontrar sus palabras y su voz.

Entiendo perfectamente la carga que tiene para el docente calificar ensayos. La sensación es similar a la que siento cada vez que mi bebé llora a las 3am: “¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? ¿Por qué otro ensayo de cómo hacer un emparedado de mantequilla de maní y mermelada?” Usted puede pensar que como antigua docente de inglés y actual docente de tecnología (TIC) en educación superior, sería un adalid de la idea de la calificación automática de ensayos. Pero en este caso en lugar de levantar pompones para apoyar esa idea, tengo levantado un aviso naranja brillante con tres señales de precaución:

Escribir es para leer. Los NETS [1] nos estimulan a trabajar para que se logre un aprendizaje auténtico en situaciones reales. Nos retan a enseñar usando problemas que direccionen el contenido. En el mundo real, escribir es una respuesta activa a los problemas, explica, persuade, describe y divierte. Escribir en el mundo real no es un trabajo mecánico para hacer un ensayo procesando cinco párrafos que puede calificar un computador.

Calificar es comunicar. Con seguridad, basados en nuestra experiencia, todos le ponemos bastante carga emocional, positiva y negativa, a la idea de calificar. Pero dejando de lado la emoción debemos reconocer que la razón de ser de la valoración es la comunicación. Ya sea ésta formativa (para aprender) o sumativa (lo que se aprendió), está diseñada para establecer una comunicación entre los interesados en educación. Me pregunto entonces ¿sí una cifra electrónica dada por un computador es una herramienta de comunicación efectiva cuando el contenido es tan complejo como escribir?

Escribir es claramente una actividad humana.Puedo haber resentido un poco caminar por entre mis despreocupados estudiantes empujando mi pesado carro que trasporta un rumazo de papeles para calificar, pero superado este momento y sumergida en la lectura, he sido y continúo siendo agradablemente sorprendida por sus voces. Cuando los docentes de Lenguaje dividen en partes el total de una “buena lectura”, sus Rúbricas (Matrices de Valoración) con frecuencia contienen una categoría que es inequívocamente subjetivo: la voz. La voz es lo que permite que el autor brille por mucho más que por los renglones escritos. La conexión escritor-lector es una experiencia indudablemente humana: alguien tiene algo que decir y alguien tiene el deseo de escuchar.

Todos queremos que nuestros estudiantes escriban bien. Las primeras lecciones de escritura versan sobre la audiencia y el propósito. Si le estamos enseñando a nuestros estudiantes a escribir para una audiencia compuesta por computadores, con un propósito genérico hemos perdido el norte como educadores de la era digital. Que sean los computadores los que califiquen los ensayos puede reducir costos, pero ¿a qué costo?.

Publicado en: http://www.eduteka.org/sino_calificarensayos.php

 

 



Docencia y veracidad: reflexiones inconclusas

 

Maestra Delia Araujo, catedrática de la Universidad Veracruzana

Parece obvio que la educación es imposible sin alguna forma de comunicación. Educar es una manera especial de comunicar.

El maestro Emilio Redondo —acucioso historiador de la pedagogía— subrayaba (1959) que en la base de toda labor educativa encontraremos sin falta la comunicación. A su juicio, la educación es siempre un proceso o esfuerzo de perfeccionamiento, y no hay perfeccionamiento posible sin comunicación; la comunicación en su aspecto relacional constituye, pues, el problema central de toda pedagogía.

¿Me entiendes, Méndez, o no me explico, Federico?

También pensaba Redondo que, en cuanto a esto, no importa si la educación se concibe preferentemente como autoeducación o heteroeducación. La razón me parece evidente: los saberes, valores, actitudes, habilidades, que construirá el educando en el proceso enseñanza-aprendizaje necesitan de ingredientes que tienen que serle de algún modo comunicados.

La Real Academia Española define comunicación, primero que nada, como la acción y el efecto de comunicar o comunicarse. La definición incluye asimismo la “transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor”; y en plural cubre medios como el teléfono, el telégrafo, etc. Yo siempre digo que cualquier definición de un fenómeno multifacético es como una cubeta con agujeros: por algún lado se le sale lo que intenta contener.

El acto de comunicación más básico se puede representar con un esquema muy simple. La comunicación social humana es en realidad una intrincada y activísima red de millones y millones de estos actos básicos en flujo constante.

Pero se pueden intentar descripciones. Todo acto decomunicación implica el trato entre dos o más personas que intercambianmensajes a través de uncanal, expresados en uncódigo que es común alemisor y al receptor. Es imaginable una comunicación unilateral, en la que el emisor y el receptor mantienen sus puestos respectivos a todo lo largo del proceso; en una comunicación activa, por otra parte, el emisor y el receptor permutan sus papeles de modo continuo y a veces intenso.

Una descripción más detallada del proceso de comunicación tendría que tomar en cuenta el referente o asunto al que se refiere el mensaje, las características de los diferentes canales, las cualidades de los códigos, la codificación del mensaje y los errores de descodificación, etc. La descripción que da Wikipediaayuda a considerar las varias dimensiones del proceso. En los libros especializados hallaremos la consideración de todas ellas. En otra parte de esta bitácora, puse un enlace a una presentación de diapositivas que preparé como material de apoyo para una exposición sobre el tema particular del lenguaje en el desarrollo humano.

Se me ocurre que todo lo dicho arriba es verdad aun tratándose —por ir a un extremo— del autodidacta que lea libros quizá escritos hace siglos o del que trate de mejorar su técnica de interpretación musical escuchando grabaciones de virtuosos fallecidos décadas atrás.

Todo acto de comunicación implica un mensaje, un canal y un código común a emisor y receptor.

En ese extremo, el emisor puede ser, digamos, Dante o Pablo Casals, con quienes ya no podemos dialogar, pero el receptor dispone del mensaje, del canal y del código. Por otra parte, en las condiciones más o menos normales del proceso enseñanza-aprendizaje en el aula, el diálogo de viva voz es una realidad cotidiana (a menos que el maestro sea un dómine implacable, enamorado de su propia voz y sicológicamente sordo a otras voces).

Entre los dos extremos se ubicaría toda una gama de situaciones en que la comunicación se da por episodios, como cuando llegaba la carta del ser querido que estaba lejos o, en nuestros tiempos, cuando revisamos nuestro correo electrónico después de uno o dos días de no tocarlo. El que llegue a leer estas reflexiones y aun a comentarlas entablará conmigo este tipo de diálogo episódico.

El docente es un comunicador profesional. De ahí la importancia de sucredibilidad. Alguien me ha dicho, y yo concuerdo, que construir nuestra credibilidad toma toda una vida —puesto que hay que refrendarla día tras día—, pero destruirla toma a veces unos momentos.

Hay una relación directa entre nuestra credibilidad y nuestra veracidad. “Quien habla suscribe un contrato de decir la verdad, sin el cual la misma atención de los demás no tendría el menor sentido”, dice un notable filósofo español contemporáneo. “La promesa explícita de no mentir es exigible en momentos de crisis y desconfianza, pero ordinariamente actúa como uno de los supuestos implícitos que explican el funcionamiento habitual de esa institución que es la comunicación humana” (Innerarity Grau 2008 [2001]).

O, para decirlo con el agudo científico y filósofo húngaro Michael Polanyi (1946), no abrazamos el amor a la verdad ni confiamos en la veracidad de nuestros semejantes como teorías o como artículos de una fe declarada; más bien son cosas que “cobran vida en la práctica de un arte —el arte de la discusión libre—, del cual vienen a ser las premisas”.

El docente dice la verdad. Tiene que decirla en conciencia. Si no sabemos algo, es mejor decir: “No sé, pero lo averiguo”, a querer salir del paso con una mentira. Nuestro contrato de decir la verdad es de lo más riguroso: a nosotros se nos exige lo que casi nadie espera de los políticos.

Trabajos citados

Innerarity Grau, Daniel. Ética de la hospitalidad. Barcelona: Grup 62, Ediciones Península, 2008 [2001].

Polanyi, Michael. Science, Faith and Society. Londres: Oxford University Press, 1946.

Redondo García, Emilio. Educación y comunicación. Madrid: CSIC, Instituto San José de Calasanz, 1959.

Tomado de: http://maestradelia.wordpress.com/docencia-y-veracidad-reflexiones-inconclusas/



Fallece una universitaria ejemplar y docente fundadora de Sociología del SEA, la Maestra Amelia Velázquez Licea

 

amelia como ponenteEl día de ayer viernes, falleció en la ciudad de Orizaba, la investigadora, historiadora, Maestra en Filosofía y formadora de cientos de egresados de las carreras de Pedagogía y Sociología del Sistema de Enseñanza Abierta, Amelia Velázquez Licea.

Ex directora de la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana, en donde fue maestra de varias generaciones, decidió integrarse más tarde a la docencia universitaria del naciente sistema abierto universitario en la década de los ochentas.

Universitaria   ejemplar,  siempre la recordaremos como una entusiasta investigadora que rescató mucho de la historia r.egional de Orizaba. Su generosidad intelectual   fue pródiga con sus numerosos estudiantes y su permanente convicción crítica del devenir histórico sociocultural de México fue siempre un faro de opinión para quienes tuvimos oportunidad de ser sus amigos…Descansa en paz, amiga Amelia…
Entre sus publicaciones sobre la historia regional orizabeña destacan «Santanon ¿Héroe o Bandido»  e  «Historia de la Parroquia de San Miguel».  En sus últimos años, se dedicó a dar  conferencias en universidades latinoamericanas para hablar sobre paradigmas educativos y educación abierta.
Aunque formada en las ciencias sociales, Amelia Velázquez  pensaba que la Universidad Veracruzana debía expandir aún más las expectativas del Sistema de Enseñanza Abierta en la zona de Orizaba, en donde solo ofrecía cuatro carreras de corte tradicional, ampliando su cobertura para ofrecer carreras técnicas que impactarían en la población de alto porcentaje obrero existente en la región.
Consideraba que la modalidad abierta podía contribuir al rezago tecnológico en que se hallaba nuestro país  ante otros países avanzados, vinculando a la educación con los requerimientos del aparato productivo. Para fortalecer su tesis de que abrir carreras técnicas en el SEA sería la siguiente etapa de su crecimiento, llegó a realizar diagnósticos preliminares que arrojaron datos de la existencia de 50 mil obreros que podía ser capacitados  con la colaboración de la Universidad Veracruzana, a través de su modalidad abierta, y las industrias de la región. (texto de Rodolfo Calderón Vivar)


Como asumir el desarrollo de la educación multimodal desde una perspectiva humanista y no sólo tecnológica

rodolfo_calderon_vivar_2011

Por Rodolfo Calderón Vivar, miembro del equipo fundador del Sistema de Enseñanza Abierta y colaborador del equipo que desarrolla el proyecto de Multimodalidad Educativa de la Universidad Veracruzana

Implantar un sistema de educación multimodal es un proceso de apertura de los servicios de una institución educativa, en donde todos sus espacios son abiertos al aprendizaje, usando varios medios de comunicación para recrear y crear conocimiento, y en los que el estudiante escoge el tiempo de su trayectoria escolar, seleccionado cargas curriculares en ambientes presenciales, semipresenciales y no presenciales.

Recientemente, en la Universidad Veracruzana, en el área donde yo trabajo, nos estamos abocando a la construcción de una nueva estructura organizativa que se denominará Sistema de Educación Multimodal y en el que todas las entidades académicas de educación no convencional, nos integraremos en un solo modelo entrelazado para generar nuevas carreras, nuevos formatos y aplicaciones de innovaciones en la forma de diseñar cursos y presentarlos a nuestros estudiantes para su selectividad de trayectoria escolar.

Esto me orilla a la reflexión, sobretodo porque el término de lo multimodal parece ser extrapolado del ámbito exclusivamente de las tecnologías de la información y la comunicación, para introducirse en los ámbitos de la educación abierta, a distancia y en línea, que ya existían desde hace tiempo en la universidad. Hacerlo de esta manera y ubicar lo multimodal únicamente en el uso de los instrumentos, diría yo los fierros tecnológicos, es asumir una perspectiva reduccionista de un repertorio de posibilidades educativas que van más allá de utilizar, bien o mal, una computadora o una red en función de tareas de aprendizaje.

En diversos foros donde expongo mis ideas, insisto e insistiré siempre que la parafernalia de la tecnología hoy tan en boga debe colocarse en un segundo término, tal vez como andamiaje importante pero no esencial, de lo que debe ser el sentido de la educación de calidad en nuestros diferentes sistemas educativos nacionales. Hoy, lo que es un asunto de desarrollo humano, el referente a la necesidad de aprender para crecer y expandir capacidades personales, se ha magnificado como un asunto de indole informático y de programar los diseños instruccionales, con la finalidad de ajustar tuercas y verificar bobinas de contenidos educativos enlatados, y no de la posibilidad de que maestros y estudiantes recreen, creen y compartan conocimiento aplicables a la realidad inmediata.

Pero sobretodo, debemos reaprender el como desarrollar proyectos educativos que se desenvuelvan exitosamente en ambientes presenciales, semipresenciales y no presenciales, para bien de los estudiantes que seleccionan cualquiera de estos tres ámbitos. Para ello, es necesaria la aplicación tanto de técnicas de evaluación permanente como de la investigación educativa para generar conocimiento de los problemas y las soluciones posibles que se hallan en el manejo de distintas modalidades de aprendizaje.

Si no hacemos este ejercicio de reaprendizaje, evaluación e investigación, corremos el riesgo, como ya ha sucedido, que traslademos vicios de un ambiente de aprendizaje a otro, manteniendo estilos pedagógicos no convenientes para cada uno de dichos ambientes. No es raro ver, en algunos cursos universitarios maestros que todavía dictan a los estudiantes las páginas de un libro, o como en cursos a distancia, vía videoconferencia, sesiones tediosas de conferencias que no respetan tiempos de intervención de expositores ni de participantes. Otro vicio es considerar que la educación virtual es un espacio de autoaprendizaje donde los profesores no son más que facilitadores o tutores cuya función es únicamente administrar tareas y actividades a cumplir en tiempos preceptivos.

Paradójicamente, en el desarrollo de la tecnología de la comunicación y la información aplicada a la educación se pretender demeritar la figura del maestro y enaltecerr la del estudiante, como eje principal de los cursos. Craso error. Hoy más que nunca en los nuevos usos de la tecnología, los mejores profesores deberían estar a la par que los estudiantes centrados en el dominio y aplicación del conocimiento para impactarlo en sus entornos inmediatos. Pienso por ejemplo el como, si se desarrollaran cursos con alto sentido de planificación, por medio de la videoconferencia, los foros y las plataformas tecnológicas educativas, maestros de alta nivel en sus perfiles profesionales y de investigación, podrían dar conferencias desde cualquier parte del mundo donde estuvieran ubicados para todos aquellos estudiantes que se inscribieran al evento educativo.

Por el contrario, aun nos empeñamos en que el texto escrito sea el eje de los cursos apoyados con la tecnología, sin la participación relevante y real de quienes originalmente redactaron esos textos para confrontarse con los estudiantes. Hoy, todo profesor debería ser autor de sus propios textos pero también desarrollador de sus propias investigaciones o tareas de innovación educativa. Extrañamente, algunos cursos virtuales que he conocido son tan preceptivos y ajustados al método al pie de la letra, que la presencia del maestro es suplida por un experto en tecnología que solo pide que todo se haga conforme al programa, sin objeción alguna para cumplimentar el curso.

Aprender es un proceso humano que conlleva a diversos momentos de transformación interna y externa de los sujetos que se realizan en él. A veces se puede lograr con el esfuerzo individual y mediante el autoaprendizaje, condicionado al ensayo y error, pero casi siempre a través de la socialización y con la presencia de Leer más…



Interacción y comunicación en entornos virtuales: ¿está cambiando?

Mi foto

Por 

Consultora académico en proyectos TIC aplicados a la educación. Diseñadora pedagógica en proyectos elearning y tutora de cursos virtuales. Publicado en su blog Aplicaciones Educativas en Entornos Virtuales
Los entornos virtuales del siglo XXI promueven nuevas competencias comunicativas entre estudiantes y docentes. Así, entre las posibilidades que hoy nos ofrecen los entornos virtuales, podemos mencionar la de experimentar una comunicación cada vez más bidireccional, con la posibilidad de trabajar colaborativamente gracias a la incorporación de servicios y recursos que nos ofrece la Web 2.0 .
Chan (2000) plantea que las competencias comunicativas necesarias para la educación a distancia son la expresión, la capacidad de escucha y la interpretación, pues implican el esfuerzo por darse a entender y por comprender al otro, en la complejidad y profundidad que ambas acciones implican.
Podemos inferir entonces que las competencias comunicativas no se reducen al manejo instrumental del lenguaje y tampoco de las tecnologías, sino a conceptos integrales que abarcan el conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que permiten realizar una función específica.
En situaciones de enseñanza presencial, intervienen múltiples mediadores del conocimiento, tales como la tiza, el pizarrón, los manuales, libros, etc.; en tanto en una instancia no presencial, el entorno se desmaterializa y pasa a ser una representación, un soporte para la comunicación: la virtualidad posibilita estar con otros aunque no estén.
Nos preguntarnos entonces:

¿Qué nuevo tipo de interacción permite a los individuos ser parte de un mismo espacio y vincularse allí con personas, lugares y objetos a la distancia? ¿Cómo hacer para relacionarse sólo con representaciones ya no dotadas de características “palpables”? (Halaban, 2010: 63).Hoy, es posible decir que nuestros estudiantes valoran aspectos que hacen referencia a la capacidad de incentivar y propiciar la comunicación, es decir, acciones y competencias que implican funciones sociales orientadoras por sobre pedagógicas o académicas.

De la experiencia, es posible afirmar que la mayoría de nuestros estudiantes valoran en un grado importante para el aprendizaje aspectos que se relacionan a la motivación y a la forma en que se realiza la comunicación.
Es cierto que espacios sociales distintos implican también tipos diferentes de mensajes. Por ello, los intercambios comunicativos implican usos Leer más…


La innovación en la educación debe ser asumida por los profesores, no por los tecnólogos

Por  Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Por Rodolfo Calderón Vivar, miembro del equipo fundador del Sistema de Enseñanza Abierta y colaborador en  el proyecto de multimodalidad educativa de la Universidad Veracruzana

Hace poco más de un año, en nuestro contacto en las redes, la maestra Esperanza Aurora Hakim Vista tuvo a bien enviarme un artículo del profesor argentino Hugo M. Castellanos, director del sitio virtual “Síntesis Educativa”, intitulado Mentiras y fantasías de la capacitación docente en TIC, en el que menciona como durante años, en ese país sudamericano, los cursos de formación en tecnología informática aplicada a la educación han sido, por lo general, un gran fracaso pese a las estadísticas que anualmente se dan a conocer por parte de las autoridades del país hermano.

El artículo comienza con la anecdótica visita el expresidente Clinton a Argentina, en donde en una ceremonia política le presentaron cifras e indicadores alegres los políticos encargados de la educación de ese país, para presumirle el gran desarrollo de las plataformas tecnológicas y de la capacitación de docentes en el uso de las nuevas tecnologías. El clásico oropel de los funcionarios  que estadísticas generan realidades que no existen a base de simples conteos de equipos, cursos y profesores capacitados, sin dar pie a corroborar el impacto real de tal despliegue tecnológico en los  centros escolares,

Los cursos de allá, impartidos por lo general por especialistas en tecnología educativa enfocados más hacia la parafernalia informática que a la metodología pedagógica, son  fallidos desde el diseño de los contenidos, las estrategias didácticas y la evaluación de los mismos. Dice Hugo M. Castellanos:

“(…)En tales circunstancias, la conciencia de los tutores parece aliviarse aplicando el recurso de acompañar la inevitable felicitación final con algunas recomendaciones «críticas» en una vena cordial, «para que la próxima vez te salga mejor». Lo cierto es que pocas veces hay una próxima vez, o en todo caso nadie lo sabe, porque tampoco se hace un seguimiento de esos docentes que el sistema registra automática y generosamente como «capacitados».(…)”

Se da un juego de simulaciones en las que  finalmente la innovación  no es más que  una palabra   demágogica en el ámbito de la educación argentina, eso sí adornada con un sinnúmero de expertos que anualmente se reúnen en congresos de diversa índole en donde no cesan de alabar los grandes avances que la tecnología procura al quehacer docente en los diferentes niveles de estudios argentinos.

El asunto, según Hugo M. Castellanos, es que el uso de las TICs en la educación se han convertido más que nada un señuelo de los políticos para presumir en su discurso que realmente la educación está a la vanguardia mundial, sin procurar que se diseñen programas evaluatorios del desarrollo y mantenimiento de todo ese aparataje que con un cosoto millonario lucen las diversas escuelas argentinas. Es decir, no hay informes veraces de su eficacia y eficiencia en los centros escolares donde se aplicación.

La falla en la capacitación de los profesores para el uso de los nuevos ambientes de aprendizaje es un sino que se traslapa en casi todos los países de habla hispana. Y quizás en el mundo. La educación virtual no ha resultado panacea profetizada por gurús diversos durante los últimos años. Las universidades que se han orientado hacia el desarrollo de cursos virtuales mediante el desarrollo de costosos plataformas tecnológicas no han aumentado sus matrículas de manera significativa. Y en parte tiene con ver con los fallidos cursos de capacitación orientados más hacia lo operativo informático que hacia la creación de una pedagogía real de la educación tecnologizada.

Es más, los más recientes intento de generar un campo fértil para el desarrollo de la aplicación de la tecnología en la educación son los MOOCs (Cursos Abiertos Masivos en Línea) ya no provienen Leer más…



Cuatro preocupaciones sobre la universidad: excelencia, calidad, sociedad del conocimiento y la prisión del conocimiento racional, en la perspectiva de Pablo Latapí Sarre

Amigos:

 

En el lenguaje sugerente y evocador de los símbolos, la Universidad Autónoma Metropolitana emite hoy un mensaje, a través de la distinción máxima que puede otorgar: mensaje que expresa su reconocimiento a mi trayectoria académica y a la investigación educativa del país que de alguna manera hoy represento ante ustedes; mensaje que expresa también su voluntad de hacer manifiesta la afinidad de sus valores institucionales con aquéllos que han inspirado mi obra. Recibo y agradezco, profundamente emocionado, esta honrosa distinción. Entiendo este doctorado como un reconocimiento a un esfuerzo colectivo, mío y de otros muchos colegas, a lo largo de cuarenta años, por abrir un nuevo campo de investigación, el de la investigación educativa en México; formar a sus investigadores y consolidar sus instituciones. Como ha señalado el Rector Adrián De Garay en la generosa presentación que se ha hecho de mi persona, me correspondió iniciar un proceso que ha madurado al dar carta de ciudadanía a las investigaciones sobre la educación, entendiendo ésta como el punto de encuentro de numerosas disciplinas.

 
En este proceso me han acompañado muchos investigadores (a quienes no menciono por sus nombres para no incurrir en omisiones), por lo que considero justo hacer extensiva la distinción que hoy recibo a todos ellos, muchos de los cuales están aquí presentes. Sin sus contribuciones, el proceso de construir la investigación educativa como hoy la conocemos en México no se hubiera dado. Una referencia especial debo hacer a los investigadores de la educación que trabajan en las cuatro unidades de esta universidad: son muchos efectivamente —y muy apreciados en nuestro gremio— los miembros de la uam que se dedican a esclarecer los problemas de la educación del país; para todos ellos, este doctorado constituye también un merecido reconocimiento y un signo de la voluntad de esta Casa de Estudios de fortalecer la investigación educativa y de intensificar su presencia institucional en la formulación de las políticas educativas nacionales.
 
Quiero también agradecer a mi institución, el CESU —ahora Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación— de la Universidad Nacional Autónoma de México, los muy valiosos apoyos que me ha brindado en el desarrollo de mis actividades académicas; aprecio especialmente el clima de libertad académica, confianza y compañerismo que en él prevalece. Y como los logros de la vida académica son inseparables de las coordenadas más amplias en que nos realizamos los seres humanos, deseo hacer, en esta importante ocasión, un cariñoso reconocimiento a mi esposa María Matilde: durante treinta años, ella me ha acompañado cotidianamente en todos mis pasos; y —lo que es más— ambos construimos juntos nuestras certezas y nuestras respuestas, desde la fe que compartimos, a las preguntas últimas de la vida humana. Por todo esto, María Matilde, este Doctorado es también tuyo. Se me ha pedido pronunciar una conferencia magistral en esta solemne ocasión, que sea un mensaje a esta comunidad universitaria —sus autoridades, profesores, investigadores, estudiantes y trabajadores—. Lo considero un gran privilegio y me propongo compartir con ustedes algunas reflexiones sobre los riesgos que enfrentan hoy las universidades mexicanas.
 
Son preocupaciones personales, críticas, que pueden entenderse como advertencias o señales de alerta. No todos estarán de acuerdo con ellas, desde luego —la Universidad es una institución hecha para la disidencia—; ruego espetuosamente a quienes no las compartan considerarlas al menos como proposiciones que merecen discutirse. Las universidades del país viven hoy transiciones difíciles. Las presiones demográficas y sociales, las exigencias políticas, las angustias presupuestales, los cambios culturales y educativos y sobre todo los retos de la economía nacional e internacional, las abruman y las enfrentan a decisiones nada fáciles. Se les exige calidad, se les obliga a modernizarse, a ser eficientes, a preparar los cuadros que requiere el mercado, a desarrollar una cultura empresarial, a innovar en sus métodos pedagógicos y en sus procesos de gestión, a evaluarse y acreditarse sobre bases sólidas; y se les propone la “sociedad del conocimiento” como el paradigma obligado del futuro: si el conocimiento es —y lo será cada vez más— el eje vertebrador de las economías globalizadas, corresponde a los sistemas educativos y sobre todo a las universidades generar, proveer y distribuir ese conocimiento indispensable.
 
Ustedes —funcionarios, profesores y estudiantes— conocen mejor que yo lo que implican estos retos y sufren todos los días en carne propia sus consecuencias. Mi mensaje hoy consistirá en plantear cuatro preocupaciones críticas ante algunos equívocos que están provocando estos retos, preocupaciones que surgen de mi manera personal de entender lo que es la educación y lo que es la Universidad, de una “filosofía educativa” (si queremos llamarla así) que he construido a lo largo de mi vida.
 
Primera preocupación: el objetivo de la “excelencia”
 
Hoy se proclama como obligatorio para las universidades el ideal de la “excelencia”: la institución debe ser excelente, los programas de formación y los profesores también; y los estudiantes deben aspirar a ser excelentes y a demostrarlo. Permítanme decirles que considero este ideal de la excelencia una aberración. “Excelente” es el superlativo de “bueno”; excelente es el que “excellit”, el que sobresale como único sobre todos los demás, en la práctica, el perfecto. En el ámbito educativo, hablar de excelencia sería legítimo si significara un proceso gradual de mejoramiento, pero es atroz si significa perfección. Educar siempre ha significado crecimiento, desarrollo de capacidades, maduración, y una buena educación debe dejar una disposición permanente a seguirse Leer más…