Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



Nostalgia de fuentes y letras

Manuel Rodríguez Rivero

No sé si ustedes ya lo han notado, pero nunca como ahora se habían publicado tantos libros que celebren el libro y el placer de la lectura. Tanto ficciones como no ficciones. La nueva tendencia editorial corre paralela a las lúgubres profecías que anuncian su fin (al menos en soporte analógico) y su sustitución urbi et orbi por el advenedizo libro electrónico. Se produce así una especie de nostalgia anticipada o preventiva que está alimentando un nuevo subgénero que, de seguir creciendo, quizás llegue a tener estantería propia en las grandes superficies, donde los asuntos suelen estar más compartimentados que en las pequeñas librerías (el otro día descubrí en un centro de El Corte Inglés, y dentro de los libros de autoayuda, una sección llamada simplemente «Felicidad», justo lo que necesitamos). El interés por los libros sobre el arte del libro se extiende también al noble arte de la imprenta. Taschen, que ya había publicado los dos espléndidos volúmenes de Type, a Visual History of Typefaces and Graphic Styles, se descuelga ahora con el estupendo Fuente de Letras, de Joep Pohlen, que aúna a sus características de sobrio libro-objeto, su utilidad como manual de referencia para todos aquellos interesados en el arte de la escritura y, especialmente, en la invención, historia, clasificación y características de las fuentes y tipos de letras hoy más empleadas en el diseño y en las artes gráficas. Tras hojearlo (y ojearlo) durante toda una tarde, soñé que me sepultaba una indolora lluvia de letras que, en su caída, iba componiendo al azar los textos de una nueva biblioteca borgiana. Cuando me desperté corrí a la Feria del Libro. Pero allí no los tenían.

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Tornado de ideas por el futuro del libro

Miguel Mora

Más que un congreso, es una tormenta de ideas masiva y babélica. Con más tribulaciones y esperanza que certezas, 200 libreros, editores, escritores, blogueros y periodistas de todo el mundo piensan en Monza (Italia) sobre el mañana del libro y la escritura del futuro. Los libreros tienen pánico de acabar como las tiendas de discos; la mayoría sabe que la revolución es un tsunami imparable, y algunos editores, como el de Mondadori, invitan a todos «a coger la tabla de surf y subirse a la ola»; Google pone cara de no haber roto un plato, y Milagros del Corral, exdirectora de la Biblioteca Nacional, se pregunta en nombre de la Unesco, qué pasará con los derechos de autor o con las bibliotecas, cómo sobrevivirán las librerías, quién editará periódicos si son gratis, qué parte del negocio y del margen volará.

«Acabaremos siendo alquiladores de libros», creen en Mondadori

En EE UU el mercado electrónico roza el 25%. Google ofrecerá 15 millones de títulos

Todos imaginan cómo llegará su trabajo hasta el lector el año que viene, o dentro de cinco: sin intermediarios. Pero la sensatez se abre paso en un sector que se supone inteligente. Ni somos víctimas de lo digital ni debemos hacernos las víctimas. Esa parece la consigna. El papel y lo digital convivirán largo tiempo.

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México era un país de cambios que ahora se han detenido

Verónica Calderón

Una conversación con la escritora Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) abre un amplísimo abanico de temas. Igual se habla de antisemitismo que de política mexicana o de su admiración por Armani. La ganadora del premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2010, que entrega la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), es narradora, ensayista, académica, viajera, fashionista, bloguera y hasta tuitera (cuida de actualizar todos los días su cuenta, @moscas43).

Con estilo impecable, Glantz posa para el fotógrafo por los pasillos del Palacio de Linares y no pierde un detalle. Es una y muchas a la vez. Y cada una igual de interesante que la anterior.

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Libros en pintura

Enrique Villa-Matas

En el principio fue el dibujo y luego las letras, después todo se invirtió. Ahora esta fórmula de los libros clásicos ilustrados vuelve como una de las estrategias para fomentar la lectura y reducir la crisis del sector. A los dibujos de Doré o Beardsley se suman los de artistas actuales que iluminan el ingenio de Hawthorne, Wilde, Brecht, Kipling o Schnitzler.

Existe la creencia de que en las novelas que van ilustradas los grabados, los dibujos, se basaron siempre en los textos escritos. Y, sin embargo, no siempre fue así. Hubo una época en la que los narradores que escribían novelas por entregas para los periódicos se ponían al servicio de famosos y prestigiosos dibujantes; primero, entregaban éstos sus ilustraciones, y después venían los narradores y se acoplaban a los dibujos de las estrellas de los grabados. Es el caso célebre del periódico londinense Evening Chronicle, que en 1836 le encargó al joven Dickens de 24 años que escribiese una serie de textos de carácter costumbrista para las ilustraciones del famoso dibujante Robert Seymour, gran estrella del momento. O sea que Seymour hacía las ilustraciones y a éstas las acompañaba posteriormente un texto adicional. La trama de las historias, por tanto, se subordinaba al dibujo. En el caso que nos ocupa, pronto surgieron las desavenencias entre la estrella Seymour y el genio -entonces desconocido- de Dickens. La obra concebida por el dibujante proponía, a través de sus grabados, un relato acerca de un club de cazadores llamado Nimrod, una sociedad de perdigueros cómicamente inexpertos…

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Acerca de una antología

Eusebio Ruvalcaba

Por fin, y en un tiempo record, la antología poemas para un poeta que dejo la poesía ha visto la luz. Soy el primero en asombrarme. Cuando la idea de esta compilación cruzó por mi cabeza, se me antojó absurda. ¿Con qué cara podía yo convocar a los poetas, quiero decir con qué autoridad? Le di muchas vueltas antes de tomar la determinación. Había muchos riesgos, que más tienen que ver con el mundillo literario que con la poesía propiamente dicha. En primer término, que atrajera los reflectores. Que se pensara esta idea que no era más que un ardid para trepar por la resbaladiza pared de la vanidad. En segundo término, que fuese interpretada como un pretexto para invitar a mis amigos poetas a participar. A sea, una fiesta para los amigos y no para la poesía. Absurdo por donde se le vea.

Decidí poner manos a la obra. Nunca me ha importado más de la cuenta lo que se diga respecto de mí en ningún sentido.

A modo de cortesía, me permito transcribir el prólogo del libro. Y, una vez más, darle las gracias a Víctor Roura por asumir el difícil compromiso de su publicación.

 

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