Núm. 6 Tercera Época
 
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En 1999, Bolaño publica Monsieur Pain, una novela cuya acción transcurre en París y cuyo protagonista es un buen hombre discípulo de las teorías de Mesmer.20 Cuando lo llaman a la cabecera de uno de los más grandes poetas latinoamericanos del siglo XX, el peruano César Vallejo (1892-1938), Monsieur Pain se encuentra enredado en una conspiración cuyas proporciones pueden más que él y tiene que luchar contra unas fuerzas ocultas. Varios rasgos recuerdan aquí la escritura de Schwob: la creación de una ficción cuyo protagonista es un poeta latinoamericano efectivamente muerto en París después de sufrir una hospitalización y una larga agonía en 1938; la inclusión al final de la novela de las “biografías imaginarias” de los principales protagonistas, bajo el título: “Epílogo de voces: la senda de los elefantes”. Como para mejor preparar al lector a esta nueva intertextualidad, en las últimas páginas de la novela, el narrador declara:

Así, a partir del lunes 11 de abril mis actividades se concretaron en la siempre balsámica lectura de Vidas imaginarias y La cruzada de los niños de Schwob, en algunas páginas de Renard y de Alain Fournier que me hacían sentir nostalgia por una campiña donde jamás había vivido...21

Cabría añadir a la lista de las obras latinoamericanas que hasta ahora se inspiraron en Vidas imaginarias la del argentino Juan Rodolfo Wilcock (1919-1978), La sinagoga de los iconoclastas (1973), serie de 35 biografías de personajes más o menos imaginarios y tan locos como los de La literatura nazi en América Latina.22

III. Modernidad e inspiraciones de Schwob: el cuento en América Latina

portadaSemejantes convergencias no sólo nos llevan a preguntarnos sobre la continuidad de esa notoriedad: nos obligan también a fijarnos en el género de la narración breve como característica de la literatura latinoamericana; parece en efecto que se trata aquí de uno de los mayores cotejos con la escritura de Marcel Schwob, quien utilizó prácticamente en exclusividad esta forma
de narración.

En su contribución al coloquio de Cerisy dedicado a Marcel Schwob, Emilie Yaouanq había notado que los cuentos de Marcel Schwob se podían cotejar con los de Rubén Darío (1867-1916), uno de los mayores renovadores de la literatura hispanoamericana de principios del siglo XX.23 Emilie Yaouanq recalcaba muy acertadamente una ambigüedad entre lirismo ynarración, característica del simbolismo y del modernismo, pero también “una vacilación de la función referencial”, “una interferencia de las fronteras entre lo real y el imaginario o el sueño”, que hacen del cuento “una aventura interior” y una “textualización de impresiones subjetivas”. Todos estos procedimientos se podrían asemejar a los numerosos rasgos característicos de la narrativa latinoamericana contemporánea, junto con un tratamiento particular del tiempo y del espacio, con el uso de la metáfora y de la alegoría que tienden a “trastornar la representación del mundo”. 24

Cabe precisar sin embargo que la traducción del término español “cuento” al francés suele ser problemática, en la medida en que puede referirse tanto al cuento como a la novela corta. Y se entiende sin duda aún mejor la recepción de Schwob cuando se conoce la importancia que siempre tuvo en América Latina la narración corta, imponiéndose como una verdadera especifi cidad cultural, como lo recalca Nicasio Perera San Martín.25

La novedad de la nueva novela latinoamericana radica ante todo en su modo de acabar con la “omnisciencia” del narrador. Pero este rasgo es precisamente una herencia del cuento: ya a partir de fi nales de los años cincuenta, siguiendo la vía abierta por Horacio Quiroga y por su narrador-testigo que cuenta en primera persona, surgen varios escritores que, según Nicasio Perera San Martín: “…preparan el asalto a la omnisciencia del narrador”; encabezarán después este movimiento los grandes nombres de la literatura latinoamericana del siglo XX: Alejo Carpentier (Guerra del tiempo, 1958), Onetti (Los adioses, 1954), Cortázar (Las armas secretas, 1958). Verdaderos “laboratorios” precursores de la “nueva novela latinoamericana”, estas narraciones cortas iban a dar paso a los grandes frescos narrativos polifónicos del “boom” literario de los años siguientes.26

Ahora bien, la polifonía narrativa ya es lo propio de La cruzada de los niños. Estos múltiples enfoques en torno a un mismo acontecimiento para eludir y poner en tela de juicio la omnisciencia del narrador serán magistralmente tratados por la narrativa latinoamericana, confundiendo mito, rumor, leyenda, etc. dentro de lo que ya no es “la” realidad sino “lo real”. Asimismo, se puede leer Corazón doble y más particularmente “El tren 081” como una innovación narrativa que no desecharía Julio Cortázar, en cuya obra narrativa la temática del doble está particularmente presente. Este cuento de Schwob revela que el artificio narrativo puede, como escribe Clara Pastor:

20 Franz Anton Mesmer (1734 -1815) inventó una psicoterapia fundada esencialmente en el magnetismo animal y pretendió haber descubierto en el imán un remedio contra todas las enfermedades.
21 Roberto Bolaño, Monsieur Pain, Anagrama, Barcelona,1999, p. 150.
22 Juan Rodolfo Wilcock, La sinagoga de los iconoclastas (La sinagoga degli iconoclasti, 1973), traducido del italiano por Giovanni Joppolo, Gallimard, París, “Du monde entier”, 1977 y Anagrama, Barcelona, 1981.
23 Emilie Yaouanq “Lyrisme et narration dans quelques contes de Marcel Schwob, de Henri de Régnier et de Rubén Darío” en D’un siècle à l’autre : retours à Marcel Schwob et à Claude Cahun (2005). Disponible en Internet : http://www.ccic-cerisy.asso. fr/schwob05.html
24 Ibidem.
25 Nicasio Perera San Martín, “Elementos teóricos para la distinción entre cuento y relato”, Nueva Estafeta, núms. 21-22, Madrid, agosto-septiembre de 1980, pp. 190-197.
26 Nicasio Perera San Martín, “Los narradores felisbertianos de Roberto Bolaño”, en Fernando Moreno (coord.), Roberto Bolaño, una literatura infi nita, Centre de Recherches Latino-américaines/ Archivos Université de Poitiers-CNRS, 2005, p. 96.

 
 
 
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