Núm. 6 Tercera Época
 
  Facebook LPyH Facebook LPyH  
encabezado
 
UNA INSTANTÁNEA DE
Rafeal Villar
 
 
fotos
escudo uv
 
corre
 
  punto    Puntos de venta
  buzón Buzón del lector
  suscribete Suscríbete

 

lineamientos de publicación

 

 

 
 
 
 
páginas <<< 1 2 3 4 5 6 >>>
 

Pero no es Borges el único escritor latinoamericano que fue inspirado por Marcel Schwob: Luis Vicente de Aguinaga (Guadalajara, 1971), al evocar lo que llama la “muerte simbólica” y la “resurrección” de Schwob en su tierra, enfatiza su éxito nunca desmentido y la valoración decisiva que se ha hecho de su obra a lo largo del siglo XX y principios del XXI. Cita a Marcel Schwob como un maestro indiscutible para escritores como Julio Torri, Martín Luis Guzmán, Pablo Neruda, Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Eduardo Lizalde y José Emilio Pacheco en América Latina o incluso Luis Alberto de Cuenca, Enrique Vila-Matas, Bernardo Atxaga, Javier Marías y José Manuel Fajardo en España. Lejos de decaer, su influencia se habría reforzado entre los hispanohablantes, hasta conocer una renovación en España durante la transición democrática.7 Como se ve, hay aquí mucha materia para la investigación sobre el tema. En México, Juan José Arreola citará a Schwob y Papini entre los fundadores de su estilo.8 Gabriel Bernal Granados recuerda cómo la lectura de La cruzada de los niños por María Luisa Ross dejó en Arreola una huella perdurable. Pero recalca que el verdadero encuentro literario entre Schwob y Arreola ocurriría más tarde, cuando a esta primera impresión decisiva se sumó, para confirmarla, “la lección de estilo y método narrativo” de Vidas imaginarias.9

Se notará por otra parte que Marcel Schwob es un autor constantemente traducido en América Latina: a Pablo Neruda le debemos, en 1923, una versión de La ciudad dormida, mientras la celebración de su centenario representó para los escritores mexicanos de la joven generación una oportunidad para proponer nuevas traducciones de su obra. En México, Una Pérez-Ruiz tradujo La estrella de madera, siguiendo las huellas de Rafael Cabrera, que en 1917 y 1922 ya había traducido respectivamente La cruzada de los niños y Vidas imaginarias. José Emilio Pacheco advertía en su presentación de la traducción de La estrella de madera por Una Pérez-Ruiz que Marcel Schwob no se contentaba con crear, sino que inventaba a partir de otros textos, convirtiendo el palimpsesto en “palintexto”, nueva escritura que no por ello es menos imaginativa ni menos original. Pacheco rinde homenaje a Marcel Schwob con estas palabras:

...Schwob no ha sido tocado por la mortalidad: su obra atraviesa, cada vez más fascinante y siempre renovada, el mar de las tormentas que se extiende de un fi n de siglo a otro. Al llegar al nuestro, Schwob ha vuelto a ser leído en su patria. Durante muchos años en Francia se habló poco o nada de él […] Mientras tanto nunca dejó de tener lectores ilustres en Hispanoamérica, una comunidad que se transmitía los textos de Schwob como en las catacumbas, un grupo indiferente a las listas de popularidad y al surgimiento y caída de los bestsellers. Pensemos, para hablar sólo del caso mexicano, en Julio Torri y Rafael Cabrera durante los años más violentos de la Revolución, en Juan José Arreola y sus discípulos y en quienes no dejaron de leerlo y aprender de él durante los setenta y los ochenta […] La traducción de Una Pérez-Ruiz culmina por ahora las lecturas mexicanas de Marcel Schwob en el siglo XX y anticipa las del siglo XXI.10

También pudimos comprobar el gran interés que suscita la figura de Marcel Schwob durante un coloquio en la Universidad de Monterrey en noviembre de 2004 dedicado a José Emilio Pacheco.11 Varias pláticas con el escritor pero también con críticos literarios o con estudiantes confi rmaron el lugar destacado que seguía ocupando Schwob en la literatura latinoamericana.

Constantemente traducido en México, desde hace algún tiempo Schwob ha empezado a despertar interés en España como traductor con pleno derecho. En un artículo dedicado al problema de la temporalidad en la traducción, María José Hernández Guerrero, de la Universidad de Málaga, declaraba en 1999 basarse para sus traducciones de Shakespeare (Hamlet, Macbeth) y Daniel Defoe (Moll Flanders) en el método utilizado por “un escritor literario que al mismo tiempo fue traductor, Marcel Schwob”. Advierte la profesora Hernández Guerrero que si la figura de Marcel Schwob es desgraciadamente poco conocida, su faceta de traductor lo es todavía menos, aunque fue “un auténtico vanguardista en literatura, que destacó por la defensa de un método al que llamó: “Analogía de las lenguas y de las literaturas en los mismos grados de formación”. Con la aplicación de este procedimiento intentaba superar el salto temporal que se producía cuando la obra que se iba a traducir era anterior en el tiempo al momento de la traducción”.12 Como se ve, el interés por Marcel Schwob en el ámbito hispanohablante no concierne sólo lo “puramente literario” sino que es “textual” en sentido lato.

II. Destino de las Vidas imaginarias: de Alfonso
Reyes a Roberto Bolaño

Para valorar hasta qué punto la inspiración de Marcel Schwob sigue viva en América Latina, basta con referirse a las publicaciones y eventos literarios ocurridos en 2006:13 el 26 de octubre, un centro cultural de México, D. F. organizó una lectura dramatizada de “El tren 081” y el 28 de septiembre la editora gubernamental de Veracruz presentó en estos términos una publicación sobre las relaciones entre la historia y la ficción en la narrativa latinoamericana:

En el prólogo a sus Vidas imaginarias, Marcel Schwob escribió que los escritores y especialmente los novelistas debían completar con imaginación la tarea de los historiadores, inventando los datos que no se habían podido encontrar, y es sabido que años después Borges se divirtió tergiversando las vidas de algunos delincuentes en su Historia universal de la infamia. Por su parte, Robert Graves revolucionó la novela histórica al contar con desenfado la vida del emperador Claudio, desde su propio punto de vista. Posteriormente, Reinaldo Arenas, Jorge Ibargüengoitia y Fernando del Paso, entre otros novelistas, aprovecharían sus enseñanzas pero a mayor escala, rescribiendo la historia del continente en una serie de novelas irreverentes y divertidas, donde se desacraliza a los héroes y se los presenta como hombres de carne y hueso y donde de pasada la verosimilitud pierde toda importancia, lo mismo que la cronología.14

7 Luis Vicente de Aguinaga, “Marcel Schwob : memoria y lectura ”, Luvina, revista literaria en línea: http://www.luvina. com/luvina39/textoLIBRE/artic_20html
8 Juan José Arreola, Confabulario personal, Bruguera, Barcelona, 1980, p. 11.
9 Gabriel Ríos, “Vidas imaginarias desde el tablero: Juan José Arreola, el ajedrez y Marcel Schwob” http://www.cnca.gob.mx/ cnca/nuevo/diarias/100998/bibliote.html
10 José Emilio Pacheco, “Prólogo” a La estrella de madera de Marcel Schwob, trad. de Una Pérez-Ruiz, Verdehalago, México, 1998, pp. 5-9. || 11 En el VI Coloquio Literario de la Feria Internacional del Libro celebrado en Monterrey en octubre de 2004.
12 María José Hernández Guerrero, “Marcel Schwob y el problema de la temporalidad en traducción”, Quaderns, Revista de traducció, núm. 3 (Universidad Autónoma de Barcelona 1999), p. 40.
13 Año en que se leyó esta conferencia en Nantes.
14 Presentación de Ficción e Historia, de Celia del Palacio, Karl Kohut y José Barrientos, Editora de Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa, disponible en la página Internet de Milenio Cultura, domingo 29 de octubre de 2006: http://www.milenio.com/xalapa/ milenio/nota.asp

 
 
 
páginas <<< 1 2 3 4 5 6 >>>
     
Hidalgo #9 • col. Centro • Xalapa, Veracruz, México • (2288)8185980, 8181388 • lapalabrayelhombre@uv.mx