El fenómeno del trabajo infantil, como actividad ilícita que compromete el futuro de las y los niños que son utilizados para ejercerla, provoca violaciones a sus derechos, pone en riesgo su integridad física, emocional, social y moral, por parte de quienes se benefician de la misma. A su vez, perpetúa el círculo de pobreza.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que para el año 2013, el número de niñas, niños y adolescentes que trabajan en el mundo fue de 168 millones, de los cuales más de la mitad realizaron trabajos tipificados como peligrosos. Según la propia OIT, América Latina concentró el 8.8% de esta población, con 13 millones de niñas, niños y adolescentes en situación de trabajo infantil.
En nuestro país, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) para el año 2013, había 29.3 millones de niñas, niños y adolescentes entre 5 y 17 años de edad, aproximadamente una cuarta parte de la población total, y de acuerdo a datos del Módulo de Trabajo Infantil anexo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2013, se estimó que en ese año se encontraban trabajando 2.5 millones de niñas, niños y adolescentes de ese rango de edad.
Dada la gravedad y complejidad de este fenómeno, las acciones para su prevención y erradicación deberán contemplar los más diversos factores económicos, sociales, culturales, y de orden jurídico-normativo y convocar la participación de los tres órdenes de gobierno, de los sectores de la sociedad relacionados con la educación, la salud y el bienestar de las y los niños, de las y los empleadores y trabajadores y sus organizaciones, de los padres de familia y de las organizaciones de la sociedad civil.
Por esto, te invitamos a participar en la encuesta México sin trabajo infantil, que nos permitirá realizar un ejercicio estadístico en virtud de conocer cómo ha permeado la campaña en la comunidad universitaria.
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