Ayer la prensa, luego la TV… hoy TikTok

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=K00wM_Bdp_w.

En una anterior entrega en mi blog, hablaba de lo afortunado que he sido para que algunos estudiantes se hayan incorporado como colaboradoras y colaboradores a las investigaciones coordinadas por un servidor, en los pasados 25 años.

Pues bien, quiero tomar como excusa la charla que llegué a tener -en alguna ocasión- con dos de mis colaboradoras, para reflexionar sobre el lugar que hoy ocupan las redes sociales y, en especial TikTok, en el imaginario y las prácticas de consumo informativo, para millones de usuarios jóvenes, quienes han venido naturalizando a este medio digital como un lugar de referencia para pensar(se) junto al mundo de sus pares usuarios.

Y es que recuerdo que estaba con ellas conversando sobre algún aspecto ligado al proyecto, cuando -como también acostumbro- hice un apunte y aproveché para preguntarles si ya habían escuchado una noticia que en aquel momento era oportuna referir. Sin pensarlo dos ves, me respondieron que no, para que, en ambos casos, hicieran la observación que en Facebook no había nada al respecto.

Bromista como suelo ser les dije que no podía disculparles que, para informarse, asumieran que una red social era el medio ideal o más conveniente para hacerlo, menos si eran estudiantes de comunicación y cuanto más colaboradoras de nuestro Cuerpo Académico. Que me hicieran el favor de salir y buscar en una plataforma informativa la noticia de las que le hablaba. Por supuesto que pensaron que era una broma, hasta que les dije que no, que era en serio. Así que abandonaron mi cubículo para volver después con el encargo.

Narro esto porque hace poco mi hijo Aldo me comentó que las nuevas generaciones han reducido al extremo su habilidad y hábitos para buscar información, pues todo lo quieren resolver en TikTok. Le dije que así era, que incluso sus hermanos así actuaban, por más que yo les decía que TikTok no debe ser el medio de búsqueda informativa más conveniente si quieres saber o informarte sobre algo.

Curioso, pero unos días después, al hablar con Elvia, la eterna amiga de mi esposa, recordaba la forma en que, cuando adolescente, tenía la oportunidad de consultar una revista que -entonces- mayormente se consumía en muchos hogares mexicanos: la revista Selecciones del reader’s digest, en la que uno podía leer textos breves de temas variopintos o capsulitas culturales, históricas, antropológicas, que alimentaban la imaginación, pero también nos informaban y formaban.

Y hablamos de lo común que entonces era la presencia del periódico y otras publicaciones que solían ser los recursos a través de los cuales las familias se mantenían informadas, lo que no impedía que en la radio y la TV, también hubiese una experiencia de consumo noticiosos que terminaba por mantener informada a una sociedad presta a la lectura, la escucha y al visionado con tal de relacionarse con el mundo, saber de él, imaginarlo, incluso nombrarlo. Vamos, como me lo acaba de hacer ver Paola Ríos (quien tuvo la cortesía de pasar a saludarme y disponer de unos minutos de deliciosa e informada charla sobre el rey de los deportes): si lo decía Zabludovsky, había una legitimación en la noticia.

Llegados al presente, así como entonces hacíamos uso de un abanico de posibilidades para informarnos, con el desarrollo tecnológico en tiempos modernos, llegaría Google, los portales informativos, las páginas electrónicas, los blogs personales y las redes sociales. Es decir, un abanico de posibilidades informativas que, en lenguajes y formatos distintos, llevó a algunos autores hablar del tránsito que esto suponía hacia una sociedad de la información como resultado de un ecosistema mediático que proveía de datos para un consumo informado.

Pronto aquel entusiasmo cobraría factura si reconocemos que Facebook devino un modelo de consumo que pudo ser oportuno para una generación de usuarios, por la prevalencia de un contenido que privilegió la imagen, el audio, el video; modelando gustos, pero también expectativas que comenzaron a incidir en el desdibujamiento de un canon social que históricamente había definido a nuestras sociedades y culturas; estilos de vida que comenzaron a trastocar lo íntimo y privado en aras de la visibilidad mediática de anhelos que llevaron a esta red social junto con su hermano menor Instagram, a ser los medios de referencia para un público que encontró en ello ventanas para asomarse a un mundo, pero sobre todo, a la construcción de un paisaje donde lo publico hizo añicos lo íntimo; esbozando un consumo centrado en la exhibición, lo inmediato, lo superfluo y efímero

Todo esto, terminó por despuntar cuando el modelo de negocios de TikTok reinventó las experiencias de visibilidad y consumo en un público que ya se dejó de preocuparse por buscar si no más bien por desplegar una necesidad para hacer de la desinformación, la mediocridad, lo fatuo, el despliegue de una experiencia de consumo poco crítico y reflexivo que pasó a convertir a los productores de contenido en un objeto de culo y deseo para informarse con capsulitas que poco le exigen pensar o confirmar lo que les proveen, al hacer de la creencia el dispositivo mental desde el cual hacer de esta red social un objeto de fe como un espacio confesional que combina lo superfluo con la inmediatez y lo perecedero.

Si a esto le sumamos que aun cuando estas generaciones de usuarios son mayormente visuales, eso no los lleva a tener una alfabetización visual que les permita desmontar narrativas o códigos que favorezca vivir un ejercicio de apropiación crítica de la información que por allí circula, siendo como está demostrado, que el protagonismo de las Fake news ha cobrado derecho de piso, donde la condición líquida y efímera de su naturaleza, poco margen de maniobra da a un público usuario poco está acostumbrado a pensar dos veces lo que consumen en términos informativos.

Por eso, como docente universitario y padre de familia, cuando veo que aun habiendo opciones para consultar, informarse, saber y llegar a conocer, en los hábitos de esta generación habita la pereza mental, por lo tanto, han naturalizado el depositar sus creencias y muchas veces la fe, que es en Tiktok donde mejor se puede informar. Lo peor es cuando la viralización de un contenido, hace de los 15 minutos de fama de un productor de contenido, su cuenta o canal, la figura y lugar desde el cual pensar el mundo, pero además, dejar entrever que si no es parte de esos millones de usuarios que en la viralización de un contenido construyen su ser social mediático, ellos corren el riesgo de no ser miembros de una comunidad a la que los han convencido debe pertenecer, por más superfluo que sea este sentido de pertenencia. (Y miren que hay productores de contenido que merece la pena seguirlos, pero no siempre son parte de la economía algorítmica desde la cual se impide ver integralmente el bosque mediático. Sobre ello tendré ocasión de reflexionar después).

Así las cosas, estos hábitos conforme se han ido sedimentando, cada vez más complican que los niños, adolescentes, jóvenes y adultos en definición, tengan habilidades mentales básicas como las que en otras generaciones aún siguen siendo posibles reconocer. No por menos, cuando un estudiante dice que no sabe cómo decir o explicar algo, es la confirmación de la ausencia de dominios discursivos o argumentales, por la pobreza de lo que consume para estar informado, llegar a saber y tener la aspiración de poder conocer, en los términos de Humberto Maturana, descubriera las diferencias entre el saber y el conocer: uno ata y el otro te permite ser reflexivo… arborecer.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=Dg5VXhpkouQ
Comentarios
  • Genaro Aguirre Aguilar
    2025-11-24 4:32 PM

    Muchas gracias por tu comentario Lalo.
    Sin duda coincidimos, tenemos que comenzar a tomar decisiones colegiadas como lo están haciendo ya otros países en Europa.
    Saludos

  • Eduardo Gabriel Barrios Pérez
    2025-11-24 4:09 PM

    Excelente entrada. Invita a reflexionar lo que hoy sucede entre las nuevas generaciones y diría que también en las no tan nuevas. Cada tecnología va haciendo la sombra de distintas generaciones pero en esta no deja de llamar la atención lo que comenta en su reflexión, cada vez está siendo más difícil encontrar habilidades discursivas que permitan a un estudiante expresar con claridad sus ideas, por eso sería pertinente un ejercicio colegiado que nos lleve a tomar decisiones «mínimas básicas e indispensables».

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