Este 3 de noviembre de 2025, Silvia, mi maravillosa esposa y madre de Xime y Emi, estaría cumpliendo 50 años y seguro, junto a mis hijos, le hubiésemos organizado la fiesta que ella se merecía.
Y es que hace poco junto a mi madre recordábamos aquel día cuando le hicimos una fiesta sorpresa para celebrar sus treintaitantos años, en especial la emoción que reflejada en sus ojos cuando se abrió aquella puerta del salón donde la organizamos: familia, amigos de ella y míos al verla entrar ataviada y dispuesta a acompañarme a un convivio, fue recibida en medio de una algarabía bordada de aplausos, sonrisas, porras y abrazos. Era la primera fiesta que en su vida se le organizaba, pues nunca le habían celebrado un cumpleaños.
Igual que cuando nos casamos, su fiesta también estuvo hecha de un puñado de anécdotas que pudieron ocurrir durante esas horas divertidas y profundamente emotivas: por las travesuras de algunas amigas alrededor de la comida, por las bromas de otros amigos, por las confidencias que abrieron corazones, en fin, que su fiesta estuvo hecha de tantos guiños a la vida como ella se lo merecía; algo que suelo decirle a mis hijos cuando sale a colación, esto o aquello, ligado a lo consentida que fue por quien esto escribe.
Por eso, aquel fin de semana que terminó siendo costumbre, cuando nos dijo el mismo día que quería ir a Xalapa a desayunar y luego a Naolinco a celebrar su cumple años, lo hicimos. A partir de entonces, se hizo costumbre que los días de muertos nos preparáramos para pasar 3 días de conmemoración y celebración en familia: Xalapa, Coatepec, Xico, Naolinco, solían ser los lugares a donde turisteábamos en estos días. Y si por alguna razón no podíamos viajar, nos quedábamos para celebrarla aquí, como cuando no nos quedó de otra por la pandemia.
Esa fue Silvia, una joven mujer que siempre supo sonreírle a la vida, verle el lago amable, incluso cuando le diagnosticaron su cáncer, la enfermedad que me la arrebató para que su presencia dejara de iluminar mi vida y la de mis hijos, para que dejara de ser el ánimo y el alma en reuniones familiares, una mujer -me dijo alguien durante aquella noche de su velación- que todo lo que tocaba lo cambiaba, admirable porque buscaba salvar vidas, aun sabiendo que la suya se apagaba, como me dijo una doctora aquella noche y quien me confesó que tenía pocos meses de conocerla, pero al enterarse de su fallecimiento, sabía que debía de acompañarla, pues en poco tiempo aprendió a admirar su entrega para con otros.
De allí que este 3 de noviembre cuando cumpliría sus 50 años, les haya dicho a mis hijos, a mi sobrina y su eterna amiga Elvia, que iríamos a comer como solíamos hacerlo, no a Naolinco como le encantaba para aprovechar el día 1o. y 2 de noviembre, pues en el jardín donde fue depositada su esencia, nos invitaron a la ceremonia conmemorativa por quienes ahí descansan.
No habrá la fiesta que se merecía, pero sí quiero conmemorar el recuerdo, la memoria de quien fue mi «timón, mi vela, mi mar, mi barca, mi mar, mi remo/ mi ternura, mi paz, mi tiempo, mi amor, mi sueño». Por eso y más, cuando el pasado 27 de agosto cumplió su primer aniversario, en su honor quise publicar un libro en donde comparto un puñado de textos en los que hablo del papel que la música jugó en nuestras vidas, desde los tiempos de noviazgo.
De Silvia y mías… por siempre: música y sentido en un proyecto amoroso, es un pequeño tributo a esa mujer que estaría alcanzando este 2025 sus 50 años y que quise con él celebrar nuestro amor como su propia vida, para que perdurara en el recuerdo de quienes el día de su primer aniversario nos acompañaron en el jardín y en la misa… Su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo, las mamás del colegio de Emi, a quienes también les dije que, en esa pequeña obra, había el acceso a una lista de canciones que había recopilado; canciones en donde hay retazos, historias, frases que pueden llegar a ilustrar lo que fuimos.
Y es que algunos de quienes han leído el libro, me han hecho comentarios sobre lo que el libro les ha provocado, lo que han logrado comprender del porqué este dolor que siento tras su partida, el sentido que fuimos construyendo de lo nuestro, de la mano de decenas de canciones en cuya arquitectura se develan pasajes cual si hubiesen sido hechos para nosotros. Por lo mismo, llegué a decir aquella mañana cuando sus cenizas fueron depositadas en su cripta, entre el libro y la lista de canciones, hay un acto de desnudamiento, de confesión íntima, de expiación lírica.
Digo lo anterior, porque he de confesar que la playlist no está integrado por canciones que pudieron ser parte de la banda sonora de nuestras vistas, sino porque los meses y la decena de versiones que hizo fueron poco a poco dándome a entender que debería ser un ensamble musical donde cada canción y el lugar que ocuparía sería la recreación, el testimonio de un momento de nuestra vida. Por eso, desde la primera a la última, hay una articulación de canciones que revelan pasajes de nuestro noviazgo, seguidas de aquellas ligadas a nuestros primeros años de matrimonio, para luego hacerlo lo mismo ya en la etapa de padres de familia. Incluidas aquellas cuando ya el amor se construía de manera diferente, tras la declaración de su enfermedad. Sí, entre la confesión y la expiación, ese libro y el ramillete de canciones.
Hoy celebraríamos sus 50 años y en conmemoración a ella, este texto cual pequeño tributo a la mujer alrededor de la cual giró mi mundo desde que la conocí y tomó de la mano para llevarme de la sombra a la luz… a ella misma. Así durante 27 años y los que lleguen a faltar, pues -como diría Sergio Esquivel, después de todo, «nadie se va del todo».
En conmemoración de sus 50 años.
Postdata: en alguna ocasión Silvia me dijo que si sabía lo feliz que se pondrían mis estudiantes el día que yo les dijera que no tendríamos clases. Pues bien, este día y para estar en casa junto a sus recuerdos y para visitarla en donde descansa, ya avisé a mis estudiantes que no iría a clases. Seguro, si como se dice esto es posible, allí donde esté seguro estará esbozando esa luz que brotaba de su sonrisa.




Comentarios
Estoy segura que en donde quiera que ella esté, desde su rinconcito estará feliz con tan bonitas palabras que ud le dedica. Un abrazo profe
Penelope: agradezco sus palabras.
Saludos
Hermosa demostración de amor hacia la mujer que siempre estára a tu lado espiritualmente
Gracias primo por tus palabras.
Saludos
Mujer extraordinaria mi querida cuñis, como extraordinario e inagotable el amor que se tuvieron.
Por siempre en nosotros.
Gracias Daniel
La luz de su alma nunca se ha apagado, solo los ilumina desde otro lugar y su presencia se siente en cada una de las palabras escritas en esta dedicatoria tan bella.
Un abrazo a ti y a tu familia Genaro
Muchas gracias Paty, por tus palabras para con Silvia. Sé de la amistad que las unió hasta lo último
Maestro, un abrazo con mucho cariño. Como usted dice, nadie se va del todo.
Rick:
Gracias
Gracias por permitirme estar junto a ustedes en este día para recordarla aun más de lo que siempre lo hacemos.
Gracias Elvia
Querido Genaro te mando un abrazo amigo con todo mi cariño, lindas palabras que expresas a tu finada esposa QEPD 🫂
Querida amiga:
Gracias por darte ocasión de leerlo.
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