¿Y qué tal con las realidades de estos días?

Preguntas vinculadas a qué es la realidad, cómo la conocemos y qué podemos decir de ella, son planteamientos históricos que han acompañado al ser humano -prácticamente- desde siempre. Si bien ha habido momentos históricos donde estos cuestionamientos permitieron reconsiderar las formas de conocer y vincularnos con nuestro entorno, ha sido desde la epistemología y la ciencia, cuando se han planteado algunas de las respuestas para entender la naturaleza de la realidad, particularmente la social.

Desde el positivismo racionalista, se nos dijo que la realidad social existía fuera del sujeto observador y que había leyes que definían el orden de las cosas desde donde se institucionaliza lo social. Habría de llegar otra postura en la que se colocó en el centro al sujeto para reconocerlo como el productor y constructor de la realidad, asignándole -entre otros atributos- su capacidad para interactuar y hacer del mundo un espacio de interacción a partir de lo cual se entiende, comprende y se hace inteligible lo social; a partir de lo cual se construyen las realidades que vivimos.

Sin embargo, este periplo vivido en torno a la comprensión de la realidad, ha alcanzado ámbitos que no siempre resulta tan fácil de comprender para todas las personas. Se apunta esto y no puedo dejar de recuperar el documental And What do you know?, en el que se hablaba de la realidad desde la mirada de la física cuántica. Cómo olvidar aquella hipótesis planteada por uno de los teóricos entrevistados: es probable que los aborígenes americanos no pudieran ver las carabelas que se acercaban a las costas, en aquellos días cuando los españoles desembarcarían para conquistar su mundo. El simple hecho de imaginarlo, resulta difícil aceptar tal planteamiento.

No obstante, Fred Alan Wolf, Amit Goswami, Jeffrey Satinove, entre otros especialistas y físicos entrevistados, dejaban entrever que la realidad material tal como la conocemos, termina por no ser tan objetiva por el papel que juega el observador, su pensamiento, el lenguaje, como también las tesis cuánticas, al establecer que la realidad física, a nivel subatómico, no es determinista, sino probabilística, donde las partículas existen en superposición de estados, hasta que son observadas o medidas, momento en el que se reconfiguran en un estado definido; por lo tanto, esto los lleva a reconocer que el observador influye en lo observado.

Más allá de lo que se llegó a cuestionar sobre estas posturas o tesis, lo que queda en claro es que la percepción como la forma de nombrar la realidad y el lugar que ocupa el sujeto que observa, reúnen un grado de complejidad por la forma en que se recrea, se vive, se experimenta desde las propias condiciones del sujeto que observa e interviene sobre ella.

Llegados a hoy, aquel viejo adagio de «¿Hasta no ver no creer!», «¡Si no lo veo no lo creo!», incluso esa consigna que plantea que «Una imagen vale más que mil palabras», en tiempos de la Inteligencia Artificial Generativa, va siendo momento de ponerlas en duda, pues tal como se han presentado algunos casos, aquello que percibimos y vemos a través del sentido de la vista, no siempre es lo que parece, por lo tanto, no necesariamente real y verídico. Y sobre ello, hay infinidad de casos documentos y difundidos tanto en medios de comunicación y portales informativos digitales, como entre los usuarios de redes sociales y canales de video.

Se dice esto porque esta tecnología ha llegado a tal grado de perfección, por una parte, y, por la otra, los hábitos que se tienen de socializar o difundir un contenido que nos parecen interesantes o extraordinarios sin haber verificado el hecho o la información, obliga a hacer un alto en el camino para desmontar crítica o reflexivamente ciertas certezas que se asumen, aun estando ante un contenido que debe causarnos algún tipo de duda. Y si bien al inicio podía encontrarse una disculpa pública por parte de un medio que había publicado una noticia que terminaba siendo mentira, lo que hoy ya no ocurre. Solo se deja que cumpla su periodo de impacto y se desvanece.

Experiencias hoy son muchas. Desde aquel canguro que se dijo no se le permitía subir al avión, hasta personalidades que son puestas son escenario o circunstancias dudosas, pasando por la cantidad de videos que hoy existen de supuestas mascotas que se enfrentan a animales felinos que ponen en peligro la integridad de las personas. Ni qué decir del caso de la supuesta mujer que llegó al aeropuerto JFK desde un país que no existía y que ocupó espacios en distintos informativos quienes asumieron que el evento era cierto por la calidad realista del material audiovisual supuestamente tomado de las cámaras del propio aeropuerto. Al final del día, especialistas comentaron que podía haber sido hecha con IA, para que poco después se dijera que se había rastreado información en el propio aeropuerto para encontrar que no había evidencia alguna de tal mujer.

No obstante, tal caso ha generado toda una serie de teorías donde las creencias de millones de usuarios ha hecho que desde frentes narrativos distintos, algunos productores de contenido, «muestren» evidencias de la existencia del supuesto país en universos paralelos, más allá de lo que conocemos de la Antártida, incluso como una suerte de avanzada de lo que rodean las anomalías del 3I/Atlas y que esa mujer es una viajera del tiempo. Vamos, ha habido quien le ha preguntado al ChatGPT quién es esa mujer, para obtener como respuesta que es una viajera del tiempo, siendo que si algo se sabe de esta IA como de cualquier otra, es que responde de acuerdo a un sesgo algorítmico y una economía informativa: si algo predomina en términos de la información disponible, de allí parte la IA para dar respuestas al usuario, sin descontar lo educado que está para también considerar nuestros intereses informativos.

Si como han dicho los especialistas en comunicación somos parte de un ecosistema mediático donde la imagen está determinando los marcos de referencia para recrear creencias de distinto tipo, dentro de los cuales las redes sociales, las fake news y el poco hábito de verificar los contenidos, terminan por «validar realidades» a las que -finalmente- millones de personas se adhieren; urge se haga de la duda razonable un punto de inflexión, para creer o no, pero con información que vaya más allá de lo que muestra un video o imagen. Un ejemplo es lo que se dice sobre el supuesto avistamiento de una sirena en playas de Guerrero, donde dijeron que decenas de turistas la grabaron, pero no se muestran más que un par de ellos, en uno de los cuales, cuando la figura humanoide se zambulle en las aguas, el aletazo que da su cola, es en sentido contrario a la zambullida.

Así ha pasado en el caso de fenómenos climáticos y desastres naturales, de avistamientos de objetos o entidades paranormales, detrás de muchos de ellos hay narrativas que se apuntalan por convencimiento y para dar continuidad a un evento que puede viralizarse y terminar por monetizarse o bien contribuir a intereses de todo tipo. De esta forma, el Proyecto Haarp, el Proyecto de Blue Bean, son asideros discursivos que millones de usuarios de redes sociales cultivan y han depositado su fe en ellos, para que explicaciones racionales o científicas no tengan el peso y la importancia entre estos usuarios de redes sociales. Vamos, ni siquiera entre un público distinto, pues muchos de estos eventos que circulan en espacios digitales, no tienen cabida en los medios tradicionales.

Y, en estos casos, suele ser que quien pega primero, lo hará dos veces, por lo tanto, desmontar una creencia alimentada por un video o una imagen que surgió primero, lleva a que muchos crean que en una desgracia hay miles, decenas, de muertos o desaparecidos, sin que haya evidencia al respecto; por lo que, por más que el parte oficial diga que no, la descreencia y falta de confianza en el emisario, impide se le crea, cuanto más si es alguna autoridad, incluidos los científicos. Así ocurrió el año pasado con los incendios en Los Ángeles.

Por otro lado, hoy se dispone de la IAGen, para crear mapas ficticios, para montar testimonios de testigos inventados, para hacer declarar a un presidente algo que nunca dijo, para montar sobre una fotografía la presencia de alguien, para validar algunas teorías conspiracionista, entre otros fenómenos que hoy se cultivan y alcanzan una difusión masiva; lo que termina por confirmar que hay realidades que se construyen socialmente, que es cierto, el sujeto observador hace del lenguaje (en cualquier de sus formas), el recurso para recrear una puesta en escena en donde intervienen y se relacionan millones de usuarios de redes sociales ávidos de depositar en algo o en alguien su fe y sus creencias; expresiones desde las cuales validan las realidades que se ligan a sus expectativas, cuanto más si un contenido se ha viralizado. Lo vi en TikTok, Instagram o Facebook, han pasado a ser expresiones garantes de «realidades» que son, porque así lo avalan millones de usuarios al viralizar un contenido, aunque sea mentira.

Finalmente, un día después de redactar este escrito, me encontré en TikTok con una joven que decía, tras llamarle la atención lo viejo del video, decidió rastrear en YouTube su origen. Y llegó hasta un programa de 2004 titulado Airline, en cuyo capítulo «Lost in translation» se observa la secuencia que dio pie a este montaje de la supuesta mujer que venía de un país inexistente.

Sin ninguna duda, estamos ante una reinvención de realidades que trastocan el viejo sentido que sobre ella se tenía, de ser aquella que es y podemos ver, para pasar aquella que es porque se ve aunque no se tenga la confirmación de su veracidad. Si a todo lo dicho se le suma el agotamiento y la desconfianza en las instituciones y sus autoridades, resulta comprensible que pocos le crean cuando salen a decir su verdad. Así las realidades.

Comentarios
  • Eduardo Gabriel Barrios Pérez
    2025-10-20 3:55 PM

    Son tiempos que exigen un compromiso diferente por parte de quien escucha, ve, lee información. También tiempos en los que el pensamiento crítico y la decisión de apagar el ruido y escuchar con atención se hace urgente para poder tener claridad frente a la avalancha informativa y la manipulación de la información, lo que algunos teóricos han llamado noticias falsas, fake news o bulos informativos. Es un problema que hoy crece aceleradamente con la llegada de la IAGen, ya veremos cuál es el próximo canguro que secuestra la atención y qué hacemos como humanidad desde nuestras trincheras para enfrentar estas realidades.

    Saludos doctor.

    • Genaro
      2025-10-20 8:33 PM

      Gracias por tu comentario Lalo
      Así es, pareciera ser que el mismo concepto de verdad anda por caminos gelatinosos. No imagino lo que venga pero, pero espero no nos agarre con el pantalón a medias
      Saludos

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