De gatos y querencias felinas

Debo confesar: en las primeras horas cuando nos dimos cuenta que Emma, una de nuestras gatas y la única que fuera adoptada por interposición de mi señora esposa, no sentí el pesar ni viví el duelo que tuve cuando Haku falleció. No obstante, apenas cayó la noche, la angustia se hizo presente y no pude impedir que mis lágrimas se hicieran presentes al dirigirme a una de las fotos que de Silvia tengo en su tocador, a quien le confesé que Emma se nos había desaparecido y no teníamos idea cómo había ocurrido, pues su única costumbre era echarse en el alféizar de la ventana a ver pasar la gente para que, ante cualquier ruido, inmediatamente dejara su descanso para meterse corriendo.

Comparto esto y no puedo dejar de pensar en qué momento -quien escribe- comenzó a darle sentido a su relación con un animal del que permanecía distante, como solía asumir frente a cualquier tipo de mascota. Incluso, al respecto de los gatos, en mi imaginario habitaba una vieja idea que cuando adolescente escuché: «los gatos son animales desprendidos y suelen ser convenencieros». Y si bien recuerdo que, en la casa donde dormí muchos años para acompañar a mi «Papi» en su vejez, hubo un gato que hizo por costumbre -durante una temporada- visitarnos en las noches, lo cierto es que siempre lo vi con reservas. Hasta tiempos de pandemia, cuando a nuestra familia llegó Haku, para que un año después le siguiera Emma y otro par de felinos domésticos que llevaron a reinventar a nuestra familia, en particular la vida de Silvia y la mía.

A partir de entonces, un gato ha estado cerca de mi propio quehacer académico, pues Haku tenía por costumbre tumbarse sobre mi regazo o pasearse sobre mi computadora mientras daba clases durante la pandemia. Pero además, las redes sociales han sido aliadas para dimensionar el protagonismo que han venido construyendo los gatos en los últimos años; no solo porque desde los antiguos egipcios ya se le asignaba un papel de veneración, sino porque han aparecido productores de contenido amantes, aficionados, conocedores de la especie gatuna, como para destacar sus características felinas, incluso místicas o sagradas.

Pero también, porque parece han pasado a ser una tendencia global que ha llevado a que haya algunas sociedades donde los gatos han venido supliendo a otras especies de mascotas por el tipo de animal que termina el dueño por reconocer y admirar. No por menos, hay decenas de comunidades de usuarios compartiendo graciosadas gatunas: accidentes hogareños que viven sus gatos, videos sobre su agilidad (con fondo musical de Misión imposible), sobre sus reflejos para ser más rápidos que alguna serpiente, sobre la habilidad para robarse alguna pieza de pescado en algún supermercado. Vamos, que hasta con inteligencia artificial a alguien se le ocurrió mostrar una competencia de clavados gatunos desde una plataforma de 10 metros y ni qué decir de quienes hablan desde lo paranormal sobre ese atributo que tienen los gatos para moverse en dimensiones distintas a la habitada. No por menos, en Japón parece que los gatos desplazan a los perros, tanto así, que hay un puñado de autores que han hecho de los gatos y sus universos posibles, personajes protagonistas en sus novelas (de las cuales he de habaer leído una media docena leída).

Vamos, el propio Joaquín Sabina (aficionado a los gatos), ha hecho una descripción del porqué los gatos son animales distintos a cualquier mascota, a tal grado que en una de sus canciones los refiere como compañías. Con su característica delicadez nos dice: «Acabaré como una puta vieja, hablando con mis gatos». ¡Vamos!, sus fanáticos saben que en alguna ocasión dijo: «Uno no puede imaginarse a un gato tirándole un hueso quinientas veces y que venga babeando con el hueso. Los gatos van completamente a su aire, son seres libres, son muy domésticos. (…) Ocupan la casa de una manera que tú acabas siendo su siervo y mendigando que te quieran un poquito. Son absolutamente superiores”. Incluso, en el famoso cuento de Edgar Alan Poe, «El gato negro», aborda esa fidelidad que tales animales tienen para con sus dueños, aun con el maltrato y crimen que comente el sujeto protagonista.

Así con los gatos. Por eso resulta entendible que quien tiene contacto con un gato, su vida cambia significativamente, lo que -en lo personal- no dudaría, pues cuando hablo con los gatos de casa sobre la pérdida de Emma, no puedo impedir lagrimear; lo mismo al hacerlo con esos vecinos gatunos que se han acostumbrado a visitarnos para que les demos de comer y a quienes hemos pedido que nos ayuden a localizar a Emma.

Este tipo de razonamientos y querencias que he descubierto con relación a los gatos, ha llevado a que decida escribir un segundo texto sobre un gato que se sumó a nuestro hogar, unos meses antes que mi querida esposa falleciera, esa mujer que me ha dejado en herencia a una gata, Lola, que todas las noches duerme en la cama que compartí con Silvia, en el mismo lugar donde se acostaba junto a ella; una gata que también tuvo que acostumbrarse a compartir tal espacio con Emma, quien -cuando tenía tiempo y ánimo-, se trepaba a la cama para darme masaje en mi estómago. Justo al respecto, he hablado con mis hijos hace poco, pues la última tarde/noche que me visitó, estaba corrigiendo un texto y le dije me diera unos minutos. Con la parsimonia típica de ella, pego su cuerpo a mis piernas, pasó por entre ellas y se dispuso a bajar de la cama. Al otro día, ya no estaba y ese pendiente que dejé para con ella, me puede y duele; por eso le he seguido llorando algunas tardes a nuestra «golda», a «la dama de esta casa». Así con mis querencias.

Comentarios
  • Elvia Hernández
    2025-10-13 11:59 PM

    Parece que fue ayer cuando Silvia y tú se resistían a tener un gato… Yo le decía a ella que son terapéuticos, que sienten las emociones de aquellos a quienes eligen como dueños (es por eso que Lola siempre está pegada a ti, creo yo) . Pienso que un día de estos Emma va a regresar. Esperemos.

    • Genaro Aguirre Aguilar
      2025-10-14 8:31 AM

      Mi estimada Elvia:
      Gracias por tu comentario. Sí, demoramos años en aceptarlo, pero todo fue a iniciativa de ella: darle permiso a tus sobrinos para salir a la calle a buscar a un gato, que terminó siendo Haku a la adopción de Emma, una gata que Silvia vio desde que entró al hogar gatuno que tiene Maru, para señalar que esa gata es la que quería adoptar. Lo espero que también regrese. La extrañamos mucho

  • Genaro Aguirre-Aguilar
    2025-10-13 9:40 PM

    Esperemos que así sea papá

  • José Aguirre Reyes
    2025-10-13 10:36 AM

    Buenos lo Emma nos a dejado casi sin poder hablar por el cariño que le teníamos, y todavía pensamos en que pueda aparecer el día menos pensado lo cual nos traidria una gran alegría Dios lo permita.

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