Hace un par de lustros -quizás-, cuando ya los especialistas e investigadores reflexionaban sobre el papel que comenzaban a tener las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el campo educativo, vino una experiencia de apropiación que permitió la domesticación de recursos digitales por parte de usuarios que vieron trastocadas sus vidas en todos los órdenes por la forma en que lo digital invadió y terminó por apropiarse de su vida cotidiana.
Pronto, en el terreno de la enseñanza comenzaron a tomar propiedad algunos constructos vinculados al uso de las tecnologías con fines educativos y pedagógicos: competencias digitales, innovación educativa, competencias docentes, alfabetización digital, entornos personales de aprendizaje, ambientes virtuales de aprendizaje, aula invertida, autoaprendizaje y nuevos protagonismos entre los agentes educativos, sociedad del conocimiento, fueron algunos de ellos.
Y si bien es cierto muchos bits fueron invertidos en informes, publicaciones, conferencias, lo cierto es que pareciera ser aquello que se dijo y llegó a predecir, distó mucho de ser lo que ocurría en la práctica de la enseñanza y el aprendizaje; lo que quedó confirmado cuando la pandemia del Covid-19 demostró que una cosa era la teoría y otra la práctica educativa.
Sin embargo, habrá que decir que -poco antes de la emergencia sanitaria- ya había estudios en donde se reportaba que las habilidades digitales entre los agentes educativos, tenían mucho por desarrollar si se veían a la luz de lo educativo, ya que la evidencia mostraba que -mayormente-, el entretenimiento era lo que prevalecía entre los jóvenes, para que los docentes -cada vez más- circunscribían el uso de los dispositivos digitales al consumo, pero sobre todo al empleo casi exclusivo de redes sociales y del servicio de mensajería.
Llegados a hoy, el advenimiento y consolidación de la Inteligencia Artificial Generativa (IAGen), vuelve a llamar la atención entre especialistas, quienes con entusiasmados han vuelto a reconocer las bondades de estas aplicaciones, anunciando una serie de beneficios para la educación, la enseñanza y el aprendizaje. En lo personal no tengo dudas al respecto de ello, pues conozco colegas que han venido potenciando el diseño de agentes y asistentes inteligentes para favorecer procesos de enseñanza-aprendizaje novedoso, atractivos, provocadores y sugerentes.
Sin embargo, en un informe de recién aparición se observa que el empleo de la IA está lejos de lo que se anunció al respecto de la productividad y la innovación educativa, pues mayormente se está empleando para la producción de selfies falsas y para consejos triviales; lo que se confirma con la cantidad de Apps ligada a la edición de imagen. Es decir, vuelve a emplearse una tecnología, mayormente para el entretenimiento y la consulta, no necesariamente para el aprendizaje.
Así, entre los profesores, antes que el empleo de plataformas educativas para el diseño de ambientes y actividades de aprendizaje, comenzó a ser común emplear redes sociales para la realización de actividades escolares, lo mismo que ocurre con el servicio de mensajería, haciendo de estas aplicaciones las vías a través de la cual comunicarse con sus estudiantes, sustituyendo recursos formales de comunicación que las propias instituciones educativas pueden proveer. Anteponiendo la informalidad a la formalidad académica. Por ejemplo, no deja de llamar la atención que se emplee WhatsApp para resolver todo: llamar por teléfono, compartir archivos en video, audio, texto; incluso que se comparta con algún otro usuario infinitos mensajes cuando lo más razonable sería hablar por teléfono si se requiere una larga conversación, lo que confirma una cuestionable alfabetización digital.
De allí que no sorprenda que la IAGen entre estudiantes y docentes, siga teniendo pendiente un uso pedagógico, pues entre el profesorado sigue haciendo resistencias y temores producto de creencias sedimentadas por la ausencia de información, conocimiento y experimentación, al respecto de lo que puede potenciar en la enseñanza y el aprendizaje una IAGen.
Pareciera ser que seguimos reproduciendo las mismas viejas concepciones que habitan en el imaginario y las representaciones de los apocalípticos, pero también para hacer del entretenimiento y lo lúdico, el eje que vertebra nuestra relación con la tecnología digital, dejaremos de ser usuarios con altas miras para seguir mostrando que la domesticación tecnológica tecnológica hecha, dista de ser garante y favorecedora de experiencias educativas significativas asistidas por las tecnologías digitales.




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