FEMINICIDIOS EN VERACRUZ. ¿QUÉ HACEMOS?

La segunda semana de junio de 2019 no termina y los medios de comunicación veracruzanos reportan que trece mujeres han sido asesinadas en la entidad. En promedio, una cada día.

Ellas eran estudiantes, amas de casa, comerciantes y madres de familia de diferentes rangos de edad que radicaban en los municipios de Coatzintla, Misantla, Emiliano Zapata, Xalapa, Huatusco, Totutla, Veracruz, San Andrés Tenejapan, Alvarado, Acayucan y Coatzacoalcos.

Todo apunta a que junio repetirá el horror de los meses que le antecedieron.

La población se encuentra asolada y el patrón de violencia se ha ensañado con estas veracruzanas que ahora ya no están, que dejan en su entorno los estragos de sus asesinatos.

De acuerdo con el informe sobre violencia contra las mujeres del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, con corte al 30 de abril, en el primer cuatrimestre del año Veracruz suma 122 asesinatos de mujeres; 67 de estos son feminicidios.  https://drive.google.com/file/d/1WWRcGRa6nj9eFvVhv_OshqCfrZWyWQJj/view

De los primeros cien municipios con presuntos delitos de feminicidio, el Secretariado ubica a Veracruz en el lugar número cuatro a nivel nacional. A Xalapa en el cinco, Córdoba en el diez y Papantla en el lugar 23. Agua Dulce, Coatzacoalcos, Emiliano Zapata, Minatitlán, Orizaba, Poza Rica, Río Blanco, Tecolutla, Tierra Blanca, Tlachichilco y Tuxpan se encuentran en los lugares que van del número 48 al 58, respectivamente.

Tal como se muestra en estos datos, ni la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres por el delito de Feminicidio declarada por el gobierno federal el 23 de noviembre de 2016, ni la estrategia Cero Tolerancia echada a andar por el gobierno estatal en enero de este año se traducen en la merma de la violencia hacia las veracruzanas.

Al contrario. Los asesinatos de mujeres en la entidad constituyen un fenómeno con historia y dinámica propias. Se ha robustecido a base de discursos políticamente correctos sin el menor fondo presupuestal y logístico, insensibles a la tan traída y llevada violencia de género.

Un poco de historia. Hace dos años concluía el primer semestre de un gobierno estatal que duraría 24 meses. Era junio de 2017 y al cierre de ese mes 33 mujeres fueron asesinadas en la entidad. En promedio, una por día. Los patrones se repiten, pero no se toman medidas estructurales ni siquiera acciones que resuelvan en lo inmediato.

No importa de qué partido político se trate, los diferentes gobiernos estatal y federal nos han mostrado que sus intereses son otros. Para el caso de la violencia contra las mujeres y los feminicidios, el abordaje gubernamental siempre ha sido doblemente insultante: se ha creado un andamiaje institucional, legal y político para la atención, sanción, eliminación y erradicación de la violencia hacia las mujeres que vivimos en el país. Sin embargo, funciona según lo errático de cada sexenio. Con un presupuesto de risa y de engaño. Con reglamentos plagados de lagunas que dejan a medio camino la prevención y atención de la violencia.

También el incremento de los feminicidios ha estado acompañado de la creación de comisiones y mecanismos de atención, cuyo mayor logro ha sido visibilizar el fenómeno y evidenciar el desdén de las instituciones gubernamentales ante el tema. Hasta ahí han llegado.

Tras cada feminicidio se yergue como asesino el Estado en su inoperatividad para vigilar el tema de la violencia contra las mujeres, que es el paso previo a los asesinatos de las ciudadanas que habitamos este país.

Hace una década que la situación se salió de control, pero ahora las víctimas las aporta nuestro entorno familiar, laboral y afectivo. La violencia siempre nos ha tenido sitiadas. Con el nuevo siglo se ha recrudecido exponencialmente. Agresores y asesinos saben que tienen gran ventaja sobre el sistema de impartición de justicia. Agreden y matan porque pueden y porque no pasa mucho.

En tanto, ¿qué de efectivo puede hacer esta sociedad tan lastimada? El tema ya no es solo de las feministas o de las mujeres. Exige la atención y acción de la población entera.

¿Qué hacemos?