“Para el cubano el juego termina, pero el deporte no. Nosotros, todos nosotros, tenemos algo de locos y mucho de peloteros y de managers y de coaches”, escribió el cronista cubano Eladio Secades; eso se reflejó en innumerables sones, danzones, huarachas y hasta reggaetones
Juan Carlos Plata
Quizá porque la llegada del beisbol y el nacimiento del danzón en Cuba se dieron en la misma década (“la pelota” llegó a la isla por La Habana, mientras que el danzón se cree nació en Matanzas, ambos entre 1860 y 1870), el deporte y la música han estado fuertemente ligados y representan dos de las expresiones más trascendentales de la cultura cubana, aseguró el historiador Félix Julio Alfonso López, vicedecano de la Facultad de San Gerónimo de La Habana.
Durante su conferencia “Beisbol y música en Cuba”, llevada a cabo en el marco de las Jornadas Académicas Cuba-Universidad Veracruzana (UV), Alfonso López hizo un recorrido histórico de las intensas relaciones entre músicos y peloteros cubanos y de personalidades que incursionaron o que tienen alguna relación con ambas disciplinas.
Félix Julio Alfonso López
Fotos de “El bárbaro del ritmo” Benny Moré rodeado de peloteros en uniforme y de “El maestro” Martín Dihigo rodeado de una orquesta, así como sones, huarachas, danzones y hasta reggaetones con temática beisbolera ilustraron la camaradería y la relación de las disciplinas en la isla.
El historiador citó al legendario cronista deportivo de la isla Eladio Secades para ejemplificar la relación de los cubanos con la pelota: “Para el cubano el juego termina, pero el deporte no; en el meeting de la esquina, en la bronca de la lechería del barrio, en la guantanamera para hacer rabiar a los compañeros de oficina. Nosotros, todos nosotros tenemos algo de locos y mucho de peloteros y de managers y de coaches”.
“El Conjunto Matamoros le puso música a la reflexión de Sequeda en su canción Pelota, de 1948 (Ya el pueblo se alborota, ya todos son peloteros, no se habla más que de pelota, donde quiera y como quiera que te pongas, Pelota. Donde quiera que te metas, Pelota. Donde quiera que tú vayas, Pelota)”, explicó.
Pero la relación lírica no se ha detenido con el paso del tiempo, ejemplo de ello es la canción Pichea, del grupo reggaetonero Eminencia clásica (Pichea mami, pichea y cántame el strike como sea).
La música también ha tenido espacio para el reconocimiento de las grandes gestas beisboleras, como la canción Miñoso al bate (en referencia al histórico toletero Orestes “Minnie” Miñoso), interpretada por la Orquesta de Enrique Jorrín; o Amorós se la comió (que alude a la legendaria atrapada que Eduardo Isasi “Sandy” Amorós hizo a un batazo de Yogi Berra en el séptimo juego de la Serie Mundial de 1955), del flautista Eduardo Richard Egues y del violinista Rafael Lay.
“No hay que olvidar que el ingreso de Rafael Lay a la Orquesta Aragón en 1940 fue en sustitución de René Candelario González, quien abandonó el combo para dedicarse al beisbol y jugó como primera base del Club Almendares”, explicó el historiador.
Por otro lado, el pelotero Víctor Mesa, que fuera manager del Águila de Veracruz, alguna vez destacado centerfield del equipo de Cienfuegos y amante de la música, quien una vez le dijo a Pedro Calvo, cantante de Los Van Van: “Si Juan Formmel (líder de la agrupación) me llama, dejo todo esto”.
“También es muy conocida la anécdota de que Adolfo Luque, lanzador isleño de los Rojos de Cincinnati, cada vez que iba a lanzar contra sus archirivales, los Gigantes de Nueva York, hablaba por teléfono a Cuba para que le pusieran su danzón favorito: Tres lindas cubanas”, contó Alfonso López.
A la conferencia asistió el rector de la UV, Raúl Arias Lovillo, parte de la delegación cubana que asistió a las Jornadas Académicas, así como estudiantes y académicos de la Facultad de Música de la UV.
Fuente: Universo
