Universidad Veracruzana

Lengua Escrita y Matemática Básica

Línea de investigación



Eréndira: sobre La lengua otomí

La lengua otomí de Yolanda Lastra

En este capítulo Yolanda Lastra nos introduce en el mundo de la lengua y cultura otomíes. El texto es muy explicativo y está pensado en lectores que no están familiarizados con el mundo de la lingüística y la antropología por lo que su lectura resulta informativa y amena.

Los otomíes se distribuyen actualmente en los estados de Guanajuato, Querétaro, Puebla, Hidalgo, Veracruz, Michoacán, Tlaxcala y Edo. de México, no obstante, a menudo los diferentes grupos de otomíes no se conocen entre sí, ni la rica historia que forma parte de su pasado común. Desafortunadamente, además, el número de hablantes de la lengua ha ido disminuyendo durante los últimos años.

Por el trabajo realizado por Lastra sabemos que los otomíes actuales descienden de los otomangues, unos de los primeros habitantes del valle de México. Durante la época prehispánica la sociedad se organizaba por medio de una red de alianzas y guerras entre los diversos señoríos, así como el comercio. A su llegada, los aztecas encontraron en los otomíes a un poderoso resistente contra sus planes imperialistas, lo que propició la rivalidad entre estos dos grupos. No obstante, según Lastra, la lengua y culturas otomíes resistieron a la invasión y fueron una gran influencia para el pueblo nahua. Desafortunadamente, al ser nahuas los principales informantes acerca de los pueblos prehispánicos, también se transmitieron los prejuicios hacia los otomíes.

La lengua otomí, por otra parte, persiste hasta nuestros días en sus diferentes variantes. De acuerdo con la autora, el otomí es una de las ramas del tronco otopame que, según las técnicas de glotocronología aplicadas, se diferenció del mazahua aproximadamente 500 años d.C. Entre algunas de las particularidades orales de esta lengua se pueden mencionar la existencia de vocales orales y nasales, consonantes similares y diferentes a las del español y dos o tres tonos, dependiendo de la región. De acuerdo con Lastra, la zona oriental, donde se localiza por cierto nuestra zona de investigación, es la que refleja un estadio más antiguo. Los otomíes de esta zona se autodenominan ñuhu, no obstante, dado que no todos los grupos utilizan el mismo término para nombrarse la autora prefiere el uso de la palabra “otomí” (“flechador de pájaros”) proveniente del nahuatl, para evitar confusiones.

Para mí este texto ha sido muy importante pues, a pesar de haber habitado durante algún tiempo en una comunidad otomí, carecía de conocimiento a cerca de la historia y cultura de este pueblo. La experiencia me hizo querer saber más sobre los otomíes y me encontré con un pasado fascinante. No obstante, ya que no se valora lo que no se conoce, creo que son necesarias más obras como la de Lastra acerca de cada una de las etnias del país, y al alcance de todos, que nos ayuden a conocer mejor nuestros orígenes. Conocer a fondo nuestra historia local resulta tan importante como estudiar historia universal.

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