Por Antonio López**
Seguramente los títulos Guerra y paz o Anna Karenina, le resulten familiar a más de uno; se trata de dos de las novelas más famosas escritas por el ruso Leon Tolstoi, hoy consideradas obras inmortales de la literatura universal. Con más de mil páginas cada una y temáticas cargadas de los fatalismos que sufrió Rusia ante la invasión napoleónica y las desventuras de una mujer de alta sociedad con tendencias suicidas, respectivamente, su lectura puede ser de entrada algo sumamente pesado. Sólo imaginen el escenario: Rusia, finales del siglo XIX, guerra, hambre, muerte y más de mil páginas. Sin embargo, Tolstoi fue más que un escritor de tragedias que llevó a la cúspide el realismo literario, también tuvo grandes dotes de cuentista.
Elementales, concisas y atrapantes, sus historias, a veces de una página, apelaban a la moraleja con lucidez mediante situaciones de la vida cotidiana entrelazadas con algo de fantasía. Zares y siervos, artistas, aristócratas y viajeros, personificaban los escenarios donde la bondad del espíritu humano superaba la vileza. La ambiciosa lucha por poseer riqueza, poder, salud o conocimiento, era inservible ante la cristalina honestidad del más humilde. Los engaños se pagaban con el mismo peso que eran fraguados y le hombre de fe, abatido por la vida, recibía su justa retribución a punto de claudicar. Aunque los cuentos fueron escritos hace más de un siglo, la enseñanza y el lenguaje son claros; aun así, no se tratarían de buenas moralejas si se justificaran a costa del sufrimiento de otros; ciertamente todo mal era perdonado y comprendido, de modo que no se volviera a repetir, sin necesidad de que existieran santos que mostraran el sendero de luz.
Hombre profundamente espiritual, sencillo, colmado de dudas que la guerra le dejó, soñador y sentimental, profundizó en una búsqueda por aliviar su desencanto con los conformismos de la alta sociedad de su tiempo, de la que formaba parte como descendiente de condes rusos. Su conducta filantrópica y pacifista despertó tanto admiración como risas en su círculo social. Ya viejo y enfermo de neumonía, había decidido repartir sus tierras a los campesinos, pero se encontró con la decidida oposición de su mujer. Incómodo y harto de su familia, trató de escapar, y cuando finalmente lo logró, acompañado de su hija Alejandra, sólo alcanzó a llegar a una pequeña estación de ferrocarril, donde murió a los 82 años.
Sus cuentos son una excelente manera de adentrarse en el pensamiento de Tolstoi, y si se tienen pretensiones de sumergirse en sus novelas más elaboradas, qué mejor. Una buena lectura para compartir tanto con niños como adultos.
Tolstoi, L (1985) Cuentos Escogidos. México. Ateneo
** Alumno de segundo semestre de la Especialidad en Promoción de la Lectura.

como una epidemia. Arctor reporta a la policía bajo el pseudónimo de Fred, y aquí es cuando la ficción entra de lleno, pues los informantes encubierto deben usar un traje de combate, vestimenta de alta tecnología capaz de reproducir aleatoriamente y en combinación los rasgos de millones de personas, a fin de evitar que las autoridades descubran su identidad y así puedan permanecer seguros.
tos que enfrentamos en colectivo y marcan la convivencia entre uno y otro.
o de la Biblioteca Nacional de Sarajevo en 1992. Siempre presente, el libro como objeto no puede más que considerarse parte esencial de nuestra sociedad. Lo mismo sucede en nuestra cotidianidad. Hay libros adecuados para cada momento: para las alegrías, las tristezas, los enojos…