Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



Margo Glantz, premio FIL Guadalajara 2010- Palabras sencillas- Si hay amor

Margo Glantz

Las palabras sencillas

Siempre tienes culpa, siempre piensas en ello, aun cuando la pases muy bien, en los momentos cul­minantes, está en tu pensamiento esa culpa, esa culpa que podría quizá atenuarse si pudieras explicar, con palabras sencillas y precisas, el motivo que te impulsó a hacerlo.

Quisieras poder hablar con la niña y expli­cárselo, hacerle ver que las cosas no hubieran podido ser de otra forma. Pues no está la falta en tener ce­rrada la boca, sino en no poder abrirla para decir aquello que calmara su rabia y tu vergüenza.

Sabes bien, sin embargo, lo sientes, en el momento mismo en que te dejas montar por él, la culpa permanece pero el gozo crece.

Si hay amor

Sabes, que has tenido de continuo una ternura, un regalo que ni bien es todo sensual ni todo es espi­ritual. Si hay amor, hasta vienen algunas lágrimas, algunas veces parece que las has sacado por fuerza, otras parece que no las puedes resistir.

Sabes que esta comparación que se te ofrece está llena de júbilo y suele presentársete a deshoras ese sentimiento, el de su presencia, un sentimiento que no te deja dudar de que está allí y aunque no lo veas te basta su recuerdo para gozar como si su cuerpo estuviera presente.

Lo miras dentro de tu pecho, es una imagen perfecta. Lo buscas en todo lo corpóreo, en todo lo terrestre, en tu alma encuentras su sustancia, y la ves, sabes que es invisible, pero siempre cor­pórea.

Porque somos carnales, es preciso que nuestro deseo y nuestro amor comiencen por la carne.

—¿No se aumenta así, en proporción desmesu­rada, el gozo?

Tomado de: Margo Glantz, Apariciones, Alfaguara.



De ferias y libros

Eduardo Mendoza

La lectura requiere recogimiento, pero al libro le va la marcha. Una feria es un lugar donde se celebra el libro, al autor y al lector.

No hay pregunta más absurda, ni por cierto más repetida, que la del libro que uno se llevaría a una isla desierta. Es absurda por varios conceptos. Primero, porque se basa en la hipótesis, harto endeble, de que el barco en el que uno viaja dispone de una biblioteca borgiana, y de que al producirse el naufragio uno tendrá tiempo y ganas de decidir y encontrar el libro que desea llevar consigo, y fuerzas para llegar con él a la playa sin que se moje. Salvo que sea tan pesimista que ya lo lleve en el equipaje. Esto desde el punto de vista práctico. Desde el punto de vista de la literatura, el absurdo aún es mayor, porque un solo libro no pinta nada. Es como si a un general le ordenaran presentar batalla con un solo soldado, aunque fuera el más aguerrido. Los libros, como los soldados, funcionan no ya en número, sino a mogollón. Leer significa leer mucho y sobre todo haber leído mucho y variado. Algunos libros rematadamente malos ocupan un lugar importante en la formación y el corazón de cualquier lector. Un libro es una pieza encuadrada en un género, en una literatura, en una época. Y en un circuito comercial, porque el comercio es la argamasa que mantiene unido el edificio social: la comunicación en forma sólida.

Un libro no es un juguete y la lectura no es una diversión. El que uno pueda divertirse leyendo es otro asunto

A la feria hay que ir como quien va al huerto a recoger los frutos de la tierra: algo fatigoso y primordial

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