Año 7 • No. 284 • Octubre 8 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Entrevista al Premio Sergio Galindo 2007
La libertad, ventaja
de escritores sobre periodistas: Cáceres Marchesi

Edgar Onofre y Juan Carlos Plata
La única manera de que AL enfrente al gran capital es fortaleciendo pactos culturales entre países, generar redes y niveles de trabajo común en todas las áreas

Necesario incorporar a los medios audiovisuales y al Internet en una estrategia para invitar a los jóvenes a leer
Claudio Cáceres Marchesi camina y platica despacio. Se ajusta los lentes con el dorso de la mano y no con el dedo índice, como la mayoría de los miopes; abre y cierra las manos sobre la mesa a modo de gesto, de comunicación corporal pero, luego de todo esto, se lanza con determinación de kamikaze en contra del mercado y sus inercias en las culturas latinoamericanas.

Nacido en Iquique, Chile, en 1948, el ganador del primer Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo organizado por la Universidad Veracruzana (UV) desmitifica a la economía chilena –el ejemplo preferido del Fondo Monetario Internacional cuando quiere regañar a los demás países del Tercer Mundo– y de paso propone fortalecer los pactos culturales entre los países latinoamericanos, generar redes y niveles de trabajo común en todas las áreas para generar un gran acuerdo en lo económico que haga frente a la bestialidad del mercado impuesto por Estados Unidos.

Escritor que no reniega de su posición política y que hace de su oficio una trinchera contra el neoliberalismo, Cáceres Marchesi explica en la siguiente entrevista su primera obra, Praemeditatio Malorum Nigth-Klub (Permitido sólo para Sivernos), ofrece su visión acerca del papel del escritor en la sociedad y de las ventajas del literato sobre el periodista en las búsqueda de la verdad.

¿Cómo debemos interpretar el título de su novela?
Hay todo un juego de palabras en el título Praemeditatio Malorum Nigth-Klub (Permitido sólo para Sivernos), se traslapan varios conceptos. No es inocente que el latín esté al lado del inglés y de la palabra night club, estos lugares, centros nocturnos, que remiten a la imagen del Tropicana de Cabrera Infante en Tres tristes tigres.

Night club está escrita con K, de la misma forma en que ya es utilizada por los jóvenes, antisistémicamente, subvirtiendo el uso del lenguaje, aunque muchas veces involuntariamente. Esto se permite en la misma novela porque se llega a un lugar donde se empieza a conjugar una serie de situaciones híbridas que no son de la pureza que todos los jóvenes se imaginaban, por lo tanto empieza también a combinarse situaciones, actitudes y proyectos, una cosa degenerativa de lo original.

El término sivernos nos lleva a la idea de que los jóvenes están aplicados en las nuevas tecnologías, de las computadoras, y debiera ser con C y B, pero también sugiere una cosa medio cavernaria. Hay un juego de palabras, entre cavernas y el mito de Silverio de los bosques del que habla Nietzsche en El origen de la tragedia.

También hay en un cierto juego literario que intenta capturar imágenes y darles una proyección distinta en la época actual y jugar, también, con las expectativas que se tienen respecto de las cosas y que no funcionan, porque la realidad implacable va determinando las cosas de una manera distinta como lo vemos, no solamente en Chile sino en todos lados –los modelos económicos neoliberales a pesar de todo, nos guste o no nos guste, se han ido imponiendo, es decir, existe una dinámica brutal para torcer el destino.

La novela es un poco de eso: hay un dejo de decepción por ver hasta dónde hemos llegado. También está construida a partir de la metáfora en la que nos sitúa la misma enunciación del título: este club nocturno que se sigue prolongando. Hay una fecha determinada –que es el año de 1990– en Chile, pero las proyecciones del club nocturno prosiguen.

Lo de “permitido para sivernos” tiene relación con que generalmente los clubes exclusivos dicen “sólo para caballeros” o sólo para determinadas personas. En este caso la exclusividad del club es para seres que están un poco deformados pero que tienen todavía expectativas, proyectos, voluntad de ser y que dentro de toda esta visión un poco retorcida o comportamiento un poco anómalo con respecto a la que se entiende por normalidad social, estos seres buscan su camino, su cauce. Y son muy cuestionados, como los jóvenes que no participan en política, que se niegan a participar en elecciones, y que a la larga hemos encontrado que tienen su razón.

En Chile hubo el movimiento de los llamados pingüinos, estudiantes que salieron a la calle, que era un poco anárquico, en el que protestaban por varias cosas a la vez, no tenían sus objetivos muy claros, pero era una expresión explosiva de lo que está pasando con respecto a un modelo que es demasiado rígido, terriblemente rígido: que no tengamos posibilidades de cambiar la constitución a través de un referendum o un plebiscito, está asfixiando a la constitución y esto la gente ya lo sabe. Y la constitución que nos rige viene desde Pinochet y nadie la votó, nadie la aprobó.

En su discurso de aceptación dijo que le había llevado mucho tiempo escribir esta novela, ¿cuánto es mucho tiempo y por qué ese proceso sosegado?
Extrañamente ahora mismo estoy terminando otra novela que ha sido un proceso mucho más fluido, mucho más fácil de entender y culminar, tanto por los materiales, la temática, la manera de estructurarlo, pero sobre todo por la temática.

La temática de esta novela es muy delicada, tiene que ver con los desaparecidos, al cual no quise darle un tratamiento frívolo, liviano, anecdótico o que formara parte de una novela para el mercado, porque no es una temática de la que uno pueda simplemente dar cuenta; hay novelas ya y documentos que se han ocupado de manera más bien documental del tema.

Había que conciliar un tema que es sentido por mucha gente en Chile, porque hemos perdido amigos, porque vivimos este proceso y porque nos quedamos allá. Y había que tener sumo cuidado y respeto por la sensibilidad de la gente que sufrió el problema. No era simplemente tomar un tema anecdótico y darle forma de novela. Tampoco se trataba de tener una estructura X de novela y pasársela a cualquier editorial.

Por eso fue importante para mí participar en un concurso de una universidad, con esta temática tratada desde un punto de vista literario, incluso con lenguaje poético y tomando en cuenta que el lenguaje no es algo transparente y que dentro de la novela juega una función, por lo tanto hay que preocuparse de cada palabra, cada frase.

¿Se puede ver mejor la realidad a través de la literatura y, si así fuera, cómo es que esto sucede?

El trabajo literario se hace con determinada materia y tiene su relativa especificidad respecto de otras artes; por lo tanto, en mi caso, cuando digo que abordar una temática es un trabajo delicado, es también porque no puedo dejar de enfrentar ese trabajo en torno a esos materiales, a la disposición de los materiales y al tratamiento que le voy a dar. Mi trabajo reflexivo también va a ese nivel, tengo que plantearme cuán experimental es el trabajo en ese terreno.

En la pintura podemos tener trabajos figurativos, pero también hay pintores que van a descomponer la figura, que van a ir a lo no figurativo, a tratar los colores y la tela, de una manera distinta al pintor figurativo. Generalmente lo figurativo tiene un mensaje mucho más legible y nítido para el que está frente al cuadro.
En literatura estamos muy acostumbrados a que nos cuenten historias, pero también hemos acostumbrado al público a leer de una determinada manera y no hemos hecho del público una audiencia más inteligente en la medida que también hay otros códigos que ese público podría disfrutar.

Pasa lo mismo en la música; tenemos la música clásica pero también la música contemporánea que trabaja con silencios, sonidos concretos, con aspectos matéricos de lo sonoro. Obviamente, si el público no tiene costumbre de escuchar música y de aprender esos códigos de una manera no habitual, siempre va a estar escuchando la misma música y no va a evolucionar el oído.

No es que yo esté en contra de una poesía que se haga de determinada manera; las expresiones son todas lícitas, pero en mi caso, si yo tengo una postura ruptural respecto de los códigos tradicionales, a la ideología que portan los mensajes, por ejemplo del cine, no me puedo conformar con sumirme en el formato hollywoodense del cine, al cual se nos acostumbró por los grandes presupuestos que tienen el cine norteamericano y que ha aplastado al cine innovador que era el europeo y algunas expresiones latinoamericanas. ¿Por qué? Porque se reproduce el modelo de lectura que justifica que eso “es lo que la gente consume”.

Entonces ¿cómo vamos, por lo menos de manera paulatina, evolucionando a formas nuevas de lectura, generando un público que exija, pida y quiera leer, ver o escuchar de otra manera?

Creo que el problema es mucho más amplio que una novela, creo que es la cultura en un sistema manejado por los modelos neoliberales en los cuales todo, casi de una manera determinista, es objeto de consumo.

¿Cómo escapar de esa tendencia que nos produce esa dinámica del modelo económico? ¿De qué manera podemos reflexionar ese modelo económico y generar pensamientos distintos? Yo pienso que la respuesta no está muy clara, pero puede estar en la experimentación, en el intento de hacer lecturas distintas, de dar espacios para trabajos que no son comerciales, exigir, pelear por esos espacios.

Se cuestiona a la universidad, pero los espacios más importantes que quedan para producir estos discursos innovadores son las universidades. Entre los académicos, entre los alumnos. La manera de repensar las sociedades de este tiempo tienen que ser estos espacios, y no hay que sentirse en un ghetto.
Me admira el trabajo cultural que hace la UV, que tiene varias manera de difundir y promover la cultura; pero no hay que quedarse en eso, hay que ir expandiendo el trabajo cultural en la medida que esto es fundamental para producir un estado de conciencia o de criticidad en la gente que no se acomodada a los cánones de esta normalidad entre comillas.

La novela pretende también eso: no generar una lectura lineal ni la pasividad del lector; la idea es darnos cuenta de que las posibilidades para hacer una novela dependen de nosotros.

Entre el periodismo y la literatura, ¿qué canal nos acerca más a la verdad?
Depende de qué periodismo. Hay un periodismo transparente y que busca la verdad, pero el periodismo manejado por grupos de poder, o grupos económicos, el periodismo con parcialidad política, el que responde a determinados intereses partidistas, no busca la verdad.

Puede que los periodistas la busquen, pero los periódicos o los medios de comunicación tienen una estructura que tarde o temprano provocará un conflicto entre el periodista que está utilizando determinados cánones aprendidos en la universidad –en términos de la honradez informativa– y los intereses del medio y su poder. Es difícil la situación.

El literato, el escritor, es un ser que tiene más posibilidades de libertad; tiene que tomar las decisiones con respecto a su trabajo, a cómo hacer su trabajo, la responsabilidad es directamente de él. En el periodismo, la responsabilidad está intermediada por el formato que tiene el periódico o el canal de televisión. Y el que se no se ajusta a ese formato, no cabe en el medio.

Aunque también el periodista puede hacer su trabajo documental, un trabajo de autor también, a partir de materiales que va recibiendo o encontrando dentro del medio.

Se dice que una de las formas en que AL puede enfrentar al neoliberalismo es la unión entre los países. En estos momentos, ¿cómo ve esta posibilidad?, ¿qué tan unidos o separados estamos?
Yo creo que estamos mal, por la sencilla razón de que el Fondo Monetario Internacional ha jugado una política nefasta, ha impuesto condiciones económicas a nuestros países que van orientando todos los procesos en términos nacionales y no en términos de pactos regionales o un macropacto latinoamericano.

Por ejemplo, cuando se dice que Chile tiene una economía estable y que es un ejemplo, a todos debería causarle cierta sospecha porque la verdad es que si se comparan las condiciones de la sociedad chilena, las grandes masas de trabajadores, de empleados, los agentes culturales, yo veo que incluso están peor que sus pares en otros países que han sufrido tremendas crisis, Argentina y México, por ejemplo.

La Universidad de Chile, que era un faro de cultura dentro de la sociedad chilena, ha sido menoscabada desde antes del acceso a la democracia, empezaron a usurparle sedes e institutos que terminaron siendo universidades privadas.

Ahora mismo la educación universitaria en Chile es carísima, y no se ha hecho nada por solucionar ese problema. En la Universidad de Chile, se paga mensualmente lo que aquí se paga al semestre. Con respecto al posgrado la situación es la misma, se habla de que el valor agregado que tiene que generar una sociedad como la chilena para tener un desarrollo mayor es la educación, pero los problemas del sistema educativo no se resuelven.

Se ha generado un amplio abanico de universidades privadas que al final dejan cesantes a los profesionales que forman o que terminan siendo mano de obra especializada pero muy barata para las grandes empresas.

Esta es la tendencia de un mercado salvaje que va provocando una sola línea de acción, a través de esos ejemplos aparentemente buenos como el chileno. En Chile hay una estabilidad dependiente de las economías globales, Chile prácticamente ha cancelado su desarrollo industrial, opta por el comercio exterior. Me pregunto: ¿Qué empresario chileno va a establecer una industria cuando el mismo producto es más barato traerlo de China?
Dejar que todo dependa de la ley de la oferta y la demanda, en mi país es nefasto.

La única manera de hacer frente a eso, es fortalecer los pactos culturales con los demás países, ir generando redes y niveles de trabajo común en todas las áreas, hasta generar ese gran acuerdo en lo económico. Pero no podemos partir sólo de lo económico porque la economía ya está funcionando de determinada manera; tenemos que cuestionar ese funcionamiento de una manera muy pragmática a través de los pactos culturales que vayan formando lazos con los países hermanos.

También en su discurso evocó conceptos como la latinoamericanidad, la relación del escritor con el poder, ¿cree que la discusión de estos temas las dejamos inconclusas? Y, por otro lado, ¿cuál cree que deba ser la posición de literato frente a todos los tipos de poder?
El título del libro Praemeditatio Malorum es un concepto sacado de un libro de Michel Foucault, quien se caracteriza en sus discursos por el trabajo deconstructivo respecto del poder o de los poderes y del saber que genera esa relación entre saber y poder.

A mí me parece interesante asumir, desde lo teórico, un trabajo acentuadamente deconstructivo, que vaya desmenuzando los discursos particulares en los cuales nos movemos, del contexto, y a través de ese proceso, construir nuestro propio discurso, de acuerdo con nuestra realidad, en el que podamos compatibilizar el cuestionamiento cotidiano con los grandes objetivos latinoamericanos que se han ido desvaneciendo.

Los poderes centrales, el mismo Estados Unidos, no son ingenuos con lo que ha pasado o con lo que sigue pasando; las cosas no ocurren porque sí. El trabajo del artista no puede ser un trabajo que simplemente mire sus productos como medios para la supervivencia personal: si es un sujeto activo en el pensamiento de su sociedad, va a ser un sujeto más o menos informado, profundamente estudioso y de sacará elementos teóricos que nos aporten algo en el presente.

En el libro Tecnología del yo Michael Focault dice: “El más famoso ejercicio de meditación, Praemeditatio malorum, practicado por los estoicos, se trata de una experiencia ética e imaginaria, aparentemente es una visión más bien negra y pesimista del futuro…”

En el fondo significa estar siempre preparado, porque hay que ser desconfiado de todo, de estas sociedades, de Estados Unidos, etcétera. ¿Cómo podemos aceptar lo que está pasando en Irak? Es un atentado moral contra todos nosotros. No es un problema exclusivo de Estados Unidos, todos somos responsables de lo que está pasando en Irak.

¿A qué se dedica en Chile?
Soy profesor de Literatura y Cine, estudié en la Universidad de Chile. Doy clases de guiones, de estructuras narrativas audiovisuales, creación literaria. Mi campo, desde siempre, ha sido la literatura.

¿Cuánto tiempo tiene dedicándose al estudio y a la creación literaria?
Desde que salí de la universidad, aproximadamente en 1984.

En la UV, y en México en general, en los últimos años se ha tratado de hacer que los jóvenes lean más y mejor. El propio Estado ha creado programas para este fin, pero también se han criticado sus resultados. ¿Cómo se podría hacer que a los jóvenes que aparentemente no les interesa leer, les interese?
Creo que se pueden intentar nuevas cosas, incorporar a los medios audiovisuales y al Internet es una estrategia para invitar a los jóvenes a leer.

A estas alturas los jóvenes no van a dejar de ver cine o de navegar en Internet, entonces podríamos apoyarnos en estos medios para acercarlos a la literatura.
Yo estoy trabajando con unos colegas en una fundación audiovisual que pretende apoyar la creación de archivos fílmicos y documentales, pero tenemos diferentes proyectos, una de ellos es ver la manera de que los jóvenes lean un poco más, idear una manera de conectar el mundo del cine, que les es muy atractivo y por el cual han dejado los libros, con la literatura.


Claudio Cáceres Marchesi, ganador del primer Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo organizado por la Universidad Veracruzana