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Jorge
Ruffinelli,
retrato de la pasión por el cine y la literatura
Alma Espinosa |
Perseguir
una pasión es un incentivo que nos asegura el éxito
en la vida, pero hacer de una pasión una profesión,
un aliciente para despertar todos los días, es algo que pocos
podemos hacer. Jorge Ruffinelli es un hombre que además de
disfrutar lo que hace se ha convertido en un experto, en un icono
del cine y de la literatura.
Hace unos días Jorge Ruffinelli no pudo resistir la tentación
de regresar a Xalapa para impartir un curso sobre “Literatura
y cine en México”, invitado por el Seminario de crítica
y teoría literaria “Metal de voz” del cuerpo académico
Problemas de teoría literaria del Instituto de Investigaciones
Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana (UV). |
Ruffinelli
aseguró que el ser humano no se ha degradado en las últimas
tres décadas, sino que las condiciones sociales y económicas
han cambiado |
Su
prestigio como crítico de cine y literatura –además
de haber sido un entrañable catedrático de esta casa
de estudios y escritor de varios títulos publicados por la
Editorial de la UV– fue suficiente para colmar el Salón
Azul de la Unidad de Humanidades durante cinco días, en los
que todos los asistentes, además de ver producciones de gran
impacto en un amplio sentido como La vendedora de rosas de Víctor
Gaviria, aprendieron de los conocimientos y las anécdotas del
uruguayo-mexicano vividas con los grandes de ambas disciplinas, como
el escritor y guionista Gabriel García Márquez. |
Ante la abrumadora experiencia de más de tres décadas
de ver cine de arte, leer cientos de libros y convivir con escritores,
directores y actores, es inevitable cuestionarle al actual profesor
de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, si ha habido cambios
importantes en la sensibilidad de la gente que hace cine.
Aunque asegura que es una pregunta difícil, Ruffinelli contesta
que los cambios se pueden ver en periodos de más de 30 años.
“Cuando empecé a trabajar profesionalmente, por llamarlo
de una manera, en cine y literatura a finales de la década
de los sesenta y principios de los setenta, se vivía la época
de la utopía.
Había mucha generosidad, un sentido colectivo o de tribu por
un motivo artístico con un enfoque estético. Siempre
había causas políticas, jurídicas, económicas,
pero en política significaba la liberación definitiva
de América Latina, se hablaba de igualdad social, justicia
social, oportunidad para todos, desaparición de la pobreza;
es decir, las utopías ideológicas daban pie a que se
pensara que todo eso era posible.
”Conforme pasaron los años y las dictaduras aparecieron,
la utopía se disipó en el aire. Empezó la época
de la sobrevivencia y aquellos que nos sentíamos parte de una
colectividad ahora luchábamos para que el yo sobreviviera y
eso generó el egoísmo, la competencia y una cerrazón
moral y artística. Mientras, la situación económica
en América Latina era cada vez más grave; por lo tanto,
esa torta había que repartirla entre menos personas, cada uno
quería un pedazo de esa torta y éramos muchos.
”Yo no puedo decir que eso signifique que el ser humano se haya
degradado a lo largo de 20 ó 30 años, sino que las condiciones
sociales y económicas han cambiado. El espíritu de utopía
sigue pero lastimado, muy lastimado. Por consiguiente, ya no hay tantos
sueños compartidos, ya son personales. Ése es el cambio
que puedo ver.
”Con la destrucción de las utopías apareció
la globalización, que es la cultura más fuerte de Estados
Unidos, la cual se apodera de los mercados y de las imágenes.
Ahora tenemos que luchar por pequeños pedazos, ya no por la
liberación completa de América Latina sino por la liberación
del barrio, de la ciudad, del sector, de un área, de la cultura.”
Al hablar de un país que se apodera de las imágenes
como Estados Unidos, ¿se le piensa como un obstáculo
para ver y apreciar el cine latinoamericano? Ruffinelli consideró
que no. Antaño era difícil la distribución de
las cintas, pero gracias a las nuevas tecnologías, lo cual
consideró una ironía, hay una mayor difusión
del cine y también de la literatura.
Sin embargo, hay más dificultades de integración cultural
entre países latinoamericanos, por lo que es un poco más
complicado que haya una mayor distribución del cine latinoamericano,
este cine difícil y necesario. El espacio que tiene ahora es
el DVD e Internet, “ya debemos pensar en que las salas de cine
son obsoletas y los que van lo hacen para sentirse parte de una tribu,
lo cual ha ido mermando en los últimos 15 años”,
aseguró.
La exhibición y distribución del cine de arte latinoamericano
se hace en festivales que por fortuna en México se han multiplicado
y han llegado a ciudades como Morelia y la Ciudad de México.
Asimismo, dos refugios adicionales son las cinematecas y la lamentable
duplicación “pirata” que por fortuna, por decirlo
de manera menos lastimosa, ha sido de buena calidad.
Además de su sagacidad e incuestionable inteligencia, la disposición
a hacer nuevos amigos y el buen sentido del humor caracterizan a Jorge
Rufinelli, quien considera que el cine es un juego para el que lo
hace y quien lo ve, incluso “esta entrevista es un juego, el
periodismo, la fotografía.
”Los adultos hemos descubierto que podemos seguir jugando, pero
no toda la vida es juego porque hay dramas, tragedias, dolores, pérdidas;
hay un sector de la población cuya vida no es tan divertida,
los que tienen que trabajar de sol a sol con sus manos como los campesinos.
No obstante, dentro del nivel social en el que se mueve el cine sí
es un juego, es serio y a veces peligroso, por eso hay tantas películas
censuradas; peligroso para algunos sectores de poder.
”Uno de los directores más serios y más fieles
a sí mismo como Arturo Ripstein no haría una película
para agradar al público. Él cree que el público
acepta su película porque a él le gusta. Su propio padre
le decía ‘tú y el público están
en lugares diferentes, tú no has descubierto a tu público’.
Lo que quiero decir es que un autor como Ripstein es un juego; juega
extraordinaria y angustiadamente porque no es el juego para ganar
o perder, es el que está en la naturaleza y tenemos que seguir
jugando” expresó. |
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