Año 7 • No. 280 • Septiembre 10 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Coinciden en que la Universidad eso espera de ellos
Ayudar a damnificados nos hace más
humanos y mejores universitarios: alumnos

Dunia Salas Rivera
La experiencia dejó una enseñanza académica y humanística a los estudiantes: Emilio Zilli, vicerrector de la región Córdoba-Orizaba

Reconoce la sociedad trabajo, entusiasmo y puntualidad de los alumnos

Elaborarán un manual de procedimientos para actuar con más organización y prontitud en otros casos de desastre

Más de 300 estudiantes de la región Córdoba-Orizaba de la Universidad Veracruzana (UV) realizaron intensas jornadas de trabajo en apoyo a las familias afectadas por el paso del huracán Dean en las comunidades cercanas al Pico de Orizaba.

“Esto nos ha hecho mejores personas, porque aprendemos a ver las necesidades de los demás y a dejar a un lado el egoísmo de satisfacer sólo las propias a cambio de hacerle un bien de la gente; y también nos ha hecho mejores universitarios porque hemos aprendido a trabajar en equipo sin rivalidades, a coordinarnos en grupo, a respetarnos”, expresó Carmen Cueto Onofre, estudiante de la Facultad de Odontología.

Encabezados por el vicerrector de la región universitaria Córdoba-Orizaba, Emilio Zilli Debernardi, 80 Halcones voluntarios dirigieron la organización de este esfuerzo, quienes por un lado conformaron brigadas para hacer levantamiento de daños y, en el caso de los estudiantes del área de Ciencias de la Salud, para apoyar en los requerimientos médicos que solicitaran los gobiernos municipal, estatal y federal.

Zilli Debernardi explicó que para integrar las aportaciones de la sociedad se establecieron varios mecanismos, uno de ellos fue la instalación de cuatro centros de acopio distribuidos en diferentes puntos estratégicos y donde un grupo de más de 80 Halcones difundieron el objetivo de los mismos, por medio de volantes, visitas a domicilio y de convocar a los medios de información para que la ciudad supiera a dónde dirigirse.

“Algo que quisimos evitar fue que se mezclara la cuestión partidista o religiosa, quisimos hacerlo en orden, con transparencia y rendición de cuentas. El otro mecanismo fue que en las facultades cada uno de los alumnos pudiera aportar víveres, ropa, medicamentos, etcétera. Asimismo, se hicieron llamadas telefónicas a algunos empresarios para que también colaboraran”, expresó.

El funcionario destacó que aparte de que este esfuerzo colectivo dejó una enseñanza académica y humanística a los alumnos, permitirá documentar todo el proceso y elaborar un manual de procedimientos para que en caso de presentarse en otra ocasión el desastre puedan tener una respuesta inmediata, organizada, transparente, y que dé experiencias académicas a los alumnos.

Las despensas se entregaron de mano en mano a las familias de las comunidades de Jacal y Vaquerías, dos de las más devastadas por el huracán y que dejó a muchos sin techos, paredes e incluso sin casas: “Esto nos permite tener más control de la entrega; además, el alumno adquiere una experiencia al establecer un contacto directo que genere un espacio de solidaridad”, puntualizó
Emilio Zilli.
Y es que el entusiasmo que imprimieron los universitarios generó una confianza en la UV, que no es fácil conseguir: “Los jóvenes adquirieron el reconocimiento de la sociedad de que las cosas las hacen con orden, entusiasmo y puntualidad. Han adquirido reconocimiento para la diversidad, tener éste es tener un reconocimiento social de la Universidad, y ésta es pública”.

Calidad humana, satisfacción, solidaridad, crecimiento, esfuerzo, amor, respeto, unión, entrega, apoyo, bondad, hermandad, trabajo, equipo y agradecimiento fue lo que dejó en los estudiantes esta experiencia que definieron como algo que además elevó su autoestima personal y colectiva.

José Luis Martínez Islas, de la carrera de Química Industrial en la Facultad de Ciencias Químicas, dijo que con esto descubrió que “somos capaces de hacer mucho, y que lo más importante fue el apoyo que le dimos a la comunidad, como ciudadanos y como humanos. Siempre había esperado una oportunidad como ésta para ayudar a la sociedad y ahora la aproveché”.

Por su parte, Mario José Chamorro Espinosa, de la Facultad de Medicina comentó que al igual que todos, aprendió algo bueno: “Hemos cambiado para bien. A pesar de que no nos conocíamos, bastó un día para que pudiéramos armar todo, entendernos como personas, como seres humanos”.

Dijo que la ayuda fue “el detonante para que pudiéramos entendernos como personas. Hemos aprendido muchas cosas buenas: a fijarnos en los demás sin ser individualistas sino compañeros en todo lo que hicimos, hemos aprendido a estar juntos, a trabajar juntos, aunque seamos de distintas áreas, y hasta con los egresados. Es un buen sentimiento el que tenemos todos. Es una satisfacción que nos quedará para siempre”.

Sebastián de Jesús Argüelles León, de la Facultad de Odontología, coincidió en que el trabajo le ha hecho crecer como persona, “porque al recorrer casa por casa y tener contacto con las personas que nos daban algún donativo era muy emocionante ver que, aunque no tenían mucho qué dar, lo que tenían lo entregaban con el corazón, fue muy esperanzador”.


Monserrat Flores, de la misma Facultad, dijo que aunque no fueron muchos, el hecho de que quisieran que se lograra los hizo trabajar arduamente: “Yo estuve repartiendo volantes en la calle, y aunque a veces unas personas hasta quitaban los ánimos de seguir en esto, también había gente que nos inspiraba a seguir, como un señor humilde que vio que estábamos recolectando y se regresó para darnos diez pesos, y aunque le dijimos que no porque no estábamos aceptando dinero nos insistió”.

Expresó que aunque fue una pequeña obra “tratamos de hacerla más grande aún. Hice algo en lo que al principio no creía, pero me ganó el deseo de participar y estoy feliz de haberlo hecho porque pude dar algo de mí”.