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Salvador
Elizondo, complejo
y poco leído
Gina Sotelo |
De
los escritores de la llamada “Generación del medio siglo”,
Salvador Elizondo es quizás el autor más complejo y
el menos leído fuera de la academia; su discurso parece un
tanto reiterativo como consecuencia de las obsesiones que están
marcadas en sus textos y que tienen que ver con el cuestionarse qué
es la escritura e intentar describirla, comentó Norma Angélica
Cuevas en el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias
(IIL-L) de la Universidad Veracruzana (UV).
Norma Angélica sostuvo esta charla dentro del ciclo de conferencias
Protagonistas de la literatura mexicana del siglo XX, donde además
dijo que se requiere por parte del lector un alto nivel de concentración,
pero los textos de Elizondo tienen el encanto de que a pesar ser prosa,
en el fondo son muy poéticos y saben enganchar muy bien al
lector en esta indeterminación de elementos que componen las
novelas.
Adentrarse en el mundo literario de Salvador Elizondo es una fascinación
con el lenguaje, se aprecia erotismo, dolor, pero sobre todo tristeza:
“Él recupera mucho este estado anímico como aquel
que posibilita la literatura, porque el estado de la tristeza es para
Elizondo el sentimiento más sincero que puede haber en tanto
que se vive en soledad y no puede ser compartido”.
La conferencista señala varias temáticas en la obra
de Elizondo, siete para ser exactos. Habla primero de los espejos,
elemento fundamentales y de ahí que se hable de una escritura
narcisista.
Cita además que poseía una escritura fragmentaria, cual
montaje del cine a la literatura, y que lo lleva a entrar a un mundo
poético que no está. Una tercera obsesión es
la imagen que puede ser multiplicada en el texto como si fuera una
voz que se enuncia, o por el otro lado está la imagen congelada
por el instante, la fotografía.
Como cuarto elemento está la mirada que le valió el
comentario de la crítica a ser parte del movimiento francés
llamado “La escuela de la mirada”. El autor se detiene
en la corporeidad y en la corporeidad ficcional. La quinta característica
es la reflexión de la propia estética, partiendo del
cuestionamiento de lo que es la escritura y cómo es posible
que ésta suceda.
Aquí Norma Angélica hace una pausa y se detiene a explicar
cuáles son las figuras que le preocupan y básicamente
cita tres grandes vertientes: “El autor, el cómo se construyen
los personajes y cómo construye al interior de esa imagen una
idea del lector”.
Como sexta característica en la escritura de Elizondo cita
la obsesión por la memoria como esa línea delgada que
puede conocer el paso, el desplazamiento entre el sueño y la
vigilia, es ahí y en esa posibilidad donde tiene cabida la
escritura.
La obra de Salvador Elizondo podría ser clasificada en tres
novelas: la primera es Farabeuf o la crónica de un instante;
la segunda y quizá la más compleja es El hipogeo secreto,
y la tercera es Elsinor. Además, existe una obra de teatro,
un libro de cuentos o relatos y ensayos, así como un poemario
y su autobiografía, escrita cuando apenas tenía 33 años,
libro que años más tarde se publica de nuevo tal cual;
es el propio Elizondo quien le añade una reflexión en
la que declara que ninguna autobiografía es confiable, sino
que es también literatura. |
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