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La consolidación de un sistema político basado en
partidos creó una normalidad democrática de lucha
civilizada, pero inconvenientemente quitó protagonismo a
los movimientos sociales, aseguró Alberto Olvera, investigador
del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S)
de la Universidad Veracruzana (UV).
Durante la mesa redonda "La construcción de la democracia
en México: Del movimiento estudiantil del 68 a nuestros días",
Olvera explicó que la transición política,
que inició con los movimientos sociales de los años
60 y culminó con el protagonismo político de las burocracias
partidarias en los 80, privó de poder a los actores sociales
que durante muchos años habían encabezado las luchas
y habían frenado las iniciativas neoliberales del Partido
Revolucionario Institucional (PRI).
Bajo estas circunstancias surgió el movimiento estudiantil
de 1968, pero en un contexto particular: "Estábamos
convirtiéndonos en un México moderno después
de haber sido una sociedad provinciana, con poca tecnología
y sin industria. Los estudiantes y en especial la Universidad eran
parte de esa modernidad, un elemento consustancial a este cambio
de un país que ahora pasaba a convertirse en un país
netamente urbano".
Paradójicamente, explicó el académico de la
UV, uno de los actores de esa modernidad, los estudiantes universitarios,
que en aquellos años eran seres privilegiados porque formaban
parte de una pequeña elite social en ascenso, fueron quienes
protestaron radicalmente en contra de un gobierno que aparentemente
les había facilitado las cosas.
"Los estudiantes crecían en número, tenían
el campus universitario más impresionante de México,
pero por más que gozaban de estos privilegios estaban excluidos
de cualquier influencia en la vida política nacional, que
era un monopolio del PRI", añadió Olvera.
Por otra parte, este movimiento estudiantil, que se da en pleno
auge económico, y no en medio de una crisis como podría
pensarse, tiene mucho que ver con la perspectiva de otro tipo de
presión, de que la exclusión de la vida política
les estaba afectando gravemente: "Se trataba de una opresión
política por parte de un gobierno que no escuchaba a nadie
y que para gobernar era profundamente autoritario".
A partir de la represión del movimiento estudiantil del 68
y que dio lugar al gobierno opresor de Luis Echeverría, agregó
Alberto Olvera, se creó la base social de una política
de izquierda que hasta antes de esa época era minoritaria,
pero que a partir de este movimiento empezó a tener un peso
social y una enorme influencia en las propias universidades, que
se convirtieron en semillero de una generación de izquierda
que habría de dominar muchas de estas instituciones y de
seguir teniendo una influencia hasta la fecha.
"El movimiento del 68 generó un primer cambio, pues
el gobierno de Echeverría decidió liberalizar un poco
la vida pública y abrir ciertos espacios donde la izquierda
pudiese siguiendo existir legalmente en un espacio de relativa tolerancia",
refirió.
El investigador explicó que en los 80 se produjo un fenómeno
notable al interior del régimen político mexicano
y que tuvo que ver con una crisis económica estructural y
un cambio en el modelo de desarrollo: "Durante el sexenio de
José López Portillo hubo un crecimiento económico
como nunca antes ni después se ha experimentado, pero después
se cayó en una crisis terrible que abrió la puerta
a una nueva generación que llegó al estado mexicano".
Esta generación era distinta a los viejos políticos,
pues ahora eran tecnócratas, políticos estudiados
que iban a planear la transformación económica de
México e integrarlo al mundo.
"Esta integración, que hoy conocemos como globalización,
trajo consigo una división al interior del propio régimen;
el PRI tuvo una salida de gran parte de sus cuadros, quienes encabezados
por Cuauhtémoc Cárdenas habrían de dirigir
desde 1988 la gran insurrección electoral de una izquierda
política que hasta antes de ese momento se había mantenido
como una izquierda social, en los movimientos populares, pero sin
presencia política significativa", aseguró Olvera.
Después de la llegada de Cárdenas y el descarado fraude
de 1988, los años 90 fueron de grandes batallas por la democracia
política. Por ello, añadió, el 2 de octubre
y el movimiento estudiantil del 68 son un referente histórico
obligado para la construcción de la democracia.
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