Universidad Veracruzana

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Construir un mejor país

Raúl Arias Lovillo

Las exigencias y reclamos de la sociedad cambian y modulan las políticas del Estado. El gobierno mexicano ha escuchado la voz de la sociedad y ha decidido tomar las riendas de la educación. Propició las reformas legales y dispuso de los instrumentos coercitivos de que dispone.

La sonoridad e impacto político de las acciones en el campo de educación hacen pensar que vienen tiempos de cambio. Bienvenidos. Paralelamente a esta política de Estado de gran calado, se advierte como prioritario fortalecer las estrategias en otros ámbitos de la vida pública.

La lucha contra la corrupción y la inseguridad, la necesidad de contar con una política de empleo y el impulso a una reforma fiscal de envergadura, se complementan con una reforma energética que haga caso de las necesidades de la sociedad mexicana y no de un grupo de privilegiados.

Los mexicanos están dispuestos a escuchar y debatir sobre propuestas que encaucen al país por los derroteros de un progreso con justicia. Ni aislados ni dependientes, ni extranjerizantes ni aldeanos. El país debe ser gobernado por políticas que lo lleven a mejores niveles de desarrollo. Y esto es lo que hace de la educación un elemento fundamental de este círculo virtuoso. No en el sentido exclusivamente pragmático y utilitarista que ésta puede dar sino para cambiar al hombre, para cultivarlo en torno a los valores que hacen posible la convivencia humana y en democracia.

Se ha demostrado que en la educación se puede hacer mucho más que lo hecho hasta ahora y que la educación puede ser palanca fundamental del proyecto reformista que se ponga en marcha.

Por ello, la reforma educativa debe tomar distancia de los cacicazgos magisteriales que sólo han contribuido a colocar a la educación como moneda de cambio, como un objeto con el que se negocia y se compra.

Hay que respetar los derechos de los sindicalistas, pero a partir de la premisa de que la educación no le pertenece a nadie, ni está en venta. Los mexicanos queremos un sistema educativo de calidad por el bien de nuestros hijos, por las generaciones que vienen. Por eso considero que es fundamental mirar hacia el futuro, hacia la construcción de un México innovador y competitivo, pero basado en el humanismo y en sus valores.

¿Y la universidad qué…?
En el marco de este clima de cambios en el sistema educativo básico, es necesario entender y asumir que las universidades no deben estar al margen. Son lecciones aprendidas: la universidad mexicana  debe continuar su proceso particular de reformas al interior y participar en el diseño de políticas para la educación superior. Ese es su papel: poner a tiempo su reloj con las transformaciones en todos los órdenes de la vida social.

La educación superior debe adaptarse a las estructuras sociopolíticas, económicas y culturales del contexto global. Estoy consciente de que hemos trabajado en ese sentido (ahí está como evidencia el documento de la ANUIES, que prefigura la necesidad de una nueva generación de políticas para la educación superior, Inclusión con responsabilidad social) pero también es necesario señalar que los ritmos y tiempos del sector no van a la velocidad que el mundo y la sociedad reclaman.

Asimismo, hay que asumir que  para llegar a ser una universidad competitiva en el mundo se requiere de inversión continua. Y si esta ha de producirse, ya se sabe que al mismo tiempo el presupuesto debemos gastarlo con responsabilidad.

Un principio fundamental en el manejo de los recursos, en especial cuando se trata de recursos públicos, es el de la transparencia. Por ello es prioritario establecer bases que promuevan conductas apropiadas a la hora de administrar nuestros presupuestos y con ello se genere una mayor credibilidad como consecuencia de un manejo honesto, responsable y transparente de los recursos, ya sea al interior de las instituciones como al de los gremios sindicales.

Las universidades y el desarrollo
Pero tenemos más que hacer en este nuevo entorno: las acciones universitarias siempre deben mirar y proyectarse hacia delante

A partir de la identificación de las fortalezas regionales y locales, la educación superior debe proponer alternativas que generen nuevos medios de producción y promuevan áreas de oportunidad productiva para las comunidades y los grupos sociales interesados en participar en la actividad económica.

La educación superior, y con ello las universidades, deben estar atentos a las necesidades culturales y psicológicas de la sociedad, para lo que ha de plantear mecanismos de solución de los problemas y demandas que enfrente.

Un factor decisivo en todo ello es la innovación de conocimiento científico y tecnológico. Seremos más efectivos social, económica  y políticamente, en la medida en que más innovación hagamos. Desarrollar conocimiento y tecnología es potenciar  las capacidades tecnológicas, económicas y humanas de una institución, de una sociedad y de un país.

Ese es el papel de la innovación y la investigación: contribuir al desarrollo nacional. Todo lo anterior, hace ver la importancia de que la nueva generación de políticas para la educación superior, en la que se incluye los presupuestos plurianuales para las instituciones de educación superior, se concrete.

Estas son algunas de las acciones que debemos llevar a cabo en la educación superior y en las universidades. El entorno nos dice que no podemos rezagarnos ni colocarnos en el confort de la contemplación.

Sin excusas, ante los llamados del México profundo, las universidades deben participar decididamente en la construcción de un país mejor.

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Fecha: 30 marzo, 2022 Responsable: DGCU Contacto: dusalas@uv.mx