Núm. 3 Tercera Época
 
   
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Adrián Mendieta
METÁFORAS DE LA LUZ
 
 
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Convocatoria

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
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Como Oliver Wendell Holmes afi rmaba, la fotografía da a la naturaleza una voz, la dota con un lenguaje y la invita a consignar en papel sus memorias; no obstante, ¿cuál es la historia que las fotos de Mendieta cuentan?, ¿qué memorias consignan?, ¿cuál es su lenguaje?:

Fundamentalmente son preguntas. Preguntas que intentas dejar en claro en la imagen, pero que al fi nal siguen siendo una interrogante eterna […]; pero [la fotografía] es también un ofi cio y, por lo tanto, requiere un entrenamiento, que puede parecer algo muy frío y técnico, pero que no es así, ya que el dominio que tú vas teniendo de ciertas herramientas,de ciertos recursos, te va enriqueciendo para decir un poco más claramente las cosas.

Una de las características más sobresalientes del trabajo fotográfi co de Adrián Mendieta es el diálogo entre luz y naturaleza. Su fotografía podría ser la impresión de la mano de la naturaleza, como decía Fox Henry Talbott; a la vez, constituye una gran metáfora del diálogo por él articulado entre su sensibilidad, la luz y el mundo. En su propuesta visual de naturalezas muertas, en sus series de fl ores, en sus desnudos, en sus cromáticos paisajes urbanos, aun en su fotografía museística, siempredestaca el impecable manejo de la luz encauzada a producir un efecto, a recrear un sentimiento. Todos nos alegramos de que en 1980 haya decidido dedicar la mayor parte de sus esfuerzos a la fotografía y a su enseñanza en la Universidad Veracruzana. Quizá la transparente luz de su natal Puebla lo había predispuesto a ser un eterno cazador de imágenes: si en un principio parecía que el Derecho ocuparía varios de sus años estudiantiles, pronto sería el cine lo que desviaría a Mendieta de este propósito para fortuna de la fotografía, pues junto a un grupo entusiasta de artistas inicia lo que sería una vida dedicada a la fotografía como hacedor de imágenes.

He utilizado intencionalmente el verbo hacer, y no el preferido tomar, en relación con la fotografía, pues, en concordancia con Lamartine, sostengo que fotografiar es un acto creativo, ya sea que la belleza derive de la precisión de lo retratado o de lo sugestivo de la imagen como aparece a nuestros sentidos. Tomemos una de mis imágenes preferidas de Mendieta: un paisaje de gran angular en blanco y negro en el cual una franja negra de tierra atraviesa la doble página de su libro Hojas sueltas, editado por Artes de México dentro de la Colección Luz Portátil; en esta imagen, las copas de unos árboles funcionan como frontera entre un cielo cargado de gris, anunciador de una tormenta, y la zona luminosa intermedia que permite divisar una montaña a lo lejos. En esta fotografía, como en Luz No. 2 que incluimos en este número, la huella está perfectamente identifi cada aun sin título o fecha o lugar: es un paisaje crepuscular en las inmediaciones del estado de Puebla. Pero la fotografía no sólo refl eja, también crea una realidad alterna de acuerdo con la selección del mundo hecha por el artista. Tenemos entonces no la toma de la imagen; más bien, la hechura de ella. Así, esta imagen nítida, cuya resolución óptica no intenta engañar al espectador, se complica por el tejido de asociaciones despertadas en él: una variante del misterio inicial, de las preguntas sin respuesta que impiden la revelación total de la foto.

Las fotografías de Adrián Mendieta son una transposición de lo interior en lo objetivo, de lo subterráneo en lo reconocible; una tarea intelectual que captura no sólo huellas de lo real, sino de lo psicológico y lo artístico. En el trabajo de Mendieta se encuentra algo de ese momento primigenio en que la fotografía aparece envuelta de misterio y nos obliga a pensar en un signifi cado intangible: un estado deánimo, la nostalgia por un momento perdido, la búsqueda de lo escondido.

Estas ideas conforman la poética de su ejercicio observado en todo su trabajo, donde la simplicidad de formas prevalece; por ejemplo, en sus estudios de fl ores: el formato, la disposición de los arreglos fl orales o la toma de una sola flor, así como la frontalidad de la composición, objetivan una imagen que esconde el artifi cio y producen lo que Roland Barthes llamaba efecto de realidad. Siendo éste el que predomina, me interesa resaltar su intención artística, la maestría en el manejo tonal y de luces, el interés en producir un signifi cado y no sólo detonar un signifi cante, en articular un sentido por la construcción paciente y cuidadosa que persigue el fotógrafo. Nótese que hablo de sentido y no de imagen, incluso ante la imposibilidad de disociarlos. La imagen pretende que nosotros revelemos las ideas que recorren el pensamiento del artista
cuando acomoda sus objetos, los ilumina y los mueve, al seleccionar este lente y no el otro, al decidir fotografi ar en luz natural o componer desde el mínimo detalle su cuadro en su estudio. Tales decisiones están llenas de intuición y de conocimientos porque en ese hacer una imagen, el fotógrafo debe dar soluciones formales a los retos presentados en su “toma” y soltar las hebras que anudan su historia. Desde su práctica, con los elementos a su disposición dentro de la disciplina, Mendieta piensa su imagen en relación con otra imagen, con la tradición fotográfi ca mexicana o internacional, con el arte, con la literatura, creando un diálogo o una equivalencia:

A mí las palabras me sugieren una imagen […]; el proceso inverso me cuesta trabajo: si yo leo algo, me puedo construir una imagen, pero si veo una imagen no me es fácil construir una frase, porque son otros mis recursos. Es el caso de mis fotos; como yo séde
dónde vienen, puedo encontrarles el título sin mucho problema. Otras veces las imágenes están sugeridas por algo que he leído y entonces trato de encontrar una equivalencia.

Ese proceso psicológico intangible que se escapa del orden de la razón, pues a veces lo dicta la intuición y otras el deseo de una imagen que persigue una forma, es la narrativa construida por el espectador cuando quiere dar un sentido a lo que ve –más allá de la identifi cación taxonómica–, que tiene un punto en común con lo metafísico, místico, mágico. El observador lo puede apreciar en los bellos paisajes hechos por el maestro Mendieta, en sus fl ores al platino, o en su manejo del color.

 
 
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