Núm. 3 Tercera Época
 
   
encabezado
 
Adrián Mendieta
METÁFORAS DE LA LUZ
 
 
fotos
logo
 
corre
 
  punto    Puntos de venta
  buzón Buzón del lector
  suscribete Suscríbete

Convocatoria

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
Páginas <<< 1 2 3 >>>
 

 

   
 

 

 
     

Aconsejo a mis estudiantes leer a Freud y a Jung, pues creo que les son más útiles que los tratados de composición dramática.

Algo que quisiera considerar en cuanto a la redacción de un diario: quien quiere aprender a expresarse por medio de la palabra escrita debe practicar la escritura con alguna constancia y debe aprender a disfrutarla. Si no se disfruta el hecho de redactar ideas, no hay posibilidad de emprender una carrera literaria; el mejor premio de escribir es escribir. Y los gozos también se aprenden. Hay muchos tratados de escritura dramática, desde la Poética de Aristóteles, en los que el estudiante busca la receta de lo que debe hacer. Es necesario recordar que todos los tratados buenos son el comentario a una obra ya hecha, los procedimientos de cómo se hizo. No son recetas para inventar nuevas obras. Éstas nacerán proponiendo sus propias leyes y ésas hay que descubrirlas y obedecerlas.

Un escritor no puede, simultáneamente, ser su propio crítico, ni estar pensando: “¿de qué género será lo que estoy escribiendo?”, ni otras cosas por el estilo. La teoría es algo que se aplica en general, la creación es algo altamente individual.

¿Quiero decir que el autor debe ser ignorante de teorías? Para nada. Creo que debe repasar teorías y aceptar las que concuerdan con su propia visión, las que vayan acomodándose para juzgar su propio trabajo después de que fue hecho. La crítica puede empezar después. Y debe empezar después, porque no es agradable aquel autor que babea de adoración ante su propia obra y pregunta ante el espejo: “¿quién es el autor más precioso?” Ya sabemos la respuesta, y el resultado no puede ser otro que terribles ataques de envidia infernal cuando hay alguien, como Blanca Nieves, que resulta ser tantito mejor, o simplemente que recibe más aplausos. La competitividad en el arte suele dañar los talentos; lo que en el deporte es un método de medir, en arte es una falacia: una buena obra es tan buena y valiosa como otra buena obra y no hay demasiados niveles. No debemos olvidar que el verdadero peso e importancia de los productos artísticos se averigua con el paso del tiempo, y, claro, los autores se enteran en el otro mundo…, si es que allá siguen interesándoles estas cosas.

La artesanía de las obras es algo que necesitamos distinguir de su inefable sustancia esencial, la artística. Una buena artesanía se aprende, se refi na, se pule. El arte es gratis y no es fácil de expresar sin una buena artesanía. Si queremos tener al Fénix en casa, hay que construirle una casa ad hoc, hay que construirle un espacio que le parezca cómodo y a su medida, para que esté contento. Claro, si lo encerramos en una pequeña jaula puede ser que termine ardiendo en su propio
fuego y nos consuma con él, teniendo en cuenta que nosotros no renaceremos de las cenizas.¿Y el teatro engagé, comprometido con causas sociales, políticas? Se trata del teatro que distribuye mensajes a manos llenas y nos dice cómo portarnos con la sociedad para mejorarla, cuándo lanzarnos a la lucha.

Pienso aquí que el comprometido es el ciudadano y no el autor. El ciudadano que además escribe literatura y que alberga al autor de carne y hueso. Imposible escribir contra lo que creemos y somos. Decimos nuestro propio credo vital. A Sartre se le daba la honradez y escribía con una ética profunda, y se atrevía a hacer Las manos sucias aunque se revolcara de rabia todo el Partido Comunista; el ciudadano Sartre era una de las mejores inteligencias del siglo, además de una de las personasmás honradas y profundas. A Brecht le daban más trabajo los mensajes; él quería ser comunista ortodoxo; en realidad, era un poeta excepcional, lírico y dramático, y luego las obras lo traicionaban. Escribió tres veces Madre Courage, para que uno estuviera contra Ana, la comerciante de guerra, y resulta que uno está con ella, sufriendo con ella, queriéndola. “Un hombre es un hombre” es una frase inequívoca, pero todos odiamos los ejércitos…, o casi todos. El ciudadano Brecht era un pícaro de los siglos de oro, hijo de predicador; inventó un maravilloso teatro que retomaba los recursos de los géneros medievales y renacentistas, pero le fue muy mal como hombre de compromiso. Si uno cree en su causa, la historia que la expresa surgirá sola; si uno decide un tema social y arrastra por las patas una trama para que lo formule, fácil será que la obra diga lo contrario de lo que proponíamos decir. Porque la obra viene de las zonas profundas del ser, no de la voluntad ni de la proposición oportunista, periodística.

Hay un buen número de teorías sobre el drama. Si las repasamos, veremos la coincidencia de varias en los puntos básicos. Así como Aldous Huxley recogió el pensamiento de múltiples religiones, sus puntos de coincidencia en La fi losofía perenne, alguien podría reunir los puntos de vista convergentes de las poéticas, en una especie de “Poética perenne”. Ahí estarían sin
duda Aristóteles, Lessing, Lope de Vega y algo de Durrenmatt y T. S. Eliot. Al autor le sirve repasar esos textos para encontrar, como si fueran espejos: “esto es lo que estoy haciendo”, que no es lo mismo que “esto es lo que debo hacer”. Lo malo de leer recetarios antes de escribir es que el autor puede tomárselos en serio y tratar de seguirlos. No hay nada más desaconsejable. Siempre recuerdo el cuento del ciempiés que cuenta Gustav Meynrik, y que se llama “la maldición del sapo”.

¿Qué hacer entonces, si queremos una guía para nuestra dramaturgia personal? ¿Cómo mejorar lo que hacemos? ¿Cómo escribir cosas signifi cativas, de alcance humano, de sentido universal? Aconsejo a los jóvenes varias recetas no arduas. La primera: hacer retratos de familia, de crisis domésticas que hayan visto de cerca. Claro, esto tiene la ventaja de que los parientes se enojen con ellos de una nueva vez, o los adoren por ocuparse de ellos, de una buena vez. El retrato de familia nos ayuda a poner distancia y objetividad en algo que es una zona de nosotros mismos.

 
 
Páginas <<< 1 2 3 >>>
     
Hidalgo #9 • col. Centro • Xalapa, Veracruz, México • (2288)8185980, 8181388 • lapalabrayelhombre@uv.mx