Núm. 14 Tercera Época
 
   
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Omar Gasca

 

          De un rasgo –el contraste entre la figura sedentaria del lector con la del guerrillero en marcha que no abandona sus libros haciendo más lenta y fatigosa la marcha–, deriva un ejemplo “antagónico y simétrico”: el de Gramsci, leyendo quieto en la cárcel del fascismo lo que cayera en sus manos, y a través de ello Piglia logrará oponer brillantemente los dos modelos políticos: la teoría del foco y la de la hegemonía.

          Ahora bien, la actualización de este artículo para ser publicado me ha llevado a un punto de contradicción, por otra parte esperable, con su inicio: si bien afirmé que el adormilado silencio sobre la figura del Che en Argentina se prolongó durante años, la figura resurgió, como era previsible, con fuerza mediática, en el 40 aniversario de su muerte, es decir, en el 2007; para esa fecha, dos registros son relevantes: por una parte, un programa televiso, El gen arGENtino, previsto en ocho capítulos que fueron emitidos entre fines de agosto y mediados de octubre de ese año, basado en un formato original de la BBC ya adaptado a otros países, propuso el pasado histórico nacional como tema y propició, a través de Internet, una votación popular de candidatos a ser considerados como personalidad argentina más destacada en diversas categorías que abarcaban desde historia y política de los siglos XIX y XX hasta el deporte. Las dos personas más votadas de cada categoría serían analizadas en el ciclo a través de un equipo de notables integrado por catedráticos, periodistas, biógrafos.

          El resultado de la sección historia contemporánea fue, precisamente, la pugna entre Evita y el Che, confirmando de algún modo que Alan Parker tenía razón al emparentarlos en el imaginario, aunque fueranfiguras reñidas entre sí para un argentino: ambos personajes quedaron entre los 10 finalistas de las diversas categorías. El Che recibió más de 300 000 votos y esto dio lugar a una buena aproximación crítica, principalmente a cargo del periodista Eduardo Aliverti, que mostró su figura, su coherencia, sus errores tácticos e hizo alusión al poema de Constantini que sirve de epígrafe a este trabajo. Quedó en quinto lugar, mientras que la final se dirimió entre el general José de San Martín –el Libertador– y el científico René Favaloro. 10 El video de esas discusiones y el material audiovisual sobre el Che allí presentado pueden verse en YouTube.

          Por otra parte, para la misma fecha, otro destacado periodista de izquierda –Jorge Lanata– con una idea radicalmente distanciada de la de Symmes en su objetivo, se embarca en un viaje para reconstruir, en un serio e informado documental basado tanto en Diario de la selva como en la biografía del Che del periodista norteamericano John Lee Anderson, especializado en temas latinoamericanos, los últimos momentos de Ernesto Guevara en el hábitat hostil de Bolivia; surge así Los últimos días del Che, emitido por The History Channel el día del aniversario del asesinato, donde el periodista recorre la ruta del Che criticando sus errores tácticos y entrevista a todas las personas involucradas: “El error fue el foquismo [y pensar que] la vanguardia iba a iluminar al resto de la humanidad. En términos políticos, se equivocó mucho”. Sin escatimar admiración por su personalidad, se pone de relieve también su mesianismo voluntarista que es, finalmente, lo que lo enfrenta, en su ley, con la muerte.

          Siguiendo el orden cronológico, puede decirse que de otra índole –ligada sin duda a la utopía mesiánica y apartada de la ficción– es la, por el momento, última representación de Guevara llevada a cabo en Che, el argentino (2008), el film de Steven Soderbergh protagonizado por Benicio del Toro como el Che y Demián Bichir como Fidel Castro, basado en Pasajes de la guerra revolucionaria, del propio Guevara y en los escritos del ya mencionado Anderson.

          La película se distancia de la ficción a través de su tono documental, logrado ya sea con sus escenas en blanco y negro (para la intervención revolucionaria del Che en las Naciones Unidas) como con las de color, sobre la lucha en Sierra Maestra, estableciendo entre ambas saltos de temporalidad que construyen, de la manera más “aséptica” posible, pero no exenta de admiración por parte del realizador, la biografía de madurez de un revolucionario justo y heroico, atento a las contradicciones políticas y al castigo de las aberraciones que se cometen en nombre de la Revolución.

10 Como gran parte de los profesionales argentinos de su gene ración y la siguiente, el Dr. Favaloro (1923-2000) era hijo de padres proletarios (carpintero él, modista ella). Estudió medicina y se dedicó a la cirugía torácica –centrado particularmente en problemas cardíacos– realizando el primer by pass aorto-coronario en el mundo, lo que cambió la historia de la patología coronaria valiéndole al doctor renombre internacional y múltiples premios. A principios de los setenta creó una fundación que lleva su nombre (reunión de clínica, educación e investigación); durante la crisis del 2000, ésta atravesaba por problemas económicos, lo que lo indujo a solicitar ayuda al gobierno; su pedido no obtuvo respuesta, y el 29 de julio, previo a escribir una carta al presidente De la Rúa criticando el sistema de salud, se suicidó con un disparo al corazón.

 
 
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