Núm. 12 Tercera Época
 
   
encabezado
 
JOSÉ LUIS CUEVAS
BESTIARIO IMPURO
 
 
fotos
escudo uv
 
corre
 
  punto    Puntos de venta
  buzón Buzón del lector
  suscribete Suscríbete

 

lineamientos de publicación

 

 

 
 
 
Páginas <<< 1 2
 

 

    portada  
    Marius de Zayas. Foto: Paul Burty Haviland  
       

          Otro aspecto que esta investigación deja entrever es que la vanguardia consiste, sobre todo, en la producción de espacios para la modernidad. En ese plano, Marius de Zayas es más que prolífi co por su capacidad de desplegar acciones en todos los campos del proceso productivo del arte: ya sea como creador o como mediador. Y cuando hablo de espacios me refiero por igual a la superfi cie de la obra gráfica más innovadora que a las instituciones del arte, como las galerías y otros ámbitos de exposición, donde este artista gráfico actuaba sin tregua, con la complicidad del fotógrafo estadunidense Alfred Stieglitz, figura notable a la que De Zayas suele quedar vinculado, aunque por esta vez el veracruzano resulta la figura principal.

          Pero no olvidemos esos otros espacios desarrollados por De Zayas, aquellos que afectan el campo receptivo y donde se legitima y valora lo artístico; es decir, sus contribuciones como crítico de arte y editor. Tampoco podemos dejar de lado sus intervenciones como coleccionista y promotor de espacios para el mercado, donde algunos representantes conspicuos de la vanguardia histórica y sus galeristas encontraron un respiro económico en tiempos críticos.

          Por último y no menos importante, Marius de Zayas llegó a formular visiones estratégicas relativas al movimiento internacional de avanzada, a partir de las cuales se generó una intensa visibilidad para lo moderno en la urbe neoyorquina; en este aspecto, De Zayas se mantuvo entre los principales introductores de la modernidad artística en los Estados Unidos, donde actuó como un exaltado difusor del exotismo vanguardista, con base en fuentes originarias africanas, asiáticas y mesoamericanas que alimentaban el imaginario del nuevo arte, como lo demuestra su libro African Negro Art.

          Quizá lo que el discurso de Saborit destaca más que cualquier otra faceta de De Zayas es su sentido de urgencia en presentar exposiciones de los autores más notables de la vanguardia parisina. Ansiedad por la novedad, matizada apenas por la presencia del otro, de la contracara de lo moderno: el primitivismo, tan bien integrado al coleccionismo que llegó a reformular el modo de ver las antigüedades y la historia del arte en su conjunto.

          Ignoro por completo si esta publicación o si otras que han aparecido en los últimos años, aquí y en los Estados Unidos, impedirán alguna vez que Marius de Zayas deje de ser considerado como la parte olvidada de la vanguardia mexicana, su objeto perdido, algo que desde una genuina perspectiva internacionalista resultaría irrelevante; mas no desde los actuales sistemas de visibilidad y hegemonía cultural, con su cuota de representación nacional y su tinte chovinista camuflados, no obstante que se ostenten como neovanguardia, postvanguardia, transvanguardia o como se quiera.

          Desde mi perspectiva, bastaría sólo con su obra gráfica de 1914 para validar el aporte de Marius de Zayas como artista de primera línea, en especial la serie de caricaturas abstractas nacidas al contacto de Francis Picabia, en París, y publicadas en la revista Camera Work. Es aquí donde se pasa de lo caricaturesco hacia la subjetivación del rasgo, un entronque con la geometría, la matemática y la abstracción que provoca una nueva geografía del retrato, un psiquismo más interio-
rizado, en sintonía con los avances del psicoanálisis.

          Entre lo más destacado de este artista, se encuentran también sus poemas visuales, como el realizado en colaboración con Agnes Ernst Meyer, “Reacciones mentales”, materializado a partir de su relación con Guillaume Apollinaire, y en este caso difundido por la revista 291. por cierto, este poema visual y el encabezado con la palabra “Femme!”, fueron víctimas de la errata de edición, pues se repite al pie en ambas ilustraciones, y con referencias que tampoco se corresponden del todo; éstas y otras pequeñas faltas deb rán corregirse en ediciones sucesivas.

          Pero más que en detalles mínimos, prefi ero insistir en que la obra de experimentación gráfi ca es la parte del libro que más entusiasma por ser la más personal y depurada, donde De Zayas fue capaz de amalgamar con frescura los modos expresivos de las propuestas más avanzadas y apropiarse de ellas, reciclar autores. En cambio el primer estridentismo desarrolló una astucia un tanto distinta a la de De Zayas, al establecer un movimiento que operaba como vanguardia de vanguardias, que actuaba como integrador del dispositivo vanguardista, de sus obras, pero también de sus formaciones, estrategias y manifi estos. El estridentista Maples Arce era también un hombre de urgencia, impaciente por acelerar los fl ujos de modernidad para un país que emergía de una guerra prolongada.

         Para finalizar sólo permanece un enigma. ¿Por qué tras alcanzar la cima artística con sus psicografías y sus poemas visuales, De Zayas se retira de la producción de arte y da un vuelco hacia el silencio? Podría explicarse como un gesto dada, una forma de antiarte, pero quizá sólo se trate de un mutismo aristocrático dirigido al mercado, donde la imagen de Ambroise Vollard y la vanguardia retorna como mera práctica de marchant profesional, como una alegoría anticipadora del giro del arte posmoderno hacia el escepticismo.

 

 
 
Páginas <<< 1 2
     
Hidalgo #9 • col. Centro • Xalapa, Veracruz, México • (2288)8185980, 8181388 • lapalabrayelhombre@uv.mx