Universidad Veracruzana

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El regreso del Viejo lobo: Concierto de clausura del 6° Festival Internacional de Jazz (JazzUV) 2013. Gary Bartz Cuarteto.

Mario A. Carrillo Ramírez Valenzuela

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Hace un año, exactamente para el concierto de clausura del Festival Internacional de Jazz (JazzUV) 2012, vi y escuché por primera vez al Gary Bartz. El cabello amarrado a una coleta y la barba de chivo blancos como nubes le otorgaban un aspecto semejante a Whitman… si el poeta de Manhattan hubiera sido negro. Recuerdo el griterío del público y los alaridos de Bartz que eran repetidos por la multitud asistente. En ese momento, el saxofonista me pareció un hombre de vitalidad asombrosa. Pero, entre todo, lo que más recuerdo de esa noche fría y neblinosa fue la última pieza que tocó: «The song of loving/kindness«. El título, sin embargo, lo supe ayer en el concierto de clausura del Festival JazzUV 2013 en el que Bartz regresó para echarse un recital de más de dos horas en el Teatro del Estado y sorprendernos una vez más con su energía de hombre-niño.

El evento debió empezar a las ocho de la noche, pero algo ocurrió que eso no fue posible y nos mantuvieron expectantes por media hora, cuando apareció el Maestro Jordi Albert Gargallo para celebrar el éxito de lo que llamó «el gran congreso del jazz de la U.V.». Verdad sin ser rimbombante que despertó en el auditorio encendidas palmas y ovaciones. «El jazzUV es más que nunca nuestro» –continuó–»lo ha demostrado el ambiente cálido, la asistencia llena y los hondos aplausos en cada intervención, vamos a quedarnos con muchos recuerdos y emociones de este año». Luego, agradeciendo una vez más al auditorio, los alumnos y el staff que hizo posible el evento, cedió el escenario a «quien no necesita ser presentado, al ¡gran Gary Bartz!».

Junto al saxofonista entraron Francisco Mela, batería; Gerald Cannon, la montaña que murmura, en el contrabajo; y Edgar Dorantes, también Director General del Festival, al piano justo y sobrio. Bartz, dejando a un lado su saxo soprano, tomó el alto como si tomara un pelícano dorado y dirigió al público un «¿Qué pasa?» seguido de su aullido «woo» que fue coreado con gusto por el auditorio. Asimismo, recordó el cumpleaños de Dizzie Gillespie el 21 de octubre y quiso honrarlo tocando «Bebop«, pieza veloz que prendió a los asistentes. Después, aminorando la marcha, pero sin dejar de tocar, la banda siguió al Viejo lobo en la contemplación de los «Star eyes» de Charlie Parker que fue subiendo de tono y celeridad cuando, a mitad de la interpretación, Bartz cambió al sax soprano.

La tercera pieza del concierto fue un standard en el que Bartz invitó a quien conociera la composición acompañarlo cantando. Cuando menos, desde donde yo me encontraba sentado no oí ninguna voz alzarse entre la oscuridad de las butacas, pero eso no pareció molestar a nadie ni al protagonista que prosiguió con un enfático swing y luego la balada «Stairway to the stars«, un viaje suave por la Vía láctea de las notas del saxofonista. Llegado el término de las melodías, Bartz era dejado a sus anchas por los demás músicos para permitirle aullar emotivamente y silenciarse sin brusquedad.

A la mitad del concierto, el Viejo lobo se preparó para tocar un blues dedicado a  Thelonius Monk y Lester Young, ambos llamados Uncle Bubba por sus sobrinos, motivo por el cual la pieza lleva ese título. «El blues debe tocarse alrededor de medianoche, pero me siento listo para tocar uno», dijo Bartz, pues apenas eran las nueve de la noche cuando soltó las riendas de «Uncle Bubba«, sabrosa ejecución que le jalaba a uno las piernas y los hombros, le agitaba el tronco incitándolo a bailar. Hubo un momento en el que el saxofon se empeñó con la incandescente batería de Mela, respondiéndose con improvisaciones rápidas en las que la percusión parecía una liebre perseguida por Bartz.

Siguieron «Christine» de Coltrane y «Solstice«; pero la pieza que sin lugar a dudas se llevó la noche fue «The song of loving/kindness«. Esta vez, el estribillo que caracteriza la composición, además de ser ejecutado en el sax, fue cantado por Bartz como un mantra celebratorio de la vida con el que transmitió una vibra intensa en los oyentes: «was written for everyone and everything that ever was…«.

Eran las diez de la noche cuando el cuarteto se retiró del escenario entre chiflidos, alaridos y un aluvión de aplausos, por lo que, tras unos minutos, los músicos retornaron para brindar una pieza más. «You are crazy, and I love crazy people ‘cause I’m crazy too«, dijo jugando con el público que aullaba en jauría ante el Gran lobo. En la cola de la composición, Bartz y Mela volvieron a hacer malabares con los sonidos en un impresionante diálogo, para luego finalizar todos juntos el recital.

Gary Bartz es un poeta de larguísimo aliento, lo demuestran la duración del concierto y la emotividad con la que expresó las piezas. El regreso del Viejo lobo, tan esperado, no dejó a nadie insatisfecho y, por el contrario, dejó la huella de su caminar furtivo en los que lo oímos.

Aún resuena un saxofón en mis oídos. ¿Escucho un aullido?

 

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Fecha: 17 abril, 2024 Responsable: Festival Internacional Jazzuv Contacto: mayanez@uv.mx